Cap. 5 La boda

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— ¡¿TE ESTAS ESCUCHANDO, NEMU?! — Grito exasperado el peliazul mientras su gemelo trataba de tranquilizarlo.

— Es verdad. — Argumentó simplemente el rubio sentado al frente del escritorio del Okumura menor.

— ¡¡¡Tú!!! — Rugio entre dientes cruzandose de los brazos, que si no lo hacía estaría directo a saltar encima de él.

— Tranquilizate Nii-san. — Pidió Yukio, agotado de todos el griterío lleno de insultos de su hermano mayor.

— ¿Qué me tranquilice? — Pregunto con una voz tan tranquila hizo fruncir el ceño a su hermano. — Me pides que me tranquilice... — Utilizó una sonrisa que dio escalofríos a los demás presentes. — ¡¡¿Cómo quieres que me tranquilice. Cuando este idiota se dejó engañar por otro idiota?!! — Se paró bruscamente y golpeó con la palma de sus manos el escritorios. — Prácticamente le quitamos la casa a una persona y de manera ilegal. — Se desordenado el cabello y empezó a caminar en círculos.

— Prácticamente si fue legal. — Volvió a hablar el de rizos rubios. — Rebice todos los documentos que traía el vendedor. Todo está en orden, así que esa joven no podrá quitarle nada.

Rin hizo caso omiso a todo lo dicho, le interesaba poco la opinión de su abogado, lo único que le importaba es que le había quitado la casa a Kamiki Izumo, aunque no fuera así, se sentía de esa manera.

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Quería respuestas, eso lo tenía claro, pero también temía por el simple echo de que había muchas maneras de perder ante el estúpido futbolista de pacotilla.

"... necesitarás fuerzas cuando mis abogados lleguen..."

Izumo suspiro de nuevo. ¡Maldito desgraciado podrido en dinero!

Dejo todo pensamiento de posibles asesinatos y decidió concentrarse en preparar algo de comer, porque ni loca comería lo que el futbolista de pacotilla le hizo por la mañana antes de que se retira a quién sabe dónde.

Dirigió su mirada al jardín, sonrió recordando que su madre y ella se encargaban de regar las plantas. Como extraña aquellos momentos llenos de alegría.

Apretó con fuerza el cuchillo mientras cortaba las verduras y se prometió a si misma recuperar su casa costará lo que costará.

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— No puede ser... — Murmuró con la voz quebrada apretando con fuerza sus puños sobre su falda.

Hace aproximadamente una hora había regresado Rin Okumura, quien la convenció de almorzar antes de hablar/discutir lo que sucedía con su casa; una vez terminado de merendar, el peliazul le habló sin titubeos toda la información que había obtenido, aunque mantenía la mirada lejos de los ojos de la pelipúrpura.

No podía creer que su amigo, su mejor amigo. Aquel jovencito menor por cinco años le haya traicionado de aquella manera, a ella que lo había cuidado desde que era pequeño, a ella que siempre estaba para el y más de una vez le había echo ropa exclusiva.

No. ¡Mierda! ¡No!

Le dolía que la persona con la que más tiempo pasó durante su vida le haya echo aquella infamia.

Se mordió su belfo inferior reprimiendo las lágrimas mientras observaba el documento privado de compra-venta de la casa donde estaba sus huellas digitales y la firma de ella y su ami.... de ese sujeto.

¿Qué haría ahora? ¿Cómo se defendería? Demostrar que ella era la verdadera dueña iba a ser un largo proceso y costaría mucho dinero -el cual le hacía falta-.

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