Condujo toda la noche sin pausa. Con el extremo agotamiento que sentía, ni siquiera sabía cómo lo había logrado, pero se las ingenió para recorrer los mil doscientos kilómetros que lo separaban de su hogar en menos de diez horas. Seguramente, la adrenalina y el estrés lo habían mantenido alerta. Sin embargo, era consciente de que debía dormir algo antes de intentar ayudar a su padre con la búsqueda. Su experiencia y habilidad no le servían de nada si no descansaba de forma apropiada.
Nada más llegar, vio que su madre abría la puerta para salir a su encuentro. A pesar de las circunstancias, podía notar lo feliz que se sentía de volver a verlo. Él también lo estaba. Habían pasado dos años de su última visita y sin duda, la distancia pesaba. No obstante, no se arrepentía. Mudarse fue la mejor decisión que había tomado. Gracias a eso, hoy tenía la vida que siempre había soñado. Porque para él, ser policía era más un privilegio que un trabajo y se destacaba por ser uno de los pocos que no paraba hasta encontrar la última pieza del rompecabezas en cada caso.
—Hola, mamá —la saludó con una sonrisa justo antes de envolverla con un fuerte abrazo.
—No puedo creer que estás acá —susurró ella contra su pecho, intentando que su voz no se quebrara ante la emoción.
Falló, y Pablo lo percibió de inmediato. Preocupado, se separó lo suficiente para mirarla a los ojos.
—Por Dios, hijo. ¿Estás bien? Se te ve tan...
—Solo estoy cansado, tranquila —le aseguró a la vez que acunó su rostro entre sus manos y limpió con sus pulgares las lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas.
Ella asintió, aunque no muy conforme, y lo instó a entrar.
—Te preparé algo de comer. Imaginé que estarías hambriento.
—La verdad que sí —aceptó mientras pasaba un brazo por encima de sus hombros—. ¿Papá ya se fue?
—Sí, quería esperarte, pero con lo que pasó, prefirió marcharse temprano.
—¿Hay alguna novedad?
—No, por el momento no. Ya pasaron dos días y los secuestradores aún no se pusieron en contacto. Eso le preocupa mucho. Teme que ellos...
—Eso no tiene por qué ser indicio de nada. Él sabe que a veces tardan a propósito. Juegan con la desesperación de los familiares para que no haya problemas al momento de pedir el rescate.
—Esperemos que tengas razón, hijo —respondió su madre con evidente angustia.
Una vez en el interior de su casa, se sentó a la mesa para compartir con ella un delicioso almuerzo. Esa era una de las cosas que más había extrañado al irse... la comida casera. Su demandante trabajo y el ritmo tan acelerado que llevaba, le impedían cocinarse, por lo que siempre terminaba comiendo algo al paso. Al terminar, tomaron café mientras ella le contaba lo que había pasado. Sin embargo, no tenía detalles ya que Gabriel no había vuelto a estar consciente luego de su operación de urgencia.
Pablo no pudo evitar tensarse al oírla. A pesar de que no estaban en contacto, seguía sintiendo un gran aprecio hacia él. Habían sido amigos desde siempre y saber que estaba grave, lo ponía mal. ¿Por qué mierda no se puso un maldito chaleco antibalas? Tenía claro que no estaba custodiando al presidente, pero ante la presencia de amenazas, debería haber tomado los recaudos necesarios. Algo debió distraerlo para que lo tomaran por sorpresa de ese modo. No encontraba otra explicación. Habían entrenado juntos al entrar en la policía y si bien no continuaron por el mismo camino, sabía que era muy bueno en su trabajo.
Por lo poco que había oído en las noticias y algo más que le comentó su madre, se hizo una idea de lo sucedido. Aun así, necesitaba más detalles. ¿Por qué tanto interés en secuestrar a la hija de Norberto Mancini? ¿Buscaban dinero o se trataba de una movida política? Cerró los puños al imaginarse la situación. Hacía años que no veía a Daniela y aunque ya de pequeña había demostrado ser intrépida, estaba seguro de que estaría asustada. Una vez más, una extraña sensación lo invadió de solo saberla en peligro. ¿Por qué le afectaba tanto si apenas la conocía?
ESTÁS LEYENDO
Bajo su custodia
RomanceEN FÍSICO. Editorial Tentación. Ganadora #wattys2021.🥇 Libro 1 Serie Peligro. ♡ Daniela es hija de un político en campaña y, como tal, blanco permanente de amenazas. Molesta por tener que soportar siempre la presencia de un guardaespaldas, suele a...