Capítulo 1

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Otro día más en este lugar de mierda. No se que avance hicimos al venir aquí. Fácilmente pudimos quedarnos en el lado del campus o patio que está dentro de la secundaria, pero no, la vieja quería que fuéramos al campo enorme justo al frente del bosque que claramente está a unas tres colinas de la secundaria.

Obviamente no hay unas colinas gigantes solo unas pequeñas colinas casi inexistentes, solo escribí eso para calcular un más o menos cuanta distancia hay entre la secundaria y nosotros. Me parece que la “profesora”nos trajo a este lugar en específico para deshacerse de mi y esconder mi cadáver o simplemente hacerlo pasar por un accidente natural, que acaso la imbécil no sabe que no en todos los bosques de estos  hay depredadores? Porque si hubieran la secundaria no estaría en este territorio cercano al bosque.

Lo bueno es que las secundarias y universidades de esta zona tienen territorios bastante grandes. La secundaria es del tamaño de una mansión y su campo o territorio mide de un total de tres mansiones aproximadamente, pero nada puede ser tan bueno. El bosque está a unos cinco o diez metros de distancia, que pena que el bosque no es parte de la secundaria.

No se que hago escribiendo esto en una tonta libreta llamada “diario”, pero no tengo nada mejor que hacer, pero el punto es que estamos aquí para que el equipo de soccer, osea “nosotros” entrenemos. Claro que yo no voy a poder entrenar, pues, soy el monstruo. Todos en la secundaria me odian, y estoy segura de que la profesora Shadow Weaver está loca por sacarme del equipo, solo que no puede porque soy hija del director Hordak, o por ser bastante buena, de hecho, yo era la capitana del equipo antes de que descubrieran mi identidad. No es nada nuevo pues me a pasado siempre que iba a estudiar en otros las burlas, los golpes y el odio acompañado de mi nuevo nombre, “Monstruo”. Claramente el venir aquí no fue una excepción, nuevamente comenzó el ciclo, se supone que debo estar acostumbrada, pero no se que les hice para ser llamada “Monstruo”.

Bueno libreta tonta, antes debo “contarte” sobre mi vida lo cual es raro porque no tienes vida.

Me llamo Catra, y soy “El monstruo” de la secundaria. Todo empezó el día que nací, no hace falta explicar el procedimiento, pero la verdad es que no se quien es mi madre. Mi padre dice que el tuvo relaciones con una gata y por eso soy así. La verdad es que no se si creerle pero no puedo encontrar otra explicación, osea dudo que haya sido un problema genético, porque ellos no te convierten en un animal."

-Que les he hecho yo!? Yo no pedí ser un monstruo! Porque son así conmigo, si yo nunca los traté mal!?- En estos momentos perdí el control de mi misma y tomé el “diario” lanzándolo al suelo mientras lágrimas bajaban de mi rostro. Escuché unos pasos y mis orejas se movieron levemente al mismo tiempo que escondía mi cabeza en entre mis piernas, no quería que me vieran así. Ese aroma, es tan familiar, pero, que hace aquí? Debería estar con los demás en las filas para acomodarse y entrenar, no aquí, no en este lugar tan apartado. Ella no pertenece aquí, este es el lugar donde deben estar los monstruos como yo, no ella.

- Catra, estas bien? Escuché unos gritos y me preocupé. Espera, estás llorando? - Escuché como se sentó a mi lado, sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo haciendo una especie de consuelo.

Adora... T-tu crees que soy un m-monstruo? - Lágrimas salían sin control, abracé a Adora escondiendo mi rostro en su pecho. Sus manos acariciaban mi cabello con suavidad, y sentí como apretaba su agarre.

-No Catra, como se te ocurre siquiera pensar eso? Tu no eres un monstruo, solo diferente, y no importa lo que digan, para mi nunca serás uno.

Oh Adora, que he hecho yo como monstruo para merecer tenerte a mi lado estos meses como amiga? Deberías  estar odiandome, haciéndome bromas pesadas, o golpeandome. Si sigues juntandote conmigo te descubrirán y también te molestarán solo por juntarte con un monstruo.

-Vamos Catra, debemos ir con los demás.

Nos levantamos y caminamos en dirección a los demás, pero me detuve a mitad de camino diciéndole que se adelantara. Nuestra “amistad” era un secreto no quería que por mi culpa la odiaran también. Solo me quedé observando en una esquina mientras ella y los demás entrenan, como siempre hacía.


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