Con el corazón roto

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La música country suena a todo esplendor en el bar de Hernie, me lavo las manos en el lavabo del baño y busco en mi bolso el labia liquido, nunca he estado más ansiosa en mi vida que cuando aprobe el examén para paramedica. Acomodo mi cabello por enecima vez en la noche y salgo al bar, me arrimo a la barra junto al resto de mis compañeros, el cartel en medio de la pista de baile dice "Bienvenido Eddie" a casa, sonrió para mis adentros, por fin Eddie volveria a trabajar con nosotros, por fin podré decirle lo que siento por él. Porfin podre confesarle mis sentimientos, que llevo guardando todo un año en mi corazón, ocultandome detrás de mi pequeña timