Capítulo Ocho

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Recuerdo no haber tomado estas pastillas, esas que había encontrado en mi mesita de noche. Vi la nota de Oliver diciendo que regresaría luego, sin embargo no lo esperé para que lo hiciera. Esas tabletas blancas ahora me estaban causando un dolor de estomago terrible.

Abrí una vez más la tasa del inodoro expulsando todo, o más bien, algo de lo que en mi estomago quedaba. Estaba sudando a mares, literal. Mi cabeza daba vueltas sin enforcar realmente a algo en especial, mis manos, mis pies, se habían convertido en unos extraños borrones visuales. Ni siquiera me di cuenta de cuanto tiempo Oliver se encontraba en mi habitación después de haber vomitado por sexta vez en mi baño. Solo sentí las vibraciones de sus gritos, de como el agua del retrete vibraba al igual que yo.

Intenté mirarlo a los ojos. Y cuando lo hise preferí no haberlo hecho.

Esa impulsión me estaba acechando de nuevo, quiero decir, esa sensación de degustación, de poder. De control.

Oliver me había hecho esto, estaba más que furiosa con él. Estaba ardiendo. Mi cuerpo estaba ardiendo, el metal rechinaba. ¡Esto era más que magnifico!

–¡Tú! –Le grité por encima de toda la tensión que crecía en mi interior. Oliver me miraba atentamente con sus manos temblorosas. Noté la gota de sudor que caía de su mano hacer estruendo con el azulejo. Lo mismo había pasado la vez anterior. Todo esto. No estaba asustada.

–¡Todo esto es tu culpa pequeño insecto! –Lamentablemente no podía detenerme. Lo quería muerto. Quería lastimarlo. Hacerle tanto daño que gritara implorandome que no lo estrangulara.

Estas pastillas por alguna extraña razón me habían caido tan mal que quería tortutar a Oliver como diera lugar.

Mi hermano me estaba gritando, me gritaba y me gritaba pero no le lograba escuchar nada, por un motivo quería escuchar su voz. Me estaba acercando lentamente a él, como un león haría con su presa, acechandolo. Oliver retrocedía por cada paso adelante que yo daba. De un momento a otro ya estaba sobre de él. Lo tomé de la garaganta empujandolo contra la pared. Me miró con ojos suplicantes. Le miré, y entonces el poder se fue dejandome vacía completamente.

Lo abracé. Como lo había hecho antes.

Mae –Sentí como lloraba enterrado en mi cuello silenciosamente. Lo abracé más fuerte. Volvió a repetir mi nombre. Aun no dejaba de temblar, hubiera temblado también pero estaba bañada en mi sudor como para poder hacerlo.

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Mi madre entró a la cocina más entusiasmada que nunca, nos preguntó si nos gustaría que prepara chocolate, el favorito de Oliver. Por suerte no había notado el hedor horrendo que rondaba por la casa. Llevaba una falda por debajo de la rodillas, la última vez que se la había visto puesta había sido cuando la madre de Jay le había llamado para tomar el té con ella. Supuse que ahora se trataba de su nuevo novio modelo. Parecía. No me sorprendería si en este momento mamá nos lo dijera.

Se sentó en la mesa junto a Oliver, yo estaba frente a él.

–¿Y que tal les ha ido chicos? –Destapó lentamente el agua embotellada que llevaba mirando a Oliver y luego a mi. No dijimos mucho, nada. Oliver se removió incómodamente de su silla con la mirada baja. Estuvo esperando un rato hasta que despues finalmente captó el momento.

Ahora mi madre estaba algo incómoda.

Me había asegurado de llevar mi bufanda y mi muñequera preferida, la única que tenía. Recuerdo haberla comprado con Zeta en un bazar por un dólar. Estaba algo confundida por mis emociones, sentía algo vacío en mi interior después de la escena que había hecho con Oliver.

–De acuerdo, ya que cómo nadie quiere hablar lo haré yo –Hizo una pequeña pausa para después darnos una mirada llena de esperanza–.¡Me voy a casar!

