Capitulo 4

14 2 1
                                    

 Fin de semana, me levanto a las 09.00am, le doy de comer al perro, luego a mi hermano, me ducho y me pongo a ver la tele... 

 - Esta tarde ya saldré... - pienso.

  Y sí, por la tarde fui a llevar a mi hermano a su partido de baloncesto y fui a pasear un rato, pedí una pizza y bebida para cenar, tambien saque al perro de paseo y...

 No paraba de correr, porque con todo lo que había hecho esa tarde casi se me olvida ir a buscar a mi hermano del partido! Entonces, mientras corría, oigo:

 - ¡Tara! ¡Tara!

 Me giré, era él, Leo, hice como si nada y seguí corriendo.

 - ¡Eh! Venga ya... ¿Dónde vas tan deprisa? ¡Tara! Escuchame por favor...

 Me giré otra vez, él no paraba de correr. Estuvo mucho rato siguiendome a toda prisa, pero finalmente, me giré y vi que se paraba.

 Llegué al baloncesto un poco tarde. 

 - Martin ya estaba precupado por si no ibas a venir - me dijo el entrenador muy tranquilo.

 - ¿Lo ha hecho bien hoy?

 - Sí, lo ha hecho estupendamente.

 De camino a casa una moto se paro en frente de mí. El chico se quito el casco sensualmente y dijo:

 - ¿Te subo? - dijo él. Era Leo.

 - ¡No! 

 - No seas tan dura...

 - ¡He dicho que no! Tengo prisa...

 - Por eso mismo te llevo y acabamos antes...

 - No. ¿Mi hermano que?

 - Pues... no se... Es pequeño, podría subir también.

 - A caso quieres que te multen! ¡Basta ya! Estoy perdiendo tiempo...

 Miró al suelo con expresión triste, me dio pena...

 - Otro día será, quizas... los dos solos... Otro día.

 - Adiós - dijo con un suspiro.

 - ¡Adiós!

 Durante el camino de vuelta a casa mi hermano no paraba de explicarme como le habia ido el partido,etc. Pero yo no le prestaba ni pizca de atención porque no podía parar de pensar en lo que había ocurrido.

  Al llegar a casa:

 - ¿Que hay hoy para cenar? - pregunta Martin.

 - Pizza

 - ¿Cristina hoy también llegará tarde?

 - Si... - respondo yo suspirando.

 - Oye

 - Que

 - ¿Quien era ese chico?

 - Un compañero de clase.

 - Parece majo.

 - Tu si que eres majo - le digo yo riendo.

 - Tu si que eres mala - me dice él sin parar de reír.

 - ¿Ah, si? ¿A caso quieres que sea mala de verdad? ¡Pues a tu cuarto a hacer los deberes, ya!

 - No quiero doña Marimandona 

 No paramos de reír en todo el rato. Me gusta mucho tener un hermano, no me imagino mi vida sin él, sin llevarlo a sus partidos, sin dejarle ver la tele hasta las doce, sin hacerle cosquillas, sin prepararle la comida, estando sola en casa... En fin, para mí tener a Martin es muy importante.

 Cristina llego a las 23.00 a casa, entonces mande a mi hermano a dormir enseguida para que no viera que aún estaba despierto, mi padre llego un cuarto de hora más tarde y me fui a dormir cuando llego. 

 Tan solo levantarme ya se olía que Cristina estaba en casa. Ese olor, ese era, el olor que hacía la comida de Cristina, la tan deliciosa comida de Cristina. ¡La que todos adoramos!

 Cuando bajé ya estaban comiendo todos, comían gofres con chocolate, colacao o leche y una pieza de fruta. ¡Nada más delicioso para empezar el día! 

 - ¡Buenos días cielo! ¿Que tal has dormido hoy? - me pregunto Cristina.

 - Muy bien Cris.

 - ¡¡Buenos días Tara!! - me gritó Martin.

 - ¡¡ Buenos días Monstruo!!

 - Buenos días cariño, espavila o te quedarás sin gofres - me dijo mi padre riendo.

 - ¡Ya voy! - ¡Ah! Y buenos días papá. 

 Estuvimos un rato comiendo gofres y hablando sobre las vacaciones:

 - Pero yo estas vacaciones me quiero quedar aquí, contigo y con Cris... ¡Por favor papá! Esque yo aquí puedo jugar con el perrito, y es una casa más grande, y mi habitación, y mis cosas, y la comida, y estar en familia, y con... con... ¡No se que más, pero yo me quiero quedar aquí! A demás a mamá siempre la veo por el puntito del ordenador. Porfii, papi... Yo quiero quedarme aquí, y Tara también. ¿Podemos quedarnos?

 - No, no puedo Martin, no es legal, encima vuestra madre podría tener unas vacaciones de ensueño para ella sola y para conocer gente, pero lo sacrifica por poder estar con vosotros, ya que os quiere - dice mi padre intentando convencer a Martin.

 - No, son los meses que le tocan, ni más, ni menos - le digo yo a mi padre muy seria.

 - No digas eso. ¡Por dios! Como si vuestra madre no os quisiera - nos dijo nuestro padre ya enfadado.

 - Papá. ¡Yo ya lo sé! ¡Ya sé que nos quiere! Pero, papá entiendelo, aquí tenemos nuestras vidas, y no nos gusta irnos constantemente - dije yo ahora muy triste.

 - Cris, esque tu comida sabe cien mil veces mejor que la de mamá, y sois más divertidos, y somos dos más - dijo mi hermanito intentando convencer a Cris y así poder convencer a papá.

 - ¿Dos más? - dijo Cristina.

 - Sí, dos más, tú y Fito  - dijo Martin con mirada triste.

 - ¡Ah, vale, el perrito! - dijo Cris riendo.

 Ahora intervino mi padre para pode hablar conmigo:

 - Tara, yo comprendo que tú eres ya mayorcita, que tienes a tus amigos, tus cosas, tu 'hogar', por llamarlo así, a tu mascota, tu habitacion, se podría decir que tienes toda tu vida aquí, toda. Pero tu madre también forma parte de tu vida, y quiero que también entiendas que ella, cómo yo, quiere verte y a demás sería ilegal que os quedarais aquí. ¿Entiendes?

 - Sí, entiendo, ya no hay más que hablar. Lo siento mucho por mí y por Martin, pero hay algo que las personas llamamos madre, que queremos y nos quiere y por eso, precisamente, tenemos que ir a verla - dije yo con tono cansado.

 Así se terminó la conversación familiar de domingo por la mañana.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora