PROLOGO

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Una calurosa tarde de jueves, regresaba del trabajo con la ya gastada idea de por fin completar mis tareas pendientes en cuanto llegase a casa.
El cielo comenzaba a tornarse oscuro mientras que en mi cabeza por segunda vez consecutiva el estridente bombo que acompañaba a los soldados del páramo resonaba en mi cabeza.
Disfrutaba mi experiencia de vuelta a casa escuchando mis canciones favoritas y al mismo tiempo viendo a la gente caminar a través de la ventanilla del autobús.
 Todo marcho con normalidad hasta que ese característico sonido de mensaje hizo vibrar mi teléfono. La campanita me saco de mis pensamientos por un segundo hasta que de nuevo y sin tomarle importancia al mensaje, me perdí en la infinidad del ahora anochecido cielo.
No revise mis mensajes ni aun llegando casa, pues mi estomago demandaba atención.
Prepare algo de comer y me dispuse a seguir la rutina diaria, las tareas se quedaron igual de pendientes como en los últimos meses y en su lugar me concentre en terminar una serie que me había quitado el sueño.
De nuevo la campanita de mensaje se hizo notar y fue entonces que después de horas, tome mi teléfono para ver quien con tanta insistencia lo hacia sonar.

—No puede ser—Me dije a mi misma. Ese nombre me era familiar:

—Hola, tu. ¿Me recuerdas? —Decía el mensaje con clásicos emojis adjuntos al final.
—Hola
—Hola
—Hey, tu...

Bote el teléfono a la cama y la primera pregunta que vino a mi mente fue:

—¿Qué demonios?

Muchos recuerdos vinieron a mi cabeza como pequeños flashbacks, me dolió el estomago a ver su nombre junto al mensaje. No podía creer que después de tantos años fuese el quien me escribiera. Miles de emociones se mezclaron dentro de mí, dejándome sin aliento.

Nuevamente la campanita sonó y me dispuse a contestar. Nerviosa abrí la pantalla del chat y comencé a escribir, varias veces borré el mensaje, no sabía que decir.

—Vamos, Amelia, ¿Por qué te pones así? Ya han pasado años, contéstale de forma normal, como si fuera cualquier otra persona. —Me animaba.

Tomé coraje y respondí. La inmediatez de respuesta me sorprendió, ni bien había bloqueado la pantalla cuando la campanita volvió a sonar. En otro contexto, hubiese tardado horas e incluso días en obtener respuesta de su parte.
La platica desplegó una serie de interminables mensajes que se prolongaron hasta la madrugada. Hablamos de nuestras nuevas vidas, mandábamos imágenes graciosas que ilustraban nuestras historias e incluso recupere fotos viejas de ambos que no hubiese imaginado volver a ver nunca.

Inesperadamente me propuso una cita en plan amistoso, fue ahí cuando tarde en responder. Era un hecho, volvería a verlo después de tres años ¿Qué tan malo podría resultar? ¿Qué tanto habrá cambiado? No quería, pero había un impulso dentro de mi mas fuerte que mi voluntad.

—Claro, nos vemos el sábado—Respondí sin esperar respuesta.

Presioné el teléfono contra mi pecho. No pude dormir esa noche.

Llego el fin de semana, busqué mi mejor atuendo y partí a mi tan ansiado encuentro con aquel que me rompió el corazón.
Se que pude haber dicho que no, pero cualquiera en mi lugar hubiera dicho que sí, estoy segura.
No fue difícil de encontrar al alto de ojos verdes que aun sin hacer nada destacaba de entre la multitud.
Nos hundimos en un profundo abrazo cuando nos vimos, lleno de ternura, hizo un énfasis en mi estatura y luego de eso comenzamos a caminar hasta que encontramos un cómodo lugar para sentarnos.

Ahí fue donde me entere que solo estaría en la ciudad poco tiempo, pues ya no vivía aquí. Se mudo en cuanto termino la preparatoria.

Qué manera tan simple de dejar atrás el pasado—Me dije a mi misma

Hablamos por horas, hicimos cosas como en los como en los viejos tiempos. Era el mismo, todo en el era igual, y me refiero a todo, incluso su fala de amor propio.
Me coqueteaba, pude notarlo, pero no le di importancia, evadía su mirada, pues su manera de enarcar la ceja cuando me preguntaba algo aun me dejaba escapar furtivos suspiros.
La noche nos consumió, y yo tenia que volver a casa. Me llevo hasta ella, algo que no vi venir, pues el lugar donde se estaba quedando estaba al otro lado de la ciudad, de norte a sur.
Creí que jamás lo volvería a ver, pero en cuanto subí a mi habitación, la campanita sonó de nuevo. Era el me pidiéndome que lo acompañase al aeropuerto para despedirlo. Acepte sin dudarlo

Había sido un buen día, volver a verlo además de traerme de vuelta viejos recuerdos, me hizo darme cuenta de muchas cosas.

Dos días después volvimos a vernos y de una vez por todas le entregué las cartas que le había escrito, después de todo, eran para él.

—Nunca imagine haberte hecho tanto daño. —Me dijo cuando llegó a la carta número doce. —Pero me voy a encargar de que la segunda parte tenga un final feliz

No le tome importancia a eso último, después de tanto, ya no creía en él, no esperaba nada de él.
Luego de un rato nos despedimos, su vuelo saldría pronto y tenia que estar en la zona de abordaje lo más pronto posible. Creí que pasaría, estábamos muy cerca, podía oír su corazón latiendo rápido cuando nos abrazamos, por un momento quise que pasara y lo iba a hacer, iba a tomar la iniciativa, pero me detuve. Se bien que el también quería que pasara.

—No te metas en problemas, no por ahora. —De estar muy cerca de mis labios, subió a mi frente para besarla e irse.

Antes de entrar por completo al pasillo de abordaje, me grito:

—Recuerda que las segundas partes son las mejores

Yo no hice mas que sonreír y despedirlo con la mano. Por mas que quisiera, nada podría volver a pasar entre nosotros por dos razones:

La primera: Yo tenía novio
La segunda: Si el no sabe amarse a si mismo, no puede amar a alguien más.

Hasta el momento seguimos hablando, me jura que hará las cosas bien, que esto realmente está pasando, que volverá para quedarse, pero yo solo sigo expectante a su siguiente movimiento.
No sé a que volvió, no sé qué objetivo tiene al involucrarme de nuevo en su vida, pero si de algo estoy segura es de que después de lo que paso hace tres años, lo que pase ahora no será lo mismo y tal vez no por que no se pueda, si no porque ahora soy yo quien no quiere esforzarse de nuevo, al menos no aun. 

LAS 12 CARTAS QUE NUNCA RECIBISTE (PARTE II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora