La Noticia

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La madriguera era un lugar especial para él, aquí encontró a su verdadera familia, aunque no compartieran en lo más mínimo una gota de sangre o mágica.

Harry no lo pensó dos veces antes de aparecerse en la colina junto su amigo pelirrojo. Ha pasado un par de semanas desde que aceptó entrar a la crucijada de la venta ilegal de transportadores. Ron con gusto acepto a su jefe al igual que su viejo amigo. Se había cansado del papeleo en el escritorio y también había decidió ir al trabajo del campo desde su fallida relación con el rubio.

¡Bebé! Un bebé fue lo más loco que pasó por su mente, no cree ser un padre excelente. Su plan sólo fue una pareja estable y sexo estable, pero no, alguien en el cielo juega con algún hilo que quiere convertirlo en padre.

La voz de Molly Weasley se escucha más potente a cada paso que dan los dos.

—¡Ya estamos en casa! —grita Ron.

La señora Weasley sale de la cocina con un trapo en la mano y se acerca abriendo sus brazos para darles un fuerte abrazo. Desde la guerra es algo que Molly inconsciente hace desde que perdió a Fred.

—¡Por Merlín! Que delgados están. Siéntense en la mesa ahora mismo estaré sirviendo la comida. ¡Arthur! Los chicos están en casa, baja.

La mujer se va a la cocina, el moreno desabrocha los botones de la túnica de auror. Ron ríe al escuchar los pasos en la escalera, mueve su dedo contando hasta tres, Harry lo ve raro hasta que...

—¡Harry! Ya regresaste —la pequeña pelirroja se enreda en su torso con una sonrisa, solo atina a regresarle el gesto. Agradece que Ginny con su carácter de los mil demonios no este enojada ahora por no incorporarla al pelotón, seria un fastidio ver su mirada recelosa en cada pasillo del departamento de aurores.

—Yo también regrese Ginny.

La chica voltea a ver a su hermano sin romper el abrazo con el ojiverde. Lo mira de arriba abajo alzando sus hombros restándole importancia. Ron solo ruedo los ojos. Molly grita que ya pasen al comedor.

Las llamas verdes se avivan en la chimenea. La Ministra de Magia sale de ella.

—¡Chicos ya regresaron! —la chica sin importar se siente en una de las sillas—. Gracias a Gryffindor que regresaron, no podía aguantar un segundo más estar al pendiente de tu departamento Harry.

El moreno ríe.

—Son un fastidio.

—¡Hermione! Te quedarás a comer verdad, te veo pálida, acaso esa chica no te alimenta bien.

—¡Mamá! —Ron habló de advertencia. Su madre y Parkinson se declararon la guerra, no llegan a los insultos, pero la tensión está ahí.

—¡Es la verdad! Esa niña no me deja ver a mis nietos, querida ¿Cuando los podre ver? Hasta que entren a Hogwarts —se cruza de brazos— esa serpiente no entiende que soy su abuela.

Ron niega y Hermione solo pasa sus dedos en la frente.

—Prometo que los traeré el fin de semana. Molly. Ginny será que tienes los papeles que te pedí.

La chica asiente hasta de salir del comedor, solo se quedaron ellos tres después de que la matriarca siguiera preparando su tarta de calabaza.

—Realmente necesito una vacaciones o explotare —los tres chicos se ríen.

—Es la vida que elejimos Mione, estamos acostumbrados al revuelo.

La comida transcurrió bien, los cuatro adultos se sientan en la sala para conversar sobre la misión y otros asuntos. Si alguien les diría a sus yo de las guerras que estarían los cuatro ahora como adultos platicando de política, realmente ni creerían que estuvieran vivos aún.

Plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora