Bienvenido A La Partenidad

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Abrió los ojos. No se sorprendió estar en la habitaciones de San Mungo después del desmayo, espera que Draco no se moleste con él. Se llevó una mano atrás de su cabeza al levantarse con rapidez el pinchazo del dolor llegó.

—Ya despertó Señor Potter. —una enfermera le sonrió llevando una poción. Harry lo tomó sin pensar dos veces, aliviando al instante el dolor de cabeza. Le bruja le sonrió nuevamente—, Su pareja se encuentra en laboratorio esperando el resultado de la muestra de sangre. Piso uno, pasillo izquierdo.

Un leve gracias susurro antes de colocarse la prenda superior del traje de auror. Salió del pasillo encontrando a la Medibruja Kent. La mujer disimula una sonrisa burlona cuando pasa alado de ella. El rodó los ojos, ella solo alza los hombros antes de entrar a otra habitación.

Él era Harry Potter, Jefe del departamento de Aurores a la corta edad de veinte tres años, el más joven en ocupar este puesto. Es quien venció al mago más tenebroso de todos los tiempos y se desmaya al descubrir que son gemelos. Se pasa la mano por su pelo al llegar al ascensor.

Esto era demasiado, era algo abrumador. Entró al pasillo izquierdo tal como lo dijo la enfermera. El rubio se encuentra sentado viendo hacia arriba. Se sentó a lado suyo.

—¿Cómo estás? —no había alguna emoción en su pregunta.

—Bien.. Creo.

El ojigris soltó un suspiro antes de regresar su mirada.

—Seré sincero Harry —por primera vez vio sus ojos opacarse un poco—, Llegaste más lejos de lo que imagine, si estás listo para irte no hay problema, estoy preparado para esto.

—¡Espera! Espera solo un minuto ¡Por Grodic! Apenas estamos intentando se una pareja, un bebé estaba bien, pero dos son muchos yo...

—Si quieres abandonar esta bien, estas a tiempo.

—¡NO! —grito levantándose del asiento. Sabía que varios voltearon al gritar. Dio dos pasos atrás y luego hacia adelante. Antes de darse media vuelta y salir de ahí.

Camino por la estancia viendo el jardín por las ventanas, siguió caminando hasta llegar a una sección del jardín que nunca vio. Ahí se encuentran niños jugando de un lado a otro. Se desconcertó que en San Mungo hubiera una pequeña estancia ahí.

Una pesadez se instaló en el estómago al ver varios niños jugando en una resbaladilla. Se armo de valor antes de enfrentar su miedo. Era momento de sacar su lado Gryffindor. Dio varios pasos hasta quedar enfrente del pequeño parque. Ni siquiera sabe si le agradan los niños.

—Saca tus malditas manos del bolsillo, pervertido —una varita se clavo en la garganta, pero esa voz la reconocía.

—¡Neville! —alzó las manos al darse la vuelta encontrando a su antiguo compañero de habitación. El castaño retiro la varita antes de darse un abrazo—, Hace tiempo que no se nada de ti. ¿Qué haces aquí?

—Vine a traer a mis hijos —dijo con tranquilidad. Se sorprendió al escuchar eso, tanto de había metido en su trabajo que ya no sabía que rumbo tomaron sus compañeros de casa—, Creo que la pregunta sería más bien para ti ¿Qué haces en esta sección? Tú ni hijos tienes.

Neville espero paciente la respuesta, el semblante de su amigo era pálido. Coloco su mano en el hombro dando valor.

—¡Yo tengo hijos! Bueno aun no. Yo no sabía, me lo dijo hace un mes y vengo por el estúpido ultrasonido el que hacen por dentro.

—Se de lo que hablas. Ven conmigo —lo arrastró al lugar donde hay una pequeña banca. Saco dos botellas con zumo de calabaza uno se la dio.

El ruido de los niños eran un fondo tétrico para Harry, batallo con el tapón, hasta que el otro mago le enseñó como.

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