Aquel viernes de Marzo, una tarde gris, con viento, con alumnos saliendo de las escuelas directos a sus casas, unos llendo a comer, saliendo con amigos y otros simplemente llegando a descansar.
En aquella gran avenida, con gente transcurriendo por ahí diario, siempre activa, parecía que la gente no paraba de llegar y cruzarla, transcurrida desde la primer hora de la mañana a una alta hora nocturna.
Aquel día se encontraba una cantidad grande de gente, alumnos riendo con sus amigos, uno que otro padre de familia acompañándolos o por su lado, niños contando su día o simplemente ignoraban al rededor, y demás trabajadores saliendo a almorzar para después volver a su respectivo trabajo.
El semáforo marcaba en rojo para el paso peatonal, los carros pasan uno tras otro, el ir y venir de aquellos vehículos hacia percatar que estaba a punto de soltar unas pequeñas gotas de lluvia, la gente esperaba ansiosa por correr a sus lugares y llegar secos, a otros simplemente no les importaba.
De un extremo de esa calle había alguien que resaltaba por su altura y por su cabello teñido de un color rojo resaltante y único, del otro extremo, un chico con un paraguas color violeta aún cerrado y cabello lacio color castaño con unas mini mechas verdes, solo esperaba el momento de que cayeran las gotas y seguir su camino.
Aquel semáforo seguía en color rojo, la gente llegaba y aún no marcaba el paso, las gotas empezaron a caer repentinamente, una tras otra, muchos sacaron sus sombrillas rápidamente y les daban algo de lugar a los que no traían.
El semáforo marco el verde para los peatones y rojo para los autos, los cuales se detuvieron y activaron sus limpiaparabrisas, la gente caminaba rápido, el chico del paraguas violeta lo abrió y caminaba lentamente llendo el al final de la demás gente, en cambio, el otro iba atrás porque no alcanzo una sombrilla y tuvo que refugiarse en un mini techo del cual no cubrió nada.
La gente pasaba, aquel chico se acercaba a mitad de la avenida, los autos esperaban ahora el verde para seguir avanzando, las personas al pasar a su extremo se iban o seguían, aquel niño con su sombrilla morada pasaba tranquilamente, no tenía prisa, miraba cabizbajo y algo serio, el otro espero a que las demás personas dejarán de estorbar y correr al otro lado.
Llegó su momento del pelirrojo y corrió sin fijarse a quien encontraría, tomo su mochila delante suyo y la abrazo, comenzó a correr. Sintieron como un cuerpo chocaba frente al suyo, ambos giraron en la dirección en la que venían, encontrándose frente a frente, viendo quién había sido su pequeño choque, aquella mirada tan profunda, sería, sus ojos fijos, uno en el otro, en medio de la avenida con una lluvia más fuerte que la del inicio, aquellas dos personas, mirando cada facción del opuesto, recordando cada rasgo, vagando la mirada rápidamente de arriba a bajo, y volviendo a encontrarse con esos ojos, esos ojos con un brillo en particular. Notaron que eran de colegios diferentes, edades diferentes, al rededor de dos años mayor y menor, facciones finas y otras no tan marcadas, se quedaron inmóviles ante aquel accidente, ambos estaban a paso y medio de distancia, solo se miraban, no había una charla o algún gesto, solo se quedaron así, como si se conocieran desde hace años.
Los claxons sonaron haciéndolos entrar en razón, aquel chico le entrego su sombrilla y el otro la tomo con cierta timidez, no se dijeron nada y caminaron en la dirección en la que iba su camino.
En su camino se quedaron pensado en aquella acción, como si no necesitaran palabras de presentación o algún conocido para saber del otro, solo sabían que necesitaban verse otra vez, y sabían perfectamente donde era seguro verse.
Paso el fin de semana, ansiosos de que fuese lunes y verse, esperaban la hora de la salida y volver al lugar del inicio.
Aquel chico de cabello teñido color rojo, salió corriendo y esperando el momento de encontrarlo, corrió por las calles, esquivo mucha gente, casi choca con sus obstáculos, pero llegó, había gente, como siempre, se ponía en sus puntas para poder ver si lo veía, aún no había señal de el, entonces esperaría un poco por el.
Paso al rededor de hora quince y no llegaba, pensó que no lo volvería a ver así que se fue, un tanto desilusionado pero tendría más oportunidades.
El otro chico salía de su colegio y también corrió a la gran avenida, tenía que esperar y hablarle. Espero dos horas y nada, había pasado su hora de encuentro, con algo de tristeza se tuvo que marchar, tendrían que volver a coincidir.
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Nuestro Hilo Rojo
FanfictionDesde aquella vista por primera vez, no dejo de pensar el porque nuestros corazones laten con fuerza estando al otro lado de esa calle, solo con una mirada nos decimos todo y nada a la vez, eso sería lo que nos uniría más no copias ni adaptaciones