ᴅᴇʟᴛᴀ ||ʟᴀʀʀʏ|| ៛Omegaverse៛

00 "Emus maximus"

—¿Escuchaste del ultimo hijo de los Tomlinson? ¿Louis?

—Lisa, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

—Ohh, Diana, siempre tan mala onda. Pero, enserio, ese Louis me trae fascinada.

—No eres la única.

—Digo, un lindo y adorable, que además, es un cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

—A ver si mueves tu culo de la máquina, pelirroja estúpida.

Ambas jóvenes miraron al muchacho pálido, el flequillo de su pelo negro tapaba parcialmente sus ojos.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico.

Lisa rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Diana, las dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la universidad.

Harry por fin pudo pedir su gaseosa de la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas.

En verdad, él había escuchado acerca de ese caso tan especial llamados Louis Tomlinson; siendo un joven omega, ya era bastante conocido hasta hacia unos días, cuando el mundo se enteró que el chico de diecisiete años era un cambiaformas; pasando de ser un muchacho enano a un lobo blanco.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Harry tenia tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la estúpida de Lisa.

Un menos diez por ciento, para ser más exactos.

Con su refresco en las manos, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Harry, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba al chico solo cuando el profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, el pelinegro dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingiría leer.

—Buenas tardes—saludo Harry a la castaña tras el largo escritorio.

Él podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer uno.

—Hola, Styles.

A pesar de que la chica sabia su nombre, Harry nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa de su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.