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Sus pensamientos estaban creándole un caos, no dejaba de mirarse por el espejo, observando aquellas marcas que me había dejado aquel chico, Jaebum. Ya hacia unos días de aquel vergonzoso incidente, dejarse por un droga y al final comportarse como un sumiso de mierda, odiaba esa sensación. Dejó caer sus puños sobre la mesa, gruñendo en lo bajo. Aún recordaba aquella espalda, las marcas de sus manos que había dejado, los gemidos del mayor; sus palabras.

Sólo una noche, precioso.

Lo odiaba, estaba sintiendo como su pecho se contraía con tan solo pensar en su nombre o recordar su precioso rostro. Odiaba ser el tonto que seguro seguiría pensando en esa noche o anhelar que otra vez se repitiera. Estaba jodido.

Salió de su habitación, cerrando sus ojos por el cansancio y soltando un suspiro pesado, dirigiéndose a la cocina para intentar distraerse mientras cocinaba. Ahora mismo necesitaba a su mejor amigo, Kunpimook. Le molestaba que el chico siempre le obligara hacer cosas pero al menos dejaba que sus crueles pensamientos fueran cosas sin importancia.

— Por una vez que te necesito no me llamas, qué triste es mi vida.— Dijo en alto, mientras abría su frigorífico para agarrar algunos ingredientes, verdura en general. Algo suave para pasar la tarde no vendría nada mal, su mirada se quedó fija observando la ventana que estaba al lado, vivía en un departamento amplio con preciosas vistas que daban a toda la cuidad. Ventajas de ser el hijo mimado de sus padres, de unos grandes empresarios. Sintió como el timbre sonaba repetidas veces se exaltó un poco ante la sorpresa, algo molesto porque no dejaban de tocar el dichoso objeto sin parar. Caminó rápido, abriendo la puerta, su mirada se enfocó en el joven que tenía su diestra apoyada en el marco de la puerta junto al timbre, no esperaba su vida más bien no esperaba volverlo a ver en su vida.— Jinyoung. — Murmuró algo inquieto, qué iba a saber qué volvería a ver a su ex novio después de un año sin saber de él.

— Yugyeom. — El mayor le dedicó una sonrisa para incorporarse, guardando sus manos en los bolsillos delanteros del pantalón, desviando la mirada.— Sé que hace un año no nos vemos, he venido aquí por cuestión de trabajo, aún así recuerdo perfectamente donde vivías y quise hacerte la visita. Lo siento por insistir tanto tocando el timbre pero quería asegurarme que estabas. — Sentenció mientras observaba a Yugyeom, había cambiado su porte, ahora vestía distinto, su pelo era de otro color y perforaciones. Se notaba el cambio que había recurrido en todos estos meses.

— Ehm, yo, digo. No te quiero ver aquí fuera, pasa, seguro tienes sed o algo, ¿no? — Ladeó su rostro dando paso al mayor, posicionando sus manos en la puerta en un leve agarre. Este pasó sin decir nada, observando al rededor con curiosidad. — ¿quieres algo? — Se sentía incómodo y sabía el por qué de su incomodidad, Jinyoung se comportaba diferente, tranquilo y amigable. Por eso se notaba inquieto y con algo de lejanía además de que a Yugyeom le costó superarlo, y volverlo a ver era como dar un pequeño paso atrás. Tragó saliva fuertemente haciendo que Jinyoung se percatara, de nuevo, la imagen de Jaebum encima de él, mierda por qué en estos momentos.

— ¿Mh? — Balbuceó se acercaba al joven, quitando sus manos de la puerta para cerrarla él mismo con cuidado.— Y no, muchas gracias, no quiero nada, estoy bien sólo quería verte, precioso. Cambiaste un poco tu departamento, ¿Kunpimook te ayudó? Igualmente no venía hablar de eso, Yugyeom no hace falta que me respondas. — Su mano directamente cayó sobre la pared a un lado del rostro del menor, acercándose peligrosamente a este mientras el joven se sentía cohibido por la proximidad de ambos rostros.— La verdad aunque vine para verte exclusivamente, también era para preguntarte, ¿hay un hombre en tu vida, Yugyeom?

Yugyeom soltó un pequeño quejido al sentir como la otra mano de Jinyoung se posicionaba al otro extraño de su rostro dejándolo cohibido ante él.— No, Jinyoung no hay otro hombre en mi vida. Y creo que todavía no habrá ninguno.— Quiso ser firme ante sus palabras aunque el nerviosismo se le notaba a kilómetros.

El mayor soltó una pequeña carcajada, mientras se acercaba hacia los cerezos contrarios rozando ambas respiraciones. — No sabes lo feliz que me ha puesto esas palabras, pequeño. — Sus manos bajaron hasta la cintura ajena para estrecharlo, y que Yugyeom se juntara con su cuerpo.— Te extrañé tanto, mierda. No sabes lo mucho que he pensado en ti, lo ansioso que estoy de tenerte de nuevo, solo quiero besarte, Yugyeom, déjame hacerlo.


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One night, nothing more. - Bgyeom. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora