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—Mamá me dijo que ya puedo empezar otro tipo de materias. —le cuento con entusiasmo a Charles una vez que las clases del día han terminado.
Estamos en su habitación personal. Por la ventana ya se ve que falta poco para que el sol se oculte en su totalidad. Charles se peina el cabello hacia atrás, que desde que recuerdo lo ha mantenido largo. Me es difícil imaginarlo con el cabello corto a estas alturas.
—Ya era tiempo de que Lara se diera cuenta. —dice él. —Algo más pasó hoy.
La sonrisa me delata, aunque también mi cabeza. No dejo se pensar en el rato que pasé junto a Jeremy. Siento que le gusto, y si él no ha notado que me pasa lo mismo me moriría de la vergüenza de tener que decírselo en voz alta.
—Estoy muy feliz, Charles.
Él se acerca con su silla hasta estar el uno frente al otro.
—Me alego mucho por ti, Lili, pero no quiero que tu felicidad dependa de ningún chico.
—O chica. —le recuerdo con una sonrisa.
—Sí. —Charles me acaricia la mejilla. —Pero es en serio. No puedes esperar a que alguien se fije en ti para sentirte feliz. Tienes muchas personas que te hacen feliz desde antes que apareciera ese joven.
—Lo sé. Te tengo a ti, a mamá, a papá, a Jean, a mis tíos. Incluso los revoltosos de mis primos. Son molestos, pero los quiero mucho.
Luka y Kyra adoran meterse en problemas aunque parezcan unos ángeles. Si las cosas salen como pienso, pronto estarán en la escuela haciendo de las suyas.
—¿Has hablado con tu madre?
—¿Sobre qué?
—Erik.
Con sólo escuchar ese nombre se me borra la sonrisa del rostro. Me levanto de la cama dándole la espalda a Charles. No quiero que vea lo molesta que me pone, pero ya debe de saberlo. Él siempre lo sabe todo de todos.
—No quiero.
—En el fondo quieres respuestas.
—Pero no es posible. Mamá no me las dará jamás. Sabes cómo es ella cuando no quiere hablar de algo en específico. Y si todavía no me ha dicho nada en concreto de Erik, entonces nunca lo hará.
