Capítulo V

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Habían pasado unos pocos días desde que habían comenzado los altercados y una mañana parecía que no iba a pasar nada, nos despertamos sin ningún ruido de disparos ni bombas a lo lejos por lo que decidí salir a comprar unas cosas al barrio judío, no era la primera vez que iba, según mi madre el pan que hacían en uno de los barrios cercanos estaba muy bien y como nos sobró dinero de lo que nos pagaban por el servicio de mi padre y lo que vendíamos me pidió que trajera un bollo de los que hacían

-Bueno mamá me voy -le dije poniéndome la bufanda, cada vez se notaba más el frío, estábamos ya casi en navidad

-Ve con cuidado hija -dijo dándome un beso en la frente

Salí de casa y todo parecía normal, los niños estaban jugando en las calles, algunas mujeres daban paseos con sus maridos, los que habían vuelto claro, y los ancianos estaban reunidos en bancos como la mayoría de veces.

Al llegar al barrio judío se notaban manchas de sangre seca en el suelo y no había tanta gente. Cabe remarcar que en nuestro barrio también hay pequeñas manchas de sangre, pero no se comparan con esto, esto es un charco de sangre que se ha intentado limpiar.

Aceleré el para hasta llegar a la panadería, compre el bollo que me pidió mi madre y salí, intenté ir lo más rápido posible, pero un grupo de hombres enmascarados empezaron a pegar tiros al aire, al ver aquello empecé a llamar a las casas para poder meterme y refugiarme, vi cómo llegaron a pegarle tiros a algunos ancianos y ver cómo los cuerpos sin vida de estos caían al suelo haciendo charcos de sangre como los que vi antes.

-¡Por favor abran me! -Aporreé la puerta, iba a irme e intentarlo en otra, pero con suerte me abrió la puerta una chica

-¡Entra corre! -dijo tirando de mi manga

Al entrar me llevó corriendo a un sótano, al parar no aguanté más y la abracé y me puse a llorar

-Gracias, gracias de verdad -dije llorando en su hombro

-Hubieras hecho lo mismo, estoy segura -me tocaba el pelo con ánimo reconfortante. Cuando me calmé me separe de ella, pero por algún extraño motivo quería seguir abrazándola, aunque pensé que era por lo que sucedió anteriormente

-Me has salvado la vida, te estaré eternamente agradecida, me llamo Chay. -le dije -¿Cómo os llamáis vosotros? -le pregunté

-Me llamo Zivit, y ella es mi madre, Kiria, y él es mi hermano Levi - ambos me saludaron, también estaban cerca de Zivit y mía -¿Cómo es que estabas paseando por este barrio y sola?

-Mi madre me pidió que comprase una cosa

-Oh, bueno, pues que mala suerte has tenido

-Sí…, pero menos mal que estabas tu para salvarme, habían empezado a pegarle tiros a unos ancianos

-¡qué horror! -dijo su madre, Kiria -Quédate hasta que se vayan y no haya peligro

-Muchísimas gracias de verdad -le dije plenamente agradecida

Cuando ya parecía que se fueron salimos de sótano, abracé a Zivit de nuevo y le agradecí de nuevo lo que hizo por mi

-Volveré algún día con mi madre para agradeceros todo -le dije a Zivit y a su madre

-Vale, ten mucho cuidado a la vuelta -me dijo Zivit

-Vuelve cuando quieras -Me dijo su madre

Fui lo más rápido posible a mi casa, era por la tarde y se estaba haciendo de noche, mi madre tendría que estar muy preocupada.

-Ya estoy aqui -deje escapar un suspiro

-¿¡Dónde estabas!? ¿¡Estas bien!? ¿¡Qué ha pasado!? -Dijo mi madre corriendo hacia la entrada, detrás la seguía Alissa

-Volvieron a pegar tiros, se ve que es en el barrio judío donde más fuerte es, han matado a algunos ancianos. Yo empecé a golpear todas las puertas hasta que me abrió una chica más o menos de mi edad, se llama Zivit

-Dios santo, esa chica se merece el cielo, un día de estos tenemos que ir a visitarla, nunca podré agradecerle lo que ha hecho por ti

-Eso le he dicho, y la madre, Kiria se llama, ha dicho vuelva cuando quiera

-Que familia más buena, en cuanto se calmen las cosas vamos para allá y le llevamos unos vestidos -dijo ilusionada

-Bueno, yo voy a irme a dormir un rato, ha sido un momento muy tenso y me gustaría descansar

-Claro cariño, no te preocupes -me dio un abrazo y subí al cuarto

No tardé mucho en quedarme dormida, recuerdo despertarme unas cuantas veces a lo largo de la noche, eran pesadillas sobre lo ocurrido en el barrio judío, pero al final siempre salía ella, Zivit, siempre salía ella antes de despertarme, me abrazaba y todo se calmaba.

-¿Qué me pasa? -me pregunté a mi misma

Intenté seguir durmiendo y esta vez solo salía Zivit en el sueño, ella me cogía de la mano y paseábamos por un campo de flores, el cielo era gris claro, parecía humo dispersado, no había nubes, no se veía el sol, solo estábamos ella, yo y las flores.

Ya os dije, este es un poquito más largo que los anteriores. Espero que os haya gustado este capítulo ❤️

Amor entre guerrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora