--¿Aló?
--¿Sangster? ¿Podemos hablar?
--¿Thomas, eres tú?
Me desabroché el cinturón de seguridad y abrí la puerta del auto.
--Sí, shank. ¿Quién más podría ser?
Soltó una risa forzada y esperó en silencio a que yo dijera algo.
--Lo siento, Derek. Iré con Thomas hoy día.
Él asintió con la cabeza y me dejó bajar del auto.
--Nos vemos el lunes…--cerré la puerta y seguí hablando con O’Brien.
--¿Dónde estás?—pregunté algo nervioso. Hace varios días que no lo veía y no había tenido el valor de llamarlo ni de ir a verlo.
--En mi casa. ¿Te paso a buscar o vienes tú?
--¿No te molesta venir a buscarme?
--No. Por cierto, me compré un auto. Es algo antiguo y casi no funciona, pero…
--Por mí está bien, Thomas. ¿En cuánto más llegas? Estoy justo en el instituto.
A pesar de no estar enojado, sonaba algo melancólico y respondía cortante a todo lo que le decía. Era casi incómodo hablar con él.
--En quince minutos, ¿me esperas, entonces?
--Sí. Nos vemos.
Cortó la llamada y me senté en el suelo para no tener que esperarlo de pie.
Thomas llegó poco menos de diez minutos después. Estacionó el coche a unos metros más lejos del colegio y se bajó de el.
Caminó con desgano hasta que me vio parado allí, con el bolso colgando y una pequeña sonrisa en el rostro.
Corrió hasta mí y me abrazó de la cintura, levantándome unos centímetros del suelo.
--Newt… Yo, lo siento tanto. No quería decir nada de eso.
--Lo sé—oculté mi cara en su cuello y el acarició mi cabello.
Estuvimos abrazados un par de minutos hasta que él se alejó.
--¿Estás bien?—preguntó con los ojos enrojecidos.
Asentí con la cabeza y me tomó de la mano mientras caminábamos hacia su auto.
Abrí la puerta y me senté en el asiento del copiloto.
--¿Quieres que te lleve a casa?—negué con la cabeza y bajé la mirada.
--Pero yo no quiero ir a casa tampoco—dijo él y dejó salir una risita nerviosa.
--Vamos al cerro. Ya es de noche y podremos ver las luces de la ciudad y…
--Sí, vayamos allí—respondió a mi sugerencia.
Encendió el motor y echó a andar el auto.
Después de cinco minutos de andar de corrido, un semáforo se puso en rojo, obligándonos a detenernos.
Thomas me miró y me dedicó una sonrisa.
--Newt, cuando dije que lo sentía, hablaba en serio. A mí me encanta estar contigo. ¿Me crees?
--Claro que te creo, a mí también me gusta estar contigo.
Mis mejillas se enrojecieron, por lo que tuve que voltear hacia la ventanilla. O’Brien me tomó del mentón y me obligó a mirarlo a la cara, luego se acercó lentamente hacia mi rostro y me besó la mejilla.
El semáforo dio verde y Thomas aceleró por la calle, entrando a una autopista.
Luego de cuarenta minutos, logramos llegar al camino hacia el cerro. Estábamos subiendo en el auto, andando ya más lento y disfrutando del viento que entraba por la ventana.
--No se me habría ocurrido venir hasta acá. Con lo que puedo ver por el retrovisor, me doy cuenta de que el lugar tiene una gran vista.
--A veces venía con mi mamá. Fue la única época en la que tuvimos tiempo “en familia”—hice comillas con los dedos y luego dejé caer ambas manos a los costados de mi cuerpo, dejándolas descansar en el asiento del copiloto.
--No quise ser grosero ése día. Creo que me excedí con las palabras.
--Un poco, pero eso ya no importa. Ya me pediste perdón y te disculpé.
Thomas asintió con la cabeza y terminamos de subir por el camino, luego llegamos a una reja, que estaba abierta por un lado y avanzamos por ahí.
O’Brien dio una vuelta en forma de U para mirar la vista desde allí y apagó el motor.
A un par de metros, talvés unos diez, había otro auto más.
--Te extrañé en estos días. Cuando volví a mi casa la tarde del lunes, encontré la guía que arrugaste y arrojaste el otro día…--dejó salir una amarga carcajada y me miró a los ojos.
--Estaba tan molesto que lo único que hice fue beber y beber hasta desplomarme inconsciente en el suelo de los bares.
--Si lo dices por lo que pasó en el baño...—comencé a decir, pero Thomas me interrumpió.
--Shhh, déjame terminar de hablar—apoyó su mano sobre la mía y la apretó con suavidad--¿Por qué me dijiste que me detuviera aquel día? ¿Por qué me lo pediste si luego te ibas a revolcar con ese idiota? No lo entiendo… Es en lo único en lo que he pensado todos estos días.
--No lo sé…
--¿No lo sabes? ¡¿Cómo no vas a saberlo?!
--¡No te exaltes! Por favor no te enojes—le rogué, colocando ambas manos sobre su hombro para tranquilizarlo.
--Entonces piensa e intenta explicármelo—dijo ya más tranquilo.
Mis mejillas se enrojecieron, cómo shuck iba a explicarle que realmente quería estar con él.
--Yo… no sabía lo que hacía.
--¿Y en mi casa sabías lo que hacías?—preguntó, alzando ambas cejas en forma desafiante. Entonces lo entendí.
Con Derek sólo me dejé llevar por la excitación. En cambio, con Thomas estaba cuerdo, habían sentimientos de por medio y, sabía de los riesgos y consecuencias que esto traería y por ello quise detenerlo hasta lograrlo. Yo no quería que ninguno de nosotros dos saliera lastimado.
Entonces comencé a explicárselo todo. Todo. Cuando terminé de hablar, Thomas me tomó de la barbilla y me acercó a su rostro.
--…Eres un garlopo imbécil, ¿lo sabías?...—algo en mi interior se rompió, pero antes de reaccionar, Thomas puso sus labios sobre los míos.
--… Te quiero, shank. Más de lo que te puedes imaginar—dijo entre besos.
Abrí la puerta del coche y salí del vehículo. O’Brien me miró algo aturdido.
--¿A dónde vas?—exigió saber. Abrí la puerta trasera y me senté en el asiento, haciéndole señas de que viniera conmigo.
Thomas pasó entre los dos asientos de adelante, golpeando con su pie el volante, haciendo sonar la bocina.
--¡Shuck! Hubiera salido más fácil entrar por la puerta de atrás, pero era más sensual y excitante esto—comentó con humor. Dejé salir una risa y lo atraje con mis brazos, abrazándolo de la cintura para poder ayudarlo a pasar.
--En verdad lo que hiciste fue estúpido.
Thomas salió de golpe, cayendo sobre mi cuerpo. Colocó su mano detrás de mi cabeza y me recostó sobre el asiento, extendiéndome en el.
--¿Tú y Derek han…?
--No seas idiota, claro que no. Aquel día sólo me dejé llevar porque estaba necesitado de ti.
--Yo también estaba necesitado de ti, pero no me fui a acostar con Olivia al primer minuto en que te perdí, shank.
--Lo siento—dije con timidez.
--No, yo soy el que lo siente. No sabes lo que me dolió verte con él de ésa forma.
Thomas se sentó bajo mis piernas, que estaban a los costados de su cuerpo, y me quitó la camisa del colegio. Desabotonando uno por uno cada miertero botón, con extrema lentitud. Iba a arrancarme la camisa a la fuerza, pero él me detuvo.
Cuando logró quitármela, se abalanzó hacia mi cuello, besando mi piel y recorriendo con su lengua mi abdomen.
Lo ayudé a desvestirse, dejándolo sin nada de la cintura para arriba.
--Tengo algo que contarte—se separó de mi cuerpo y dejó de hacer lo que estaba haciendo, sólo para mirarme a los ojos.
--¿Qué pasó?—pregunté con preocupación y algo de miedo.
--No tengo VIH si es lo que estás pensando—supuse que él esperaba que me riera, pero no lo hice. No podía hacerlo en un momento tan tenso como éste.
--Muy bien, ¿entonces qué es?—insistí. Acomodándome bajo su cuerpo.
--Fui a ver a mi mamá antes de ayer.
Una sonrisa apareció en mi rostro y lo abracé. Thomas me envolvió en sus brazos y besé su cuello, sólo con inocencia y cariño.
--Me alegro tanto, Tommy. ¿Qué le dijiste o, qué te dijo ella?
--Que me quería y que me había extrañado mucho todos estos años… Newt, la razón por la que me fui, aparte de esa garlopa de tener un mejor futuro, era porque… Yo…
--¿Tú?—pregunté. Tenía el corazón casi afuera y chocaba con mis costillas tan fuerte que tuve que cerrar los ojos de los nervios.
--Mi mamá y yo peleamos porque le conté que soy homosexual.
--¿Ah?—fue lo único que logré decir, estaba tan impresionado con la noticia que no pude decir nada más.
--Lo sé. No debí decírtelo, ahora te sientes mal y toda esa garlopa.
Se sentó correctamente y comenzó a colocarse su remera.
--¡No, no! ¡Claro que no, Thomas! Está bien, porque yo también lo soy.
Me arrepentí a penas dejé salir aquella frase. Quería salir del auto y correr Cerro abajo, gritando y agitando los brazos de la desesperación.
--Yo creí que… Bien, a quién engaño. La cara de gay que tienes no se oculta con nada, Sangster.
Golpeé su hombro, sintiendo cómo la piel de mi rostro ardía de la vergüenza.
--Tú tampoco tienes cara de que te gusten las mujeres—mentí.
--¿De qué tengo cara, entonces?—se agachó hasta mi abdomen y besó sobre la piel, erizando los rubios vellitos de mis brazos.
--De que te gusta mucho el pene—comenté con dificultad. El aire comenzaba a faltarme y apenas podía moverme en aquella posición.
--Para ser honesto contigo, y conmigo mismo, tengo cara de que me gusta TU pene—recalcó la penúltima palabra y sonrió mientras bajaba el cierre de la cremallera. Acariciando mi erección sobre la piel. Thomas aún no estaba tan excitado como yo y eso me ponía nervioso. Era como si no me deseara tanto como yo a él.
--Eso fue grotesco—comenté entre gemidos y jadeos.
--Lo siento, ya sabes cómo me pongo cuando estoy caliente—respondió sin vergüenza.
Metió la mano dentro de mis bóxers y acarició directamente mi miembro erecto.
--Eso no… deja de… ser grotesco. Ah, Tom-my.
--Nuevamente, lo siento. No te dije que iba a cambiar, te estaba advirtiendo de mi forma de ser.
Sacó mi eje de su encierre y enrolló su mano alrededor de el, subiendo y bajando con lentitud, apretando suavemente.
Me exasperaba el hecho de que él sonara tan normal. Como si fuera la milésima vez que hiciéramos esto.
--¿Newt?
--¿Hmmm?—me avergoncé de cómo sonó mi voz. Tan ronca y pausada.
--Abre los ojos—pidió. Sólo cuando lo dijo, noté con cuanta fuerza los estaba cerrando—me gusta que me mires.
Apretó sus dedos con más fuerza y aumentó la velocidad, acelerando el ritmo. Moviendo su mano con desesperación.
Cuando el pre semen salió, se agachó a la altura de mi erección y bajó la mano con lentitud por ella, haciendo de todo esto una tortura para mí. Abrió la boca y envolvió mi pene con sus labios, sin dejar de mirarme.
Quitó la mano con la que me masturbaba y la puso sobre mi pecho para lograr afirmarse. Y luego bajó lentamente, lamiendo con su lengua la cabeza de mi miembro.
--Shuck… Thomas…--eché la cabeza hacia atrás, sintiendo que iba a estallar en cualquier momento.
O’Brien subió y bajó con su boca, enviándome fuertes temblores alrededor de todo el cuerpo. Mi estómago no dejaba de temblar ante el contacto y mi pecho subía y bajaba con rapidez, al mismo ritmo de sus labios.
Thomas tenía la boca manchada con aquel líquido y eso lo hacía ver aún más excitante.
--Tho… Thomas…--se alejó unos centímetros y se relamió los labios.
Tomé su cabeza con mis manos e intenté acercarlo, pero él no continuó.
--¿Por… qué te… detuviste?—pregunté con la respiración agitada.
Thomas no dijo nada, me tironeó hasta quedar él abajo y yo arriba. Entonces comprendí que él igual quería algo de atención.
Ya estaba sin camiseta así que aproveché el impulso y lo besé sobre sus pantalones para provocarlo.
--Se me olvidaba algo…
--¿Es muy importante?—preguntó él, enderezándose sobre el asiento.
--Es sobre Ava Paige… dijo que tendrías que hacer ocho días de limpieza por los cuatro días que faltaste a clases. Lo siento.
Una risita se escapó de mis labios y O’Brien frunció el ceño, haciéndolo ver más tierno de lo que ya era.
--No entiendo qué es lo gracioso, más encima tendré que hacerlo todo yo sólo porque a ustedes dos sólo les quedan tres días más. Lunes, martes y miércoles.
--No seas un llorón, O’Brien. Es lo que te mereces por ser un enojón.
--Siento haberte pegado…--puse el índice sobre sus labios, haciéndolo callar y le di un fuerte abrazo.
--Ya basta de pedir perdón. Ambos nos equivocamos y lo importante es que ahora todo ha vuelto a la normalidad.
--Sí.
Me recosté sobre su pecho y nos quedamos viendo el paisaje hasta quedarnos dormidos.
--¿Cuántos días quedan para la graduación?—preguntó Thomas, que caminaba conmigo hacia el salón de clases. Habíamos pasado todo el fin de semana estudiando para mi examen e incluso habíamos puesto un calendario para contar los días que quedaban. Tan sólo cinco días (sin contar el próximo fin de semana), el siguiente lunes sería el día decisivo de mi graduación sólo si lograba pasar aquella garlopa asignatura.
--Hmmm… si no me equivoco, quedan tres semanas para la graduación. ¿Por qué lo preguntas?
Thomas comenzó a caminar cada vez más lento, mirando hacia el suelo y jugueteando con su bolso.
--No lo sé. Estaba pensando que podríamos ir juntos.
--¿Me estás invitando como tu pareja?—pregunté con el corazón acelerado. Estaba tan emocionado que podría besarlo allí mismo, sin importarme que todos nos vieran. O’Brien se adelantó y se puso en frente de mí, tomando mi mano.
--Sangster… Estos días han sido duros, nunca pensé que me hartaría de ver tantos números. Ha sido la peor semana de toda mi miertera vida…
--Creí que me dirías algo más romántico, no que me recordarías el hecho de que arruiné tu vi…
--No he terminado. Entonces, cuando creí que enseñarle al tonto cabeza hueca de Newt sería mi perdición, me demostraste que fue todo lo contrario. Digo, sigues siendo un cabeza hueca, pero ahora eres mí cabeza hueca.
--No seas posesivo, O’Brien.
--Y tú no me arruines la pasión, shank. ¿Quieres ser mi pareja de baile?—apretó mi mano con suavidad y esbocé una amplia sonrisa.
--¿Me sostendrás de la cintura al bailar y tendré que usar vestido rosa?—Thomas se echó a reír mientras negaba con la cabeza.
