Lección 11 || We Fight And We Fight For You

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ADVERTENCIA: Por favor, recuerden que esto es un AU (Alternative Universe) lo que significa que, básicamente, escribo lo que salga de mi corazón usando a los personajes, pero no necesariamente siguiendo lo que dice en los cómics. 

*

Tim observó a los mocosos alrededor de Damián y, por un momento, pensó que el pequeño demonio había hecho lo que nunca creyeron posible, y ahora tenía amigos fuera del orfanato.

Uno de los escuincles dijo algo, los demás rieron. Damián se quedó serio. Tim arrugó el ceño con preocupación, entonces, observando desde el final de la valla del parque, a unas cuantas manzanas de la parroquia. Todos los niños que rodeaban a Damián eran más altos que él, probablemente eran incluso más altos y corpulentos que Tim también –no que eso fuera algo complicado–.

De nuevo, el mocoso que parecía ser el líder dijo algo, solo que esta vez, el comentario pareció venir acompañado de un empujón, a lo que los demás fenómenos vitorearon. El ceño de Tim se arrugó más profundamente, esos idiotas no eran amigos.

***

–Ya déjame en paz, Brandon –Damián murmuró, despreciando con cada fibra de su ser lo baja y reluctante que sonó su voz en ese momento.

El imbécil de Brandon, en el centro de su séquito, se río.

–¿O qué? –escupió– ¿Vas a decirle a tu mamá? ¡Ah, es cierto! Tú no tienes –dijo y soltó una carcajada, a la que los demás simios reunidos ahí le siguieron.

Damián se encogió de manera involuntaria sobre sí. La bolsa con ropa usada fuertemente sujeta en su mano izquierda. La señora Toña, una amable anciana que vivía a las afueras de la ciudad, había llamado a la capilla para que fueran por las prendas. La señora Toña tenía un mundo de animales en el patio trasero de su casa. Ella y Damián eran amigos.

–¿Qué traes ahí? –Brandon inquirió.

Por instinto, Damián trató de esconder el objeto tras su espalda.

–Justin –Brandon indicó a uno de los idiotas a su lado.

De pronto, Damián sintió como un par de manos se acercaban para arrebatarle el preciado paquete. Él trató de resistirse, pero, ellos eran más grandes. Tan grandes. Damián apretó los dientes. Su abuelo siempre dijo que era un inepto. Y, por más que lo odiara, Damián tenía que admitir que aquel despreciable anciano había tenido razón.

La bolsa fue apartada de sus manos y los tipos comenzaron a hurgar en su contenido, antes de soltar pequeños bufidos y risitas burlonas.

–¡Mira, Brandon, una tanga! –uno de los tarados exclamó y los demás rieron– ¡Oh, no es una tanga, lo siento! Es solo que esto tiene tantos agujeros...

–¡Mira, mira esto! ¿Qué se supone que son estas cosas? Todo apesta a basura –alguien más comentó.

Damián tomó aire, tratando de erguir sus hombros con la mirada furiosa posada en el suelo.

–Ya dámelo, Brandon –dijo lo más alto que pudo y sus pequeñas manos trataron de alcanzar la bolsa con el contenido que los otros simios no habían tirado en la acera aún. Sus ojos índigos quemaban en lágrimas por dentro.

Ni se te ocurra llorar, se reprendió.

–Oh ¿La quieres? –Brandon inquirió–. Tómala, entonces –dijo, haciendo como si fuera a entregar el paquete en manos de Damián, antes de dejar caer todo el contenido a sus pies en el asfalto. Los demás hicieron lo mismo. Damián solo observó la ropa caer, inerte– ¿Qué pasa? ¿No la quieres?

Batfamily One Shots || Pet TalonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora