Tropiezos de la vida

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Mi mejor amiga, mi compañera, mi "..." favorita, como me duele no poder hacer nada, pero me alegra que aún sabiendo la verdad, ella esté lista para disfrutar la vida, seguro será muy feliz con su esposo e hijo...

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―¡...! Gogo~ ¡Oye Gogo! ¿¡Sabes quién es esa chica!? ―Preguntó Hiro a su compañera coreana, al descubrir a una chica que volvía a trabajar debajo de una motocicleta.

Esta chica que llegó de la noche a la mañana y trabajaba con los tubos de una Motard color negro, se veía de altura modesta, pero también daba la impresión de que era sólo un año o dos mayor que él.

Gogo la reconoció de ayer y le dijo:

―Oh, se llama Queen, llegó hace poco. En realidad estudia aquí a tiempo parcial, dice que le interesa mucho la ingeniería por su moto, cuando ingresó, de inmediato se volvió mi "pupila". ―Explicó luego de reventar una burbuja de su chicle.

―Vaya, es~ linda. ―La miró detenidamente cuando volvió a salir de debajo de su moto para buscar herramientas y él admiró sus ojos de apariencia felina y ese cabello de mechón teñido, al mismo tiempo manchado de aceite, era admirable esa falta de asco, la vio dejar una llave recostada contra la caja que estaba a la altura de sus piernas, para luego continuar con su labor. ―¿Y~ sabes qué edad tiene? ―Gogo notó el interés genuino de su joven amigo, así que para darle apoyo caminó en dirección a la nueva, con su compañero heroico abrazado por los hombros, al final, y con mucha picardía, cuando estaban a casi nada de su zona de trabajo, sólo atinó a darle un "ligero" impulso:

―¿Por qué no vas y le preguntas tú? ―Le ofreció con un empujón y salió corriendo para ver todo a una mejor distancia.

Pero Hiro se estremeció tanto por la sorpresa, que tropezó con la caja de herramientas, impulsando la llave recargada y la misma cayó sobre la rodilla derecha de la chica, quien soltó un sonoro alarido antes de dejar la moto y comenzar a saltar sobre su pie izquierdo hasta tomar asiento en una silla de trabajo que ya tenía a su disposición.

―¡AUH~! ―Bramó ella aprovechando que sus pantalones ya eran rasgados, por diseño, para contemplar el moretón naciente.

Decir que Hiro estaba avergonzado es decir poco, el pobre quería desaparecer pero comenzó a pedir disculpas, una tras otra, lamentando la idea de haber dejado a Baymax en su estación de recarga, pidió como veinte disculpas antes de salir corriendo a su laboratorio por el asistente médico que le ayudaría.

Gogo casi se reía, no era lo que esperaba pero al menos Hiro conseguiría hablar con Queen sobre el robot y no sobre su torpeza.

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La chica no sólo era nueva en la universidad, era claramente nueva en San Fransokyo, en cuanto vio a Baymax dio un brinco sobre su asiento pero el dolor le hizo permanecer sentada con un nuevo alarido:

Segundos después, y calificando su dolor con ocho, Baymax diagnosticó el golpe como un traumatismo que acumulaba los glóbulos rojos en su rodilla, trató la herida con un atomizador anti-bacterial en la zona ya morada (pero que se sintió mejor) y gracias a que Hiro adelantó las vendas, la herida fue cubierta.

―Me decía mi madrina que esta ciudad era bien loca. ―Dijo revisando el estado de su rodilla con un ligero estirón, y si bien todavía dolía, ya era tolerable. ―Pero no creí que fuese agresiva sin ataques de robots.

―¡De verdad lo siento! ¡E-es que...! ―Trataba de excusarse Hiro pero las palabras no le salían, lo contrario a Baymax:

―Hiro, tu pulso está acelerado, evitas el contacto visual y tus gestos revelan tu estado de, culpa. ―Anunció y de nuevo Queen se impresionó con el robot.

Cambiarás mi MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora