Cap 7. Un crucero... ¿para el amor?

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Me quedo petrificado en el umbral, viendo que la habitación está vacía. La cama está sin sábanas y las puertas del armario están abiertas sin nada dentro. El corazón se me detiene un segundo, sintiendo como el alma se me escapa del cuerpo.

—Serena...

Su nombre sale como un ruego de que no sea verdad, pero alguien toca mi hombro sacandome de mi pesadilla.

—Disculpe, joven, pero tengo que terminar de asear la habitación —me dice una de las señoras que hacen el aseo, lo sé por su uniforme.
—Oh, sí, claro. Perdón, pero la chica que estaba aquí, ¿qué pasó con ella? —pregunto esperanzado de que me diga algo, lo que sea.
—Debe haber bajado en Hamburgo, porque recién me avisaron que debía venir a esta habitación.
—¿Bajado? ¿Definitivamente?
—Sí, joven.

Siento como un sudor frío baña mi piel en cuanto su respuesta llega a mi sistema. Eso quiere decir que ella está ahí, deambulando por Hamburgo, mientras yo me alejo en este crucero. No, no y no, es imposible.

De pronto, mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho debido a la angustia. Debo hacer algo, pero mi cuerpo no quiere moverse debido a la impresión. Justo ahora que estaba libre para amar otra vez, ella decide huir, pero, ¿por que? ¿Que más oculta Serena? O quizás no oculta nada pero no se siente preparada para avanzar aún. No puedo permitir que esta oportunidad que nos ha puesto la vida se nos escape como agua entre los dedos, no puedo, debo seguirla, sí, debo encontrarla, si no, creo que perderé el tesoro más preciado.

Solo pensar en esa idea hace que mi cuerpo reaccione y comienzo a correr como desesperado por los pasillos. Necesito ayuda, la que sea, pero debo volver de alguna forma. Se que el crucero no se detendrá por mi, pero, si es necesario, soy capaz de inventar una excusa que los obligue a ayudarme.

Me tropiezo justo al dar vuelta la esquina y mientras me repongo, veo que Mina se está despidiendo de Kunzite, el que la sostiene por los hombros intentando convencerla de que no se vaya. Esta enamorado de ella, recién me lo dijo esta noche, pues de haberlo sabido jamás habría dejado que ella nos metiera en esta farsa. Sin embargo, Kunzite se siente poca cosa para Mina, pues ella es una chica adinerada, a quien sus padres le cumplen todos sus caprichos, como este de viajar en un crucero con su supuesto novio. Pero, el solo es el tripulante de un crucero al que jamás podría subirse si fuera por sus propios medios. Así que ha preferido guardar silencio ante sus sentimientos, esperando que algún día llegue alguien que le permita olvidarla, aunque creo que así como van las cosas, jamás sucederá.

—¿Darien? —me pregunta de pronto Kunzite, mirándome con extrañeza—. ¿Y Serena?
—No esta... creo que bajo en Hamburgo —le respondo de inmediato, sin pensar en nada más que pedir su ayuda—. Por favor... necesito... necesito hacer algo para poder volver.
—Pero, eso es imposible...
—¿Acaso te volviste loco? —exclama Mina, abriendo los brazos con exageración—. Si ella bajó quiere decir que no le importa lo que tu sientes por ella.
—No creo que sea así, Mina, pero, no me voy a detener a darte explicaciones.
—¡Eres un tonto! ¿Vas tras alguien que no sabes lo que siente por ti y me dejas aquí sabiendo que te amo?
—Mina... por favor...
—Nada de por favor, Darien. Me dejas a medio camino por una chica que ni siquiera conoces y ahora ella te ha dejado atrás sin siquiera avisarte. ¿Acaso estás ciego? —me pregunta con rabia, apretando con fuerza la tela de su vestido, mientras me mira furiosa.
—Kunzite, ¿puedes ayudarme o no? —le consulto, pasando por alto las provocaciones de Mina.
—No lo sé. Es imposible que el crucero se detenga, pero... —me responde, analizando las opciones que tenemos.
—Dime, Kunzite, si no me dices nada, soy capaz de lanzarme al mar y nadar desde aquí mismo.
—Tranquilo... parace que Mina tiene razón y de verdad te has vuelto loco.
—¡Sí! Estoy loco... estoy desesperado... necesito encontrarla, por favor —revelo con toda la honestidad posible, bajando mis brazos y mi cabeza totalmente derrotado.

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