#24

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N/Ale.

- tienes tres minutos - acepta mi padrino.

Los miro entrar de nuevo a la casa, aunque se perfectamente que me están vigilando.

Bajo todas las escaleras y camino asta quedar a un metro de distancia de Cornelio.

- ¿que es lo que te pasa? - le pregunto enfadada.

- no se de que hablas - pendejo.

- como mierdas no?, como se te ocurre venir aquí y quemando llanta - estoy a punto de soltarle un golpe - te pueden matar idiota - le digo fastidiada.

- ¿y eso te preocupa? - ¿fue lo único que escucho?

- claro que tú no me preocupas, los que me preocupan son tus hermanos - le contestó aún enfadada.

- ellos están bien - se me acerca y un olor a alcohol llega a mis fosas nasales.

- estuviste tomando? - el enfado me crece aun más.

- ¿que tiene de malo? - pregunta.

- nada, por mi sigue así - le digo con fastidio - lo que me interesa es por que haz venido - verga, estoy demasiado molesta.

- solo quería hablar contigo - se hacer a un más, pero yo retrocedo.

- bueno, espero lo hayas disfrutado, por que será la ultima vez que hablemos - le doy un empujón, por que se estaba acercando.

- ¿cómo? - pregunta algo confundido.

- parece que Iván no te a dicho nada - me rio mirando para otro lado.

- ¿de que hablas? - pregunta, lo miro.

- tú y yo - lo señalo a él y a mi - ya no nos volveremos a ver - eso espero.

- no te acuerdas quien es tu dueño o qué? - ahora está molesto, típico de los borrachos.

- Cornelio, ese es el punto - me cruzó de brazos - ya no eres mi dueño - lo miro a los ojos.

- como chingados que no, yo pague por ti - habla casi gritando.

- no era por una deuda? - le pregunto.

- claro, la deuda de tu padre - se acerca a mi pero yo pongo mis manos sobre su pecho.

- es mejor que te vallas - lo agarro e intento que se suba de nuevo a la camioneta.

- yo de aquí no me voy - intenta no subirse, pero no puede, cierro la puerta de la camioneta con él dentro de ella.

- si no quieres que tu mamá se preocupe mejor vete - le digo.

Y a regaña dientes se va.

(....)

- no se que hacer - me tiro a la cama causando un dolor en mi hombro, cosa que hace que suelte un quejido.

- a que te refieres? - pregunta Alfredo.

- no me gusto verlo así - pongo un mano sobre mi ojos y la otra en mi vientre.

- no me digas que te pego esa pinche enfermedad, donde la morras se enamora de su secuestrador - habla preocupado.

- claro que no, ellas se enamoran y yo no lo estoy - hablo sin quitar mi mano de mi cara - no todo era tortura al estar con el - escucho movimiento en la habitación.

- pero...- habla esperando a que termine la oración.

- no estaba con el por que yo quería, estaba con el contra mi voluntad - aun si moverme de mi posición sigo hablando - y quieras o no, esta mal en todos los sentidos - siento como se sume un lado de la cama.

VendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora