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-¿w-willy?
él me miró luego de unos segundos de haberle nombrado, pero decidió ignorarme mirando hacia otra lado de la sala, yo me sentí mal por eso, pues pensé que se le había pasado el enojo.
cómo se le va a pasar si pareciera que acababas de jugar con sus sentimientos, idiota.
decidí sentarme en el asiento más alejado de él para agarrar mi teléfono y comenzar a mensajear de manera masiva a rubius para que se apresurara en llegar, porque ya empezaba a sentir la tensión entre nosotros, y eso que aún no habíamos hablado. maldije internamente cuando el único mensaje que me llegó fue diciéndome "llego tarde, no me esperen".
me estaba incomodando el quedarme callado durante tanto tiempo, pues a mi lo que me gustaba en demasía era hablar con gente que me agrada, y con willy seguíamos siendo amigos aunque le cayese mal ahora, así que de alguna manera debía sacar tema para conversar.
-¿y manolo? -mis músculos se tensaron y sentí la temperatura elevarse en mi rostro al darme cuenta que había sacado justo ese día donde nos dimos aquel beso. -olvídalo
-sigue abajo, pediré una buena recompensa por él -acolchó su mejillas en la palma de su mano cuando su vista se dirigió hacia mi, parecía aburrido, y no lo culpaba, yo también lo estaría. -¿cómo estás?
su pregunta me tomó por desprevenido, ya que creía que no quería saber de mi, lo que me hizo atorarme con no sé que cosa y comencé a toser para recobrar mi compostura, cosa que no tardó tanto. -bien, creo que nadie ha sospechado de que fui yo aquel día
-me alegro -y ahí dió por terminada nuestra corta conversación.
comencé a jugar con mis dedos mientras veía cualquier punto de la habitación que no fuese su cuerpo ni su rostro, haciendo notar que solamente habían dos platos, lo que hizo que una gran intriga abundara en mi ser. -¿qué te dijo rubén?
-que tendríamos una reunión importante -no me dirigía la vista, pero al menos respondía a mis preguntas. -pero no pensé que estarías tú
unas ganas de llorar comenzaron a aparecer en mi sistema nervioso cuando se me dirigió con un tono frío, así que me armé de valor para ponerle un poco más de empeño en nuestra pequeña reconciliación, aunque me costase la vida. -entonces, ¿quieres cocinar?
al haber nombrado la comida en la conversación, pude notar como su semblante de serio pasó a tranquilizarse a tal manera en que su tono de voz llegó a ser mucho más simpático que antes, ahí supuse que le gustaba cocinar. -¿sabes?
-puedo hacer arroz -dije sinceramente, pues de cocina sabía lo mismo que de matemáticas.
hizo una mueca de asco y se levantó de la mesa con una sonrisa desafiante, y podría jurar que en ese momento me quería desmayar de lo bonito que se veía, pero intenté disimular lo mucho que lo deseaba.-yo te enseño todo, guapo
