Tardes de Otoño

Capítulo III

Al día siguiente, el sol brillaba mas de lo normal. el niño había salido de nuevo al jardín sin falta, seguía igual de apagado. yo había pensado, que eso era cosa de un solo día, y que de tanto que brillaba el sol, su alma se alegraría. Pero no fue así, a veces, las cosas no son como creemos que serán.

Ese dia me sorprendi, el niño llevaba unos tubos por la mano, estaba triste y decolorido. se sento desganado frente al arbusto y de sus labios casi blancos, salio un suspiro y luego de eso, la frase mas triste del mundo.

-tengo cáncer terminal -dijo a las flores- no se que es, pero es una enfermedad muy fea, mama y papa me llevaron al doctor, y el n quiso hablar mientras yo estuviese allí, asi que mama me dijo que espere afuera... -suspira de nuevo- soy muy curioso, ¿saben? oi que el doctor dijo que tengo cáncer terminal en el cerebro y que moriré pronto. -el niño abatido comenzó a llorar- es muy triste, no podre estar con ustedes en primavera -sollozó- y se los había prometido, soy una mala persona, no podré cumplir mi promesa.

-claro que no eres una mala persona -le dije aunque no me escuchara.

Sentía una pena enorme al saber que un niño se culpaba de algo que no era intencional

Y sentía una pena más enorme, al saber que fui yo la razón por la que se siente así. Yo no sabía que tenía que llevármelo.

Desde que empezó a hablar con las flores, he olvidado mi trabajo.

No pude aguantar más.

Salí de allí pensando que yo era el causante de todo esto. Me acerque a la casa y oí las voces de los padres del niño.

-solo dos semanas -decía el padre- y ya no estará con nosotros.

La mujer lloraba desconsoladamente.

-tendríamos que ocultárselo hasta el día anterior a la fecha programada, si es que no se nos va antes- pronuncio el padre con dificultad.

La madre solo asintió y subió las escaleras, el padre se tumbó en el sofá café, y se desmorono.

Di la vuelta, y ahí estaba e, el niño más feliz e inocente que haya conocido (o por lo menos me haya importado conocer) apagado y débil