CAPÍTULO 26.

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Desperté y lo primero que vi fueron unos ojos marrones que me miraban desde arriba. Brad sonrió. 

—Buenos días —dijo alegre mientras que sus ojos bajaban por mi cuello hasta llegar a mi pecho. 

Seguí su mirada y me di cuenta de que la sábana que había estado cubriendo mi cuerpo toda la noche se había bajado lo suficiente como para que Brad tuviera una buena. Me sonrojé brutalmente y rápidamente subí la sábana hasta el cuello. 

—¿Todavía sigues teniendo vergüenza después de lo que pasó ayer?

—Brad, si quieres empezar bien el día cállate. 

—Entendido —se rió, inclinandose para besarme. 

Gemí en sus labios y me separé de el cuando noté que su mano cruzaba el límite. El se quejó e intentó seguir, lo consiguió. Su mano acarició mi feminidad, haciéndome jadear. 

—Brad, para, es de día. Tu familia estará despierta y no quiero montar un espectáculo. 

A pesar de ayer haber perdido mi virginidad, pienso que nunca perderé la timidez cuando se trata de él. Estiré el cuello para ver por encima de la cabeza de Brad y miré la hora en el reloj electrónico del escritorio. Eran más de las ocho y cuarto. 

—Pero yo quiero que lo montes —susurró en mi cuello, erizándo mi piel. 

Tuve que sacar toda mi fuerza de voluntad para rechazarle y sacarle de la cama. Seguramente su familia ya se haya dado cuenta de que Brad no estaba en el sofá, y si saben sumar dos más dos (que seguro que saben) ya saben que estaba conmigo anoche. Con un poco de suerte no se imaginen que pasó. 

Me levanté de la cama enrollándome en la sábana, mala idea por que Brad se quedó sin que taparse, quedando desnudo encima de la cama. 

—¡Oh dios, Brad! ¡Tápate o algo!

—Pero si ya lo conoces —dijo soltando una carcajada. 

Negué con la cabeza pero sonreí. Era imposible discutir con el. Brad finalmente se levantó y cogió sus bóxers, poniéndoselos. Me fijé en la cama y en la mancha de sangre que había. 

—Mierda. 

—Problema —dijo Brad. 

Asentí dándole la razón. Ahora no podíamos hacer nada para disimular lo que ocurrió anoche. Era algo normal que dos adolescentes tuvieran relaciones, pero a la misma vez era vergonzoso haber dejado un recuerdo. La marca de "Brad y Alexis estuvieron aquí". 

—Si Mike se entera de esto se va a reír de nosotros de por vida —reflexionó Brad—. Podríamos quemar la sábana. 

—Claro, novio pirómano. Tu busca soluciones, que yo me voy a la ducha. Con suerte cuando Ayeleen se de cuenta de esto me haya ahogado. 

El se rió y se acercó para darme un beso en la frente. 

—Te veo después. 

Salí de la ducha justo a tiempo para el desayuno. Estaban todos en el comedor, viéndo las noticias y cada uno con un desayuno diferente en las manos. Me reí al ver que Mike tenía una taza de princesas con cereales con leche. 

Me senté al lado de Brad en el sofá, y el pasó su brazo por encima de mis hombros. Me recosté contra el y sonreí. Ayeleen y los demás me saludaron. 

—¿No quieres nada de desayunar? —preguntó George.

—No, no suelo desayunar nada, me da ganas de vomitar. 

Un cambio contigo. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora