Bohemia

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La luz natural concedida por el sol de la mañana era lo único que le propagaba, aunque sea un mínimo calor, a la habitación sepia de aquél pequeño departamento en las afueras de Piltóver. Un hombre dormía, solitario, sin razón alguna para despertarse y un cansancio tal como el del más explotado de los trabajadores. La soledad y la angustia le cedían ese peso doble a su pecho, golpeándolo como si no valiese nada.

Lo único capaz de despertarlo de aquel sueño en una mañana tan fría, fue el aroma de un desayuno que llegaba de vez en cuando sin avisar, infiltrándose en su organismo con una suavidad que no se merecía.

Abrió los ojos con lentitud, rezando por encontrarla y allí la vio; a varios metros suyo, de pie en el pequeño balcón mientras mantenía la mirada firme hacia el puerto. Lo único que vestía era un pantalón grande, probablemente lo había tomado de su cajón mientras él aún descansaba. Su espalda desnuda se cubría casi por completo por sus despeinados cabellos rubios, los cuales se notaba había recortado por sí misma días antes de regresar a él. La observó un momento, tratando de recordar aquella escena para guardarla en su corazón, y luego, retratarla en algún trozo de hoja junto a todos los demás que ella le regalaba.

Luego de un par de minutos se levantó, y el piso a sus pies crujía mediante se acercaba hasta la mujer. Ella supo que se aproximaba, más decidió no verlo a los ojos aún. Tenía que sentirse suya antes de entregarse, y él, como si creyera aún que era sólo una fantasía, la abrazó lentamente desde atrás, pasando sus grandes y algo rasposas manos sobre el vientre de la dama. La sintió delgada, fría, con hambre. Un hambre que antes era habitual, pero que ahora podría llegar a ser incluso preocupante para ella. Sus caderas también estaban mas delgadas que la última vez que la vio, sus brazos incluso con menos fuerza.

Pero conservaba su belleza nata, aquella que también la condenaba a vivir de aquella forma.

-... No tendrías que haber esperado que me despierte para desayunar.

Rompió finalmente en silencio entre ambos. Ella posó una de sus manos sobre las contrarias y suspiró como si se sintiera más aliviada.

-Te veías muy cómodo durmiendo. No quise molestar.

-Nunca me molestarías.

Agachándose hasta su altura, dejó un beso en la mejilla de la rubia. Subió una de sus manos hasta sus costillas, sintiéndolas a flor de piel.

-... Tampoco deberías estar aquí afuera considerando el frío que hace.

-No me gusta quedarme en tu departamento como si fuera mío.

-Ya te dije que no es molestia -volvió a besarla-, pero de todas formas, que sepas que estás dándole un espectáculo a los marineros.

Ciertamente, varios hombres en el puerto tenían el descaro de elevar la cabeza hasta intentar divisar a la preciosa dama casi desnuda que observaba el mar desde aquél viejo balcón.

-... No es nada que no hayan visto antes, de todos modos.

Esta vez, la sujetó del mentón con cuidado y apoyó sus labios en su frente. Era una forma pacífica de decirle que olvide aquello un momento, aunque sea mientras estaba con él.

Y sólo entonces, pudo verlo nuevamente a los ojos.

🌪️

Yasuo, a pesar de la insistencia de la rubia, permitió que degustara gran parte de la comida que ella misma se había encargado de preparar. La vistió con algunas prendas que ya había dejado allí en sus otras estancias por su hogar, y charlaban un poco con respecto a qué había sucedido con ambos mientras no estaban juntos. Había sido poco más de tres meses, una eternidad para ambos si estaban lejos, poco más de un instante si lo pasaban en la misma habitación. Luego de ponerse al día, no hubo mucho más que decir, la mayoría de las veces permanecían callados y sólo oían el viento pasar por la ventana.

La Dama del Viento || Yasuo x JannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora