T1: OO3

828 72 23
                                    

—Papá, ¿Cuando podremos ir a ver a mis hermanas?.— Daniel tomo un sorbo del juego de uva mientras miraba a su padre por encima del vaso de vidrio.

—Veré si podemos ir este fin de semana— Respondió Temo. —¿Y? ¿Ya hicistes amigos?.—

—Se podría decir que si, dos son hermanas mellizas que por cierto una de ellas está medio loca y el amigo de ellas que se llama Julian, las hermanas se llaman Valeria y Juliana.— Contesto mientras terminaba de comer.

—Adivinó, la medio loca es Valeria— Sedujo, Daniel asintió. —Si, eso pensé, todas las Valerias están locas.—

Padre e hijo soltaron una fuerte carcajada por el comentario hecho por el mayor, Erick sólo veía a su padre y hermano reir.

Ese mismo dia ya de noche, los tres terminaban de comer mientras los más grandes contaban sobre su día de hoy.

La noche era algo friolenta, y el pronóstico del clima anunciaba lluvia.

Daniel se encontraba en su cuarto, terminaba de guardar todos los cuadernos que le tocaba mañana en su mochila.

Escuchó su celular sonar desde su almohada. Desbloqueando su celular vio en las notificaciones un número desconocido.

????:

—¡Holi!

—¿Eu? ¿Quién eres?

—¿Cómo qué quién soy?
me ofendes carnal

—¿Carnal? ¿Que clase
de criminal eres?

—No soy un criminal,
estás pendejo, ¡Soy
yo!, Valeria.

—Oh, disculpa, no me
acordaba que te había
dado mi número.

—Wey, ¿Neta tienes 14?
pareces un niño de 8 años.

—¡Oye! Tampoco tanta
confianza.

—We, me vale, solo
era para avisarte que
mañana toca deportes,
mañana ve con el
uniforme de deportes.

—Ta bueno :)

Después de terminar la conversación y de registrar a Valeria en sus contactos, dejó cargando su celular y se fue a dormir.

Dormía tranquilamente sin saber la lluvia de dolor que le estaba por caer encima.

|•|•|•|•|•|

La mañana había llegadoo y el joven adolescente se encontraba en su cuarto terminando de alistarse para baiar a desayunar y luego irse al colegio.

Una rutina bastante normal oara él, oero ahora había una diferencia. Antes sus hermanas solían entrar a su cuarto a molestarlo mientras terminaba de alistarse, pero ahora nadie entraba a su cuarto a molestarlo.

Tantas veces que deseo poder alistarse aunque sea una vez sin ser molestado por las mellizas, ahora deseaba tenerlas a su lado.

Miró un cuadro de sus hermanas que se postraba en las mesita al lado de su cama; sonrió con tristeza.

—¡Daniel, a desayunar!—

Operación Aristemo [Reescribiendo] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora