Me puse de pie con mucho cuidado de no caer y miré a mi alrededor, estaba en el mismo sitio de hace unos segundos atrás… en la calle. Pero todo brillaba de una manera diferente, observé a Thomas que estaba tirado en el suelo y sangrando por montón, su camiseta estaba roja y había salpicaduras de sangre por todo el piso.
El recepcionista lo sacudía suavemente para despertarlo pero él no abría los ojos, ni siquiera se movía un centímetro. Entonces volteé para ver lo que había detrás de mí… Estaba yo tirado en el suelo y temblaba sobre el concreto.
--Newt… despierta, hombre. No te puedes morir—Zart tenía mi cabeza apoyada en sus piernas y acariciaba mi cabello mientras me hablaba.
Derek estaba entre mí y Thomas marcando por teléfono a una ambulancia.
“Tommy”, me agaché a su lado e intenté limpiar con mis manos la sangre que estaba en su rostro. Su pecho no se movía y tampoco podía sentir su respiración desde donde estaba, me acerqué a sus labios e intenté corroborar si estaba respirando.
“Thomas, no te mueras”, ni siquiera sabía si yo mismo estaba con vida, pero no me importaba.
La ambulancia llegó casi cinco minutos después. El hombre que conducía el auto ayudó a los paramédicos a subirnos a la camioneta y se subió a su coche para ir directo al hospital en donde nos hospitalizarían.
Thomas estaba tenso, no movía ni un solo músculo y me temía que éste fuera su último día de vida. No quería arruinarlo, no quería que todo terminara así. Un agudo dolor se instaló en mi pecho y sentí como si me estuviesen abriendo la piel para robarme el corazón, algo de mí estaba desapareciendo y me estaba dejando completamente vacío.
Acaricié su cabello mientras me mecía de un lado hacia el otro por el rápido movimiento que la ambulancia hacía al meterse entre las calles.
“Newt”, fue su voz a lo lejos, supe que no había sido realmente quien había hablado porque sus labios no se movieron. Los hombres se desplazaban dentro de aquel estrecho espacio para poder reanimarlo y lograr estabilizarlo.
La sangre se acumuló en mi garganta, impidiéndome hablar. Me estaba ahogando. Luego sentí un estirón en la pierna derecha, como si alguien me la estuviese cortando o alguna garlopa parecida.
Me mordí el labio inferior para intentar contener las lágrimas que salían una tras otra, y de pronto me di cuenta de que mi cuerpo entero estaba cubierto de sangre. Las gotas caían sobre la camilla y luego desaparecían por arte de magia.
Miré mis dedos y noté que ya no estaban, había algo, una fuerza superior, que me estaba haciendo desaparecer. Cinco segundos después y ya tampoco tenía mis brazos ni mis piernas.
Sólo veía de forma borrosa a Thomas agonizando en aquella ambulancia. Me acerqué para decirle algo antes de morir, o era lo que yo pensaba que me estaba sucediendo, pero no pude. Todo se volvió negro y frío.
Una luz formando una silueta rectangular apareció en frente de mí y supe que era una puerta, corrí hasta ella y tomé la manilla con ambas manos.
Nada bueno podía salir de todo esto, pensé. Giré la perilla y cerré los ojos cuando la brillante y extremadamente luminosa luz me cegó.
“¿Thomas?” caminé entre la hierba y luego miré hacia abajo, noté que estaba descalzo ya que sentía la humedad del césped en la planta de los pies. “¿Alguien? ¿Papá?”. El azulado cielo se llenó de nubes grises, dando como inicio a los horribles truenos. La lluvia me provocó escalofríos y me abracé a mí mismo, frotando mis brazos para darme un poco de calor.
O’Brien apareció a lo lejos, vestido completamente de blanco y, como en las películas, creí que ya estaba muerto. Era todo tan extraño e irreal como para que fuese el mundo real.
Agitó sus manos en el aire y gritó mi nombre un par de veces, no lo pensé dos veces y corrí hacia él.
“¿Crees que esto sea el supuesto paraíso?”, me preguntó cuando llegué a su lado. Fruncí el ceño y me encogí de hombros.
“Cualquier lugar en donde estés es mi paraíso”, esbozó una amplia sonrisa y podría jurar por lo más sagrado que tenía que, nunca lo había visto tan lindo como ahora.
Acarició mi mano pero no sentí nada, sólo un vacío en general. Ya no era su piel contra la mía, ni su respiración chocando contra mi cuello. Tampoco sus labios me provocaron aquellas maripositas en el estómago.
Miré hacia abajo y comprobé que realmente no tenía nada, ya no éramos nada. El pánico me inundó y comencé a llorar por milésima vez, Thomas me abrazó e intentó tranquilizarme, pero eso sólo empeoraba las cosas… Desearía tanto sentirlo nuevamente, todo era tan perfecto, brillante, hermoso, que nada era real.
Preferiría sentir el dolor, como cada vez que me embestía cuando estábamos juntos en la cama. O cuando me apretaba la mano con fuerza pero sin lastimarme. Quería todo lo bueno y malo que había en él. Y entendí que, no había nada como la vida, no había nada como el estar vivos.
--Newt, ¡despertó!—era Zart. Parpadeé un par de veces para aclarar la vista y descubrí que estaba en una habitación con paredes celestes y blancas. La tela de la ropa se me hizo incómoda y quise quitármela al igual que la aguja que tenía enterrada en la vena del antebrazo, en el lado interior del codo. Levanté la cabeza y vi que estaba conectada a un tubito que me traspasaba un líquido… era el suero.
Minho y Derek entraron al cuarto y me sonrieron a penas me vieron.
--Newtie, viejo. Nos tuviste tan preocupados… a todos—dijo Hale mientras me desordenaba un poco el cabello. Pensé en Thomas y me pregunté si él también estaría esperándome afuera.
--¿Thomas? ¿Cómo está él?—tosí un par de veces luego de formular aquella pregunta y luego los tres se miraron por unos largos segundos que se me hicieron eternos.
--Newt… él…
Ya no quería oír la respuesta. Sollocé en silencio y quité la almohada de mi cabeza para taparme la cara. Maldición, esto no podía estar pasando.
--Newt, tranquilízate—Zart jaló la almohada pero yo sólo me aferré aún más, gastando toda mi fuerza en ello.
El oxígeno comenzó a hacerme falta y respiré agitadamente, estaba perdiendo por completo todo el autocontrol que tenía.
No podía estar muerto. Todo era mi culpa, si tan sólo hubiese mirado aunque sea una vez antes de cruzar esa miertera calle.
--Él está vivo, Newt.
Las palabras de Minho hicieron eco en mi cabeza y tiré el cojín al suelo.
--¿Ah?
--Está vivo. El problema es que está en un coma inducido y está muy grave. No tiene muchas probabilidades de…
Ignoré las explicaciones de mi amigo y me puse de pie en una milésima de segundo. Agarré aquel aparato que portaba el suero y caminé con el por toda la habitación hasta llegar a la puerta, giré la manilla y salí al pasillo del hospital.
Una señora hablaba con su esposo, o eso supuse, y agudicé el oído para escuchar lo que decía.
--…Hmmm, hoy es cinco de Diciembre…--mis ojos se abrieron de golpe y conté los días que había permanecido durmiendo, desmayado, en coma, como sea. Casi dos semanas.
Derek salió de mi habitación y me afirmó del brazo para que no fuera a perder el equilibrio.
--Newt, acabas de despertar. Tienes que descansar.
--¿En qué cuarto está Thomas?—Hale bajó la vista y se rascó la nuca con la mano que tenía libre.
--No creo que te venga muy bien verlo ahora…
--Sólo dímelo, Derek…--fruncí el ceño, molesto y, con más calma añadí--… Por favor, dime en dónde está. Por favor.
El ojiazul rodeó los ojos y dejó salir un suspiro antes de responder.
--En el cuarto piso, en la Unidad de Cuidados Intensivos. Específicamente la habitación doscientos dos. Te acompañaré.
Negué con la cabeza y le hice prometer que me dejaría ir solo. Él aceptó a regañadientes y me dejó marchar. Me acerqué al ascensor ya que se me haría imposible subir dos mierteros pisos y esperé un par de segundos a que llegara al segundo piso, pero nada. Estaba tardando tanto que me decidí ir por las garlopas escaleras.
Los primeros peldaños no se me hicieron tan difíciles de subir, pero cuando ya iba llegando a arriba, mis pulmones imploraron que me detuviera para hacer un pequeño receso… No me di el lujo de hacerlo, no había tiempo para un maldito descanso.
Imaginar a Thomas en mal estado me dio el impulso necesario para avanzar con más rapidez que antes, llegando hasta arriba en sólo un minuto más tarde.
Mis piernas se enredaban entre sí al no recordar lo que era “caminar” y en ocasiones tropezaba pero lograba mantenerme de pie y no caer.
Una puerta de cristal y con el cartel de “Unidad de Cuidados Intensivos” me hizo saber que ya había llegado.
Abrí las puertas sin importarme que el guardia me dijera que estaba prohibido pasar. Insistí en que quería ver a mí… ¿Compañero? ¿Amigo? ¿Novio? Él no era nada de eso, ni las parejas comunes se amaban tanto como nosotros lo hacíamos.
--¡Él me salvó! ¡Necesito verlo! Necesito… ver a… Thomas--la fuerza que había acumulado hace unos segundos atrás se estaba desvaneciendo y quería poder verlo antes de desmayarme o alguna garlopa así.
El hombre no cedía así que tuve que utilizar la fuerza, la poca que me quedaba, y pisé su pie hasta que me soltó al momento de dejar salir un glosario tremendo. Me sentí ofendido al principio pero era comprensible, lucía como un peligroso demente fugitivo de un manicomio. Me saqué la aguja del brazo y solté un chillido de dolor cuando salió del todo. Corrí por el pasillo buscando la miertera habitación hasta que di con ella, el guardia había llamado por radio a más personas para que vinieran a reducirme. Por suerte los tipos eran lentos y tardarían varios segundos en llegar.
Abrí la puerta de golpe y me introduje en el cuarto, sin ver lo que había adentro. Cuando volteé para observar a Thomas deseé nunca haberlo hecho… Estaba acostado en su cama y estaba tan pálido que se le notaban las venas del rostro y del cuerpo, también estaba muy delgado, haciendo que los pómulos se hicieran más pronunciados aún.
Tenía tubos por todos lados y pensé que, muy en el fondo, debía de hacérsele muy incómodo lidiar con ellos.
--Tommy…--acaricié su mejilla con mucho cuidado, tenía tantos moratones que creí que se rompería con el más mínimo tacto. Se veía tan frágil y vulnerable que mi alma se quebró en mil pedazos de sólo imaginarme lo mal que debe estar pasándolo.
O el sólo hecho de que pudiera escuchar mi voz y sentir frustración al no poder responderme absolutamente nada.
Sus labios estaban resecos y su cuerpo parecía no tener vida, estaba literalmente en modo “off”.
Los guardias irrumpieron en la habitación y me tomaron de los brazos para sacarme de allí.
--¡No, por favor! ¡No estoy haciendo nada malo! No es un delito, ¿o sí?
Ellos parecían sentir lástima po mí pero no reducían la presión que me estaban ejerciendo encima. Forcejeé para que me soltaran, soltando patadas al aire y sacudiendo los brazos para intentar zafarme de sus agarres. Zart y Derek llegaron a la pieza e intentaron convencer a aquellos tipos de que yo era su novio… o algo así.
Primero pusieron una cara de sorpresa, claro, no es común que dos hombres estén juntos.
--Tienes dos minutos—advirtió uno de ellos. Asentí con la cabeza y le di las gracias antes de que cerraran la puerta. Mis amigos salieron atrás de ellos y me dejaron a solas con él.
Noté que mi pierna derecha no andaba del todo bien y que, probablemente, quedaría con una renguera permanente. Al diablo, yo quería que Thomas despertara, eso era lo único que me importaba.
--Perdóname, Tommy. Debí haberme tomado un minuto y dejarte que me expliques todo… debería haberte escuchado. De no ser por mí, tú estarías bien… L-Lo siento tanto, ¿sí?
Sabía que no podría responderme, pero no perdía las esperanzas en que ocurriera un milagro, tal y como en las películas románticas.
Cinco minutos después, los guardias entraron nuevamente y me pidieron amablemente de que saliera de la habitación. Les agradecí por haberme brindado unos minutos adicionales y despaché la idea de que Thomas despertara, al menos por hoy, eso no sucedería.
Tres días después, me dieron de alta y con un certificado médico que me prohibía hacer cualquier tipo de esfuerzo durante dos semanas completas. Me despedí de los doctores y me marché a mi casa. Sentía mucha culpa por dejar a Thomas allí, solo. Su amigo había ido a visitarlo casi todos los días y eso era lo único que podía calmarme y dejarme con la consciencia tranquila.
La madre de Thomas pidió el traslado de su hijo a un hospital de su ciudad natal para el día de hoy y tuve que hacerme la idea de que ya no lo volvería a ver por un buen tiempo, o quizás nunca más en la vida.
Me encerré aquellas dos semanas completas en mi cuarto y no le permití ni siquiera a mi padre que ingresara a mi habitación.
Lo único que hice fue llorar todo el día y todos los días.
Dentro de esas dos semanas, el profesor de matemáticas me había dado la oportunidad de rendir por última vez la prueba de recuperación debido a los acontecimientos, y eso hice.
--Te felicito, Newt. Lograste pasar el examen… podrás graduarte—me dio un fuerte abrazo y me frotó la espalda con cariño.
--Gracias—recibí la prueba y sonreí con satisfacción.
--¿Has hablado con Thomas? ¿Cómo está él?—mi sonrisa desapareció de inmediato y mis ojos comenzaron a arder.
Se me formó un nudo en la garganta de sólo recordar que no he sabido nada de él. No estaba al tanto de si había despertado o no y me daba miedo averiguarlo.
Hace varios días que lo habían trasladado al nuevo hospital y, desde entonces, lo perdí. Y ahora sí que me estaba convenciendo de que sería para siempre.
--No he sabido nada de él—me limité a decir, no quería hablar de ello el día antes de la graduación.
--Entiendo. Espero que disfrutes de la ceremonia.
--Lo haré. Gracias.
Le di un apretón de mano y volví a mi casa para descansar.
--¿Cómo te fue en esa cosita del examen?—preguntó mi padre, que estaba sentado en el sillón y leía atentamente el diario de hoy.
--Bien, lo logré y…
--Ah, entonces ve a tu habitación si quieres—respondió cortante.
Eso era más una orden que nada.
A veces me gustaría poder sentarme con él a hablar sobre nuestras vidas, pero lamentablemente eso no era posible.
Entré a mi cuarto y cerré con seguro para que nadie pudiera entrar. Vi el frasco de pastillas que me había recetado el médico y una idea cruzó por mi cabeza.
“Es una pérdida de tiempo esperar a que despierte”, dijo una voz dentro de mi mente… “Thomas ya no vendrá”. Abrí el frasco y tiré la tapa al suelo. Observé las pastillas que había en el interior y me pregunté si esta era la única forma de poder encontrarme con él en algún lugar, saqué una pastilla y me la eché a la boca, tomé el vaso con agua que estaba en la mesita de noche y la tragué con algo de dificultad. Aquel nudo en la garganta se había alojado allí y, al parecer, no pensaba irse nunca.
Luego dejé el frasco en la cómoda y me recosté sobre la cama. Esa era la última pastilla que debía tomar según la receta.
Tomé mi teléfono y descubrí que tenía un buzón de voz.
“Mensaje recibido a las quince con cuarenta y tres…”, se escuchó una pausa y luego dio inicio al verdadero mensaje. Era sólo un ruido de fondo, como si aquella persona estuviera en la carretera o en la calle. Se escuchaban bocinas y personas hablando por detrás y luego cortó la llamada. “Ése fue el mensaje. Para volverlo a escuchar pulsa el número uno, para guardar el mensaje pulsa el número dos, para…”, la voz de aquella mujer continuó hablando y corté.
Qué extraño, pensé. Ni siquiera era un número que tuviera registrado en mis contactos.
Entonces me dormí pensando en aquella llamada y desperté a la mañana siguiente.
--Newtie…--Nancy, mi nana, me sacudió con delicadeza para lograr despertarme—hoy es tu gran día. Tu graduación.
Ni siquiera quería ir, la única razón por la cual estaba tan emocionado con ello hace un tiempo atrás era porque Thomas iría conmigo.
Me vestí sin ánimos e intenté arreglar mi paliducho rostro, tenía unas ojeras del porte de un buque y mis ojos estaban tan rojos como nunca antes lo habían estado. Peiné mi rubio cabello, intentando mantener el flequillo hacia el lado derecho de la cabeza.
Me puse la ropa formal que mi padre me había comprado hace varios meses atrás y le pedí a Jorge que me hiciera el nudo de la corbata.
--Se ve muy elegante, señor—me elogió mientras subía el nudo lo más arriba posible.
--Ya te dije que me dijeras Newt y… gracias. Tú siempre te ves elegante—le devolví el cumplido.
Jorge siempre tenía que usar, por orden de mi padre, su típico traje negro con aquella corbata azul oscuro tan usual en él.
--Suerte en tu graduación—mi padre me dio unos golpecitos en la espalda y me dejó subirme al auto.
--¿Acaso no irás?—pregunté con el ceño fruncido. Él había prometido ir a verme.
--Newt… sabes que tengo negocios y clientes muy importantes a quienes atender justo el día de hoy. Sé que no te molesta pero disfrútalo por los dos.
--Claro—le dediqué una falsa sonrisa y le pedí a Jorge que echara a andar el auto para no tener que verle más la cara a aquel hombre al cual solía decirle “padre”.
Me fui durante todo el trayecto hacia el instituto observando el paisaje y contando los segundos que quedaba para que ya todo acabara.
--¡Newt! ¿Cómo te sientes?—era Zart. Me dio un abrazo y se apartó enseguida para mirarme a la cara pero yo solo me encogí de hombros.
--Bien, supongo. ¿Dónde está Minho y Derek?
Miré hacia todos lados, había muchas personas pero no veía por ningún lado al maldito asiático y a Hale.
--Ya llegaron, están sentados frente al escenario, ¿nos vamos?—me ofreció su brazo como si estuviésemos en una cita y, aunque fuera muy ridículo, acepté con gusto ser llevado por él.
Los divisé a lo lejos y le hice señas en el aire. Derek corrió a nuestro encuentro y me levantó un par de centímetros del suelo, cuando me bajó, Minho me abrazó y me frotó la espalda con suavidad.
Estuvimos hablando durante media hora mientras esperábamos a que se diera inicio la ceremonia y nos colocamos nuestras togas, que eran aquellas batas que se usaban en las graduaciones junto con el birrete, el típico gorro que se lanza al cielo al final de las películas. Esto no era Hollywood pero disfrutaría mucho desligarme de una vez por todas del instituto y, este sería como un tipo de “metáfora”.
El director golpeó el micrófono con la punta de sus dedos y todos guardamos silencio. Volteé hacia mi izquierda, había un puesto vacío en el que debería estar Thomas… Cerré los ojos y los apreté con fuerza, impidiendo que las lágrimas salieran, hoy no. Ya había llorado demasiado.
--…Zart Cooper…--mi amigo se puso de pie y subió las escaleras del escenario para recibir el diploma y su pergamino que le daban a todos los alumnos. Dio un pequeño agradecimiento a su familia, profesores y amigos y se puso junto a los demás.
--…Derek Hale…--el ojiazul subió a arriba y omitió los agradecimientos, muy de él.
Le sonreí cuando se colocó junto a los demás y él me devolvió el gesto.
--…Minho Lee…--el asiático dio unas emotivas palabras y agradeció a Zart, quien había sido el que lo había ayudado a pasar las pruebas finales. Todos aplaudimos por su bello discurso y otros se secaron las lágrimas que corrían por sus mejillas.
La lista continuó durante varios minutos hasta que llegó a aquel nombre.
--…Thomas O’Brien…--se hizo una larga pausa y el silencio reinó en aquel lugar.
Miré hacia todos lados, con la esperanza de que apareciera por arte de magia. Entre el público estaba Jorge, que no dejaba de mirarme con una expresión de orgullo impregnado en el rostro. Continué observando a los familiares e invitados y lo vi… David, el primo de Thomas.
Me pregunté qué estaría haciendo allí y llegué a la conclusión de que, seguramente, venía a retirar el diploma de Thomas.
--L-Lo siento… Al parecer, como ustedes sabrán, ocurrió un accidente a las afueras del instituto en donde se vio involucrado el alumno O’Brien. Él se encuentra en el hospital de su pueblo natal, en el sur del país así que no pudo asistir el día de hoy. Le guardaremos su diploma para que lo retire su familia cuando quiera… Continuando… Albert…--la lista continuó hasta llegar a la S.
--…Newt Sangster…--el miedo me carcomió por dentro como si fuera ácido quemándome la piel y todo los órganos internos. Me puse de pie y avancé pidiendo permiso y diciendo “perdón” cada vez que pisaba el pie de alguien. Cuando salí al espacio que habían dejado para que los alumnos pasaran, caminé con dificultad por aquel problema que había quedado en mi pierna derecha. Maldita cojera, pensé.
Subí las escaleras con la vista hacia el frente. El director me entregó el diploma con el pergamino y lo acepté con desgano, esto era como un funeral.
Me acerqué al micrófono y dije una estúpida palabra.
--Hola…--todos rieron y yo sólo me enrojecí aún más de lo que ya estaba--… okay, eso era una prueba. Ahora sí… Hmmm mis agradecimientos son para Jorge que es la persona que más ha cumplido un rol de “padre”—hice comillas con los dedos e intenté no llorar con lo que iba a decir a continuación—siguiendo de él, está… Thomas. Él era mi… era mi mejor amigo aparte de Zart—miré al público y distinguí a una mujer que lloraba al igual que yo. Me pregunté el por qué pero no había motivo aparente. Entonces me di cuenta de que tenía las mismas facciones que Thomas…
--Él era más que un amigo, no sé por qué dije eso. Todos saben que yo lo amaba con toda mi alma…--comencé a sollozar a la vez que mi labio inferior temblaba—Sinceramente, este no es mi mejor día como supuestamente debía serlo. Hace un mes atrás, Thomas me dijo que nos graduaríamos los dos juntos y… y… hubiera deseado que él estuviera aquí conmi…--no pude terminar de hablar cuando salió alguien corriendo entre el público mientras agitaba los brazos en el aire.
--¡Newt!... ¡Newt!...—.
Thomas corría a toda velocidad pisándose el borde de la toga cada cinco pasos que daba.
El director tomó el diploma de O’Brien y se acercó a las escaleras para poder entregárselo apenas llegara a arriba.
--Thomas…--susurré sin poder creerlo. El castaño subió los peldaños de dos en dos e ignoró al director, pasó corriendo por al lado de él sin voltear a verlo y estiró los brazos para envolverme en ellos.
--Mierda, Thomas. ¿Dónde… dónde…?—las palabras no salían, era como si hubiese olvidado cómo hablar. Me apretó con demasiada fuerza, como era usual en él y me besó en la mejilla como cinco veces antes de recién decir algo.
--Newt… yo… Te amo, es lo único de lo que estoy cien por ciento seguro.
Todos miraban atónitos aquel espectáculo. Levanté ambas manos y toqué sus mejillas, ahora se veía mejor que antes, había subido los kilos que perdió hace dos semanas atrás y los moratones casi habían desaparecido del todo.
--Tú…
--Tranquilo, Sangster, no soy un fantasma. Estoy aquí, contigo.
Mi birrete se cayó con todo el movimiento y no me inmuté siquiera para agacharme y recogerlo. El director fingió una tos para que le prestáramos atención.
--Que bueno es verte de vuelta, O’Brien. Ahora que estás aquí, puedes recibir tu diploma.
Thomas tomó el cartón con una sola mano y me rodeó de la cintura con la otra.
--Hmmm… siento llegar tarde. Estaba cambiándome de ropa—aún no perdía el humor que siempre había tenido—Es enserio, incluso vengo con jeans debajo de esta garlopa cosa que parece vestido. Le faltan las flores para verme como una marica princesa de Disney… Bien, como dice el dicho… mejor tarde que nunca… Si hay alguien que debe llevarse todos mis agradecimientos es Newt Sangster, porque hmmm… esperen, traje un discurso. Lo estaba escribiendo en el tren camino a la ciudad.
Sacó un papel arrugado del bolsillo de su pantalón y lo desdobló antes de estirarlo un poco con las manos.
--Aquí va… Quería agradecerle a Newt porque, hasta sólo unas semanas atrás yo estaba vagando sin rumbo fijo por el instituto y en la vida en general… Luego nos unieron como pareja para que yo fuese su compañero de estudio—sus ojos miraron fijamente los míos y sonreí con tranquilidad, aquella tranquilidad que había perdido hace unos días atrás y que ahora había recuperado nuevamente--. No podría decir todo lo que hemos hecho en este tiempo…--todos rieron al mal pensar aquella frase, mis mejillas se enrojecieron de la vergüenza pero intenté ocultarlo--… No sean depravados, lo que quiero decir es que, desde entonces, él se ha convertido en mi meta… todos los caminos que tomo son exclusivamente para llegar a él y nadie más. Debido a todas las cosas que han pasado me he dado cuenta de que ya nada podrá separarnos. Estoy seguro de ello.
Continuó agradeciendo a su madre y a su hermano, que estaban entre el público.
Cuando terminó su discurso todos lo aplaudieron, incluyéndome, y se apartó del micrófono para posicionarse en la fila.
Recogí mi gorro del suelo y me coloqué a su lado. El director continuó llamando a otros alumnos pero nosotros dejamos de prestarle atención en cuanto nuestros cuerpos volvieron a juntarse frente a toda esa gente. Ahora volvíamos a estar reencontrarnos.
--Se supone que debes irte con los de apellido con inicial O…--le susurré en el oído. Thomas entrelazó nuestros dedos y dijo:
--A la mierda, eres mi novio y quiero estar contigo.
--¿Novio? No me has propuesto nada que yo sepa…--rozó el lóbulo de mi oreja con sus labios cuando susurró en mi oído.
--¿Quieres salir conmigo, Sangster?—las mariposas en el estómago volvieron a aparecer y agradecí estar con vida para poder sentirlas.
--¿Sin mentiras?—pregunté con las cejas alzadas y lo miré a los ojos cuando esbocé una genuina sonrisa.
--Sin mentiras—aseguró.
--¿Lo prometes?
--Lo hiper mega recontra prometo.
--Y una última condición, Tommy…--Thomas dejó salir una carcajada y enseguida adoptó su inicial posición de seriedad.
--Okay, ¿qué condición, Newt?
--No más números por el resto de nuestras vidas, por favor.
--No más números.
Acercó su boca a mis labios y los rozó con su lengua cuando entró dentro de mí boca, mis manos se posaron sobre sus mejillas y acaricié su cabello castaño mientras lo besaba.
Examen de Recuperación: PASADO.
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Examen de Recuperación (Thomas & Newt)
RomanceOne Shoot: Thomas, un chico de diecisiete años, excelente estudiante con un gran problema para controlarse durante las clases. Lo único que lo mantiene dentro de la escuela, es la beca que había ganado hace un par de años atrás. Newt, también de die...