CAPÍTULO 4.... ¿Que Es Lo Que Sentimos?

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Quedo confundido con su actitud. ¿Que pasa con esa chica?. Serena tiene una mezcla de inocencia y de tristeza en su mirada que me cautivo desde el primer momento en que la vi. No es la típica chica que se te queda viendo y se acerca intentando coquetear con uno. Ella se reserva sus sentimientos, trata de respetar incluso los ajenos.

Ese beso, ¡Que beso!, no se como me atreví a decirle que la besaria, es mas ni deje que me respondiera. Simplemente pose mis labios sobre los de ella, como días atrás lo había soñado. Definitivamente un sueño no se compara con la realidad, ese beso despertó sensaciones que creía dormidas. Luego de la repentina muerte de Michiru, pensé que el amor se acabó para mí, pero ahora con esta estúpida sonrisa en el rostro me doy cuenta que estaba equivocado.

—¿Porque sonríes tanto?—dice Mina, quien llega de pronto. Colgándose se mi brazo y jalandome hacia el muelle para ir rumbo al barco que nos llevara a nuestro siguiente destino. Hamburg, Alemania.
—Porque la vida es de la 1000 maravillas—respondo intentando que ella no quiera saber más.
—¿Encontraste alguna pista que nos lleve hacia el autor o la verdad del telegrama?—me pregunta y yo me quedo sin respuesta. Se suponía que aprovecharía para averiguar pero en vez de ello, me la pase con ese precioso ángel de ojos color cielo todo el día.
—Ninguna—dije cortante y Mina enarca una ceja que se ve interrumpida por el sonido del crucero que hace su último llamado para partír.

Subimos presurosos y al parecer ella lo ha olvidado. Me echo sobre mi cama e intento dormir, pero me es imposible, tengo que verla, tengo que entender el porqué está tan misteriosa, que le atormenta. Se que su cuerpo responde al mío, se que ese beso no le fue indiferente.

Salimos a cenar, pero realmente yo solo quiero verla a ella, Mina me habla de tantas cosas que hizo en Rotterdan, pero sinceramente mi mente y mi mirada solo la buscan entre los pasajeros del crucero. Sin embargo, el sonido de un elegante violin me conmociona, la finas notas que salen de la sala principal, la destreza con la que parece ser tocada cada cuerda, me hace avanzar casi en automático al comedor para dirigir mi mirada al escenario principal.

Pero mi decepción es tan grande al ver solo un joven de cabello negro que sujeta su cabello en una coleta a punto de tocar algo de rock con la guitarra.

—Muchas gracias por al invitación —se le oye decir, mientras parece conectar su guitarra al altiparlante—, luego de deleitarse con Mozart Violin Concerto No. 7 in D major, K. 271a/K. 271i—escuchar todas esas especificaciones me hace pensar que quizá el telegrama si sea verdad, pero ¿Cómo?, necesito verla, es la única manera de creerlo—, interpretado por la musa de mi inspiración. Nos toca disfrutar de un poco de Rock.
—Sentemonos—me dice Mina, obligándome a acercarme a la mesa para cenar—, luego preguntamos por la chica que tocó hace poco, pero no te conviene ser tan evidente.
—Está bien—digo secamente, mientras empiezo a degustar de un poco de lasagna en salsa roja.
—Brindemos—dice de pronto Mina, sirviendo en poco de vino en nuestras copas.
—¿Porque?
—Por estos días de nosotros.
—Mina...
—Darién, me gustas desde antes que conozcas a Michiru—me confiesa tomando de mi mano de pronto—. Pero nunca fui capaz de dejar la timidez y deje que ella ocupe el lugar que debió ser para mi.
—Eso no puedes saberlo—afirmó, intentando bajar la tensión que se está creando ante su confesión.
—Tu tampoco puedes afirmar lo contrario—se limpia con una servilleta y la música del rockero cambia por una balada suave que el vuelve a interpretar—, ¿Porque te niegas a que lo nuestro puede funcionar?
—Tenemos un trato—le recuerdo, recordándome a mi también que esto puede llegar a ser un problema para mi, mas aún habiendo descubierto mis sentimientos para con Serena.
—No estoy haciendo nada fuera del trato—me dice moviendo sus dedos, formando círculos sobre la mesa como tic nervioso—, pero también soy de carne y hueso Darién.
—Mina...
—Por favor. Solo por esta noche, dejame soñar.—la miro y sus ojos se cristalizan, sabiendo que soy muy culpable de ello.

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