• CARMEN •

• Capítulo 19 •

Jake había recibido una llamada poco después de haberle contado lo que había sucedido con sus archivos. Suavemente, la acompañó al cajero y pagó la cuenta. Afuera, la besó en la mejilla con ternura y se alejó, dejándola en la acera mientras se alejaba por un callejón oscuro.

Sola en la calle, se sintió libre. Pasó los dedos por la barandilla húmeda de la barandilla de contención y se dirigió río abajo. Rodeada por una fachada exterior decorada con ladrillos simples y grandes ventanales, dejó que se le salieran las lágrimas. Llovió un poco, de modo que sus lágrimas se mezclaron con la lluvia. La calle estaba casi vacía, excepto por unos pocos grupos de jóvenes que seguían sus caminos. Cuando llegó a Dunston Rod, pasó la pequeña plaza donde había bicicletas de alquiler organizadas milimétricamente y siguió caminando hasta llegar a la barandilla de seguridad alrededor del río. Subió los escalones hasta el rellano más cercano y comprobó si no había nadie alrededor, luego se sentó. Eres una mujer libre Ella quería reír, y antes de que pudiera entender, se estaba riendo. Riendo de felicidad por algo que ni siquiera sabía si era verdad, pero Jake no tenía motivos para mentirle. Ya estaba acostumbrada a ser perseguida por la policía, no sería nuevo. Pero cuando le había dicho esas palabras, su mundo entero explotó dentro de ella y solo ahora ella entendía lo que eso significaba. Ella podría irse en paz.

Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, pero de felicidad. Como había adoptado una forma de vida así, solo podía ver dos formas de salir de ella: entrando en una prisión o en una caja de madera. Nunca había considerado que en algún momento sería una mujer libre. Que se sentiría completa de nuevo, tal como se sentía en ese momento. Aunque todavía tenía que lidiar con Raven, bueno, ese era el menor de sus problemas. Ella quería gritar y despertar a la gente. Sus ojos miraban el cielo nublado, pero algunas estrellas se atrevieron a brillar en las nubes. Una estrella en particular, que ella había decidido ridículamente llamar Big Dipper (aunque no tenía conocimiento de astronomía), brillaba fuerte y dominante sobre los demás. Regina siempre miraba al cielo y miraba a esa estrella de repuesto como si fuera su padre mirándola. La hizo sentir bienvenida como si nunca la hubiera dejado. "Gracias por cuidarme siempre, papá", susurró, sonriendo.

Entonces, Regina inclinó la cabeza y rezó. Parecía absurdo que lo hiciera un ladrón internacional, pero allí estaba, con los ojos cerrados y las manos cerradas en oración para que Dios protegiera a su gente y a sí misma, perdonara todas las malas decisiones que había tomado durante sus años de vida. Sabía que había mucho en su lista, pero desafiando la gran lógica de los escépticos, ese pequeño puente como un ser superior que posee cualidades perfectas por encima de su comprensión le trajo esperanza. Espero que alguien entendiera lo que ella guardaba en su corazón, debajo de todas esas capas de incredulidad y desconexión.

Se quedó allí un rato, pero también sintió como sus jeans comenzaron a mojarse, al igual que su cabello mojado. Su primera y única suposición fue Robin y era completamente innegable. Nadie más en Interpol querría su libertad. Nadie más arriesgaría su trabajo; de hecho, ella no podía creer que lo hubiera vuelto a hacer. Había arriesgado su libertad para asegurar la de ella. Desde el primer momento, le había gustado, pero en ningún momento se permitió bajar la guardia. Su historia no le permitiría, incluso si ella quisiera confiar. Un pie adelante y tres pies atrás, así es como siempre funcionó. Pero él había invadido sus barreras un poco y, aunque ella no se había abierto lo suficiente para él, él había logrado acercarse más a ella que otras personas en sus cinco o siete años de socialización. Robin era tan tonto que a menudo parecía un adolescente con su primera pasión universitaria. Definitivamente no era bueno para ocultar su fascinación, no era bueno para ocultar los celos, no era bueno para ocultar su curiosidad. O tal vez no quería ocultarlo. Se sentía adorablemente cómodo en su compañía, y ella nunca, incluso desde el principio, sintió que no era bienvenida. Era como si él se propusiera tenerla allí.