--No, idiota. Si quieres puedo venir yo con vestido rosa, es más, me pondré una coronita en la cabeza sólo por ti. Haré que sea todo muy especial.
--Entonces sí, acepto. Sólo porque muero por verte con un sexy vestido—soltó mi mano y me abrazó de la cintura.
Entramos al salón de clases antes de que el timbre sonara y nos sentamos en nuestro puesto.
Zart se acercó a saludarnos.
--Hombre, ya quiero que sea la prueba de Recuperación, muero por sentarme contigo nuevamente.
--¿Y Minho? ¿Lo vas a abandonar tan pronto?—negó con la cabeza y dejó salir una risita nerviosa.
--Claro que no, él se sentará delante de nosotros con Thomas. ¿Te molestaría?—miró a O’Brien, quien negó con la cabeza y abrió su cuaderno.
Sacó un bolígrafo y comenzó a anotar un par de cosas en la blanca hoja. Zart se marchó y entró Derek al salón.
Hale y Thomas se miraron como perros y gatos y se apartaron la mirada cuando fingí una tos.
--¿Te vas a sentar con él?—preguntó Hale.
--Sí…--respondió O’Brien por mí.
--Está bien, no soy un alterado como tú—dirigió sus ojos a Thomas y se marchó para sentarse junto a Ben.
Quince minutos después, entró el profesor a clases y abrió el Libro de Clases para pasar la lista de los alumnos presentes.
Thomas me pasó un papel y lo abrí enseguida.
“Hay algo que aún no te he dicho”, decía en la hoja. Tomé mi lápiz y escribí “¿Qué cosa?”, luego se lo entregué y él lo abrió.
--Tendré que decírtelo más tarde—habló en un susurro.
--O’Brien…
--¡Presente!—dijo él.
Después de unos segundos, el profesor pronunció mi apellido y dije lo mismo.
Volvió a entregarme la hoja y la abrí por segunda vez.
“Un verbo, conjugado en tres tiempos”. Fruncí el ceño y lo miré algo confundido.
“Sabes que no es lo mío esa garlopa. No te entiendo, ¿qué quieres decir?”. Thomas recibió el papel y volvió a escribir algo.
“Una palabra, un verbo… Conjugado en tres tiempos… pasado, presente y futuro”.
“Me estás poniendo los pelos de punta, O’Brien. ¿A qué verbo te refieres?”.
Esperé impacientemente a que él escribiera algo y recibí la hoja.
“Amar… Te amé, te amo y te amaré”
--O’Brien y Sangster, ¿por qué andan pasándose notitas ahí a escondidas?—arrugué el papel en mi mano y lo escondí en la chaqueta del uniforme.
--No es nada—respondí nervioso.
--¿Cree que estoy ciego?
Shuck, sí decía que no, entonces le estaría dando la razón, pero si decía que sí entonces estaría ofendiéndolo.
¿Qué debería hacer? Thomas no dijo nada, sólo se quedó en silencio y con una sonrisa impregnada en su rostro.
--¿Le parece gracioso, O’Brien?—él asintió con la cabeza y me quitó el papel del bolsillo de la chaqueta. Se puso de pie y se lo entregó al profesor.
--¿No quiere compartir esto con sus compañeros, ya que le parece tan divertido?
--Me encantaría hacerlo…--Thomas desenvolvió la hoja y se paró frente al pizarrón.
Apoyé los codos sobre el escritorio y escondí mi cara entre las manos.
O’Brien leyó todo lo que habíamos estado hablando, haciendo que los demás rieran.
--¿Eres homosexual, o talvés bisexual?—preguntó Zart, antes de pegarle un codazo a Minho, quien no dejaba de reírse. Mis mejillas se pusieron rojas y arrugué la frente.
--¡No, claro que no! Yo soy Newtsexual—aseguró sin vergüenza. Todos se quedaron mirándolo algo extrañados, pero no se burlaron. Incluso, hasta el profesor estaba sentado en su escritorio, mirando todo aquello con algo de admiración.
--Thomas, ya basta…--intenté que dejara de hablar ya que, no quería que nos hiciera quedar en ridículo de por vida. Derek tenía una sonrisa en su rostro y nos miraba a ambos con algo de ternura en sus ojos.
--¡No, Newt! Quiero decirlo. No quiero tener que andar por los pasillos con cautela por el simple hecho de amar, ¿tan mal está? Porque nunca te lo he dicho, pero me gustas desde aquella vez que nos hicieron presentar nuestro objeto favorito en clases y tú trajiste a tu perro Bobby, cuando sabías que estaba prohibido entrar animales a CRUEL. Y luego cuando el profesor te llamó la atención por romper las reglas, tú sólo intentabas defenderte diciendo cosas como “Este no es un objeto, pero tampoco es considerado como un ser humano, así que está bien en el trabajo y es mi objeto favorito. Lo amo, amo a Bobby”. Eres tan idiota que me haces reír con sólo verte a la cara, cada cosa que dices me encanta.
--¿Tú de verdad…?—no me dejó terminar de formular la pregunta y continuó hablando.
--También recuerdo aquella vez que llegaste tan cansado a clases que te quedaste dormido en la última hora y pasaste de largo hasta el día siguiente. Cuando llegamos a clases por la mañana, te vimos tirado en el suelo porque te caíste de la silla mientras dormías.
Todos rieron, recordando aquella anécdota. Ni siquiera yo lo recordaba, pero él sí. Él había estado siempre allí.
--No me gustan las mujeres, ninguna, pero tampoco me gustan los hombres. Yo sólo soy Newtsexual, estoy enamorado de todos los Newts que puedan existir en este miertero planeta. Sólo lo amo a él. Así que no me digan ni gay cuando camine por los pasillos, y tampoco “marica”, porque no lo soy.
--¿Entonces yo soy Thomasexual?—pregunté con la vista borrosa. Mis ojos comenzaron a inundarse de lágrimas, pero eran de felicidad. Me mordí el labio para contenerlas y sonreí algo aturdido por toda aquella confesión.
--Es por eso que ese verbo en diferentes tiempos te pertenecen. Porque el pasado ya fue tuyo, me conquistaste. Te estoy amando ahora mismo, quisiera correr y besarte, porque ya nada me importa. Y sé que no hay otro Newt en el mundo, así que tú eres mi futuro. Siempre serás los tiempos de mi vida.
--Te pondría la nota máxima por ésa gran presentación, el problema es que no era una presentación realmente. Vuelve a tu asiento y sigamos con la clase.
Thomas se sentó a mi lado y no me miró en todo el rato, hasta que yo le tomé la mano.
Nadie pudo concentrarse en todo el día, todos estaban algo desconcertados con lo que había confesado Thomas, incluso yo.
--Tú eres mi presente—aseguré, apretándole la mano con fuerza, pero sin llegar a hacerle daño.
--¿Y tu futuro?
--El futuro es incierto, Tommy.
--¿Entonces no crees que me amarás por siempre?—algo en su mirada se apagó, rompiendo mi corazón en miles de pedazos, negué con la cabeza y llamé su atención.
--Te amo, ahora. En este preciso momento sólo sé que te amo y es lo único que me importa. El futuro es incierto, pero iremos construyéndolo, ¿no? Los dos juntos.
Thomas asintió con la cabeza y me abrazó disimuladamente, por suerte nuestros asientos quedaban al final de la sala.
--Tienes que pasar ese examen, shank. No quiero graduarme sin ti.
--Supongo que empieza la cuenta regresiva.
--Eso creo—concluyó él.
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Examen de Recuperación (Thomas & Newt)
Storie d'amoreOne Shoot: Thomas, un chico de diecisiete años, excelente estudiante con un gran problema para controlarse durante las clases. Lo único que lo mantiene dentro de la escuela, es la beca que había ganado hace un par de años atrás. Newt, también de die...