Oliver miró a mi madre alarmado. Sé lo que iba hacer. Iba a reclamarle, gritarle e insultarle para después encerrarse en su habitación a llorar, justo como había hecho cuando nos había anunciado que se separaba de mi padre. Ahora no tenía tiempo de esperar a que su coraje pasara esperando afuera de la puerta de su habitación implorandole para que me dejara entrar. Lo necesitaba. Ahora.

Seguía sin comprender del todo lo que me estaba sucediendo. Necesitaba enteder lo que me ocurría. Y el único fanático de lo sobrenatural aparte del hombre que se hacía llamar John era Oliver.

–Fantástico madre, totalmente. Les felicito. Con quien quiera que te vas a casar –Estaba tomando a Oliver del brazo levantadolo directo a la escalera. Se jaló librandose de mi agarre. Su mirada era diferente, nueva. Era una mirada depredadora.

–¡NO! ¡No aguanto que seas tan estúpida! –Mamá se congeló en su asiento. Al igual que yo–.¡No puedes andar de pub en pub manoseando a hombres, trayendolos a la casa y luego casarte! –Espera, ¿ha dicho pub? ¿En serio?

–¿Y tú niño como sabes eso? –Alzó la voz regorosa. Oliver se volvió a callar encontrando las palabras adecuadas para decir. ¿Era solo yo o ella también pensaba la misma insinuación?–.Oliver ¿me espiaste? –Silencio.

Estaba preparada para ir tras de él cuando se subiera corriendo a su cuarto, estaba preparada para entrar justo después de que él lo hiciera. Esta vez no me cerraría la puerta en la cara. Pero algo nuevo ocurrió. Sí iba corriendo, pero no directo a la escalera si no a la puerta de la entrada.

–¡Oliver vuelve! –De todas formas corrí lo más que pude tras de él. Ocurrió otra cosa más extraña. Parpadeé y ahora estaba frente a él chocándolo. Él cayó al suelo mientras que yo seguía parada cuando hace un segundo había sentido como si una pluma me chocara en vez de mi hermano. Como una roca, una pesada y fuerte roca.

–¿QUÉ MIERDA HA SIDO ESO? –Para ser sincera ni yo tampoco lo sabía. Esto había sido emocionante.

¿Cómo que qué mierda?–.No lo sé Oliver, ya te lo dije. Solo quise alcanzarte para que no fueras un niño rebelde de la calle.

–¡No quería que me derrumbaras! –Levantó los brazos exasperado.

–¡No quería que te fugaras! ¡No-seas-ridículo Oliver! ¿Escaparte, en serio?

–¡No me iba a fugar! ¡Me iba a ir con mi padre! –Le miré perpleja. Atónita. Soprendida. No me lo había pasado por la cabeza, fui una estúpida. Estúpida, estúpida–.¿Creíste que me escaparía a otro lugar? Si es así ¿en dónde crees que me hiría? A DÓNDE? No tengo amigos, no hablamos realmente con nuestra familia, ni tengo un lugar para el cual pueda recurrir. ¡Estoy harto de esto Mae! ¿Qué no lo entiendes?

–ENTONCES QUÉ QUIERES QUE HAGA?

–¡Dejarme en ir!

Tragué con dificultad. A pesar de que ya estaba oscurenciendo le veía el rostro como si fuera mañana. Entonces comprendí. Tenía que dejarlo ir, él no estaba feliz aquí. Estaría feliz con mi padre, imaginé que luchar porque se quedará no lo haría cambiar de opinión. Así que eso hice, lo dejé ir.

–No olvides repasar todo del pizarrón. – Se acercó a mí y me besó la frente–.Si quieres ayuda solo hazmelo saber. Ya sabes donde encontrarme.

Y con eso finalmente se fue. 

 Por supuesto que ya sabría dónde podría encontrarle, pero siendo honesta creo que estaría sería la última vez que lo vería.

Nota de la autora: 

Lo sé, es corto pero lo recompezaré con el siguiente cap. 

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2014 ⏰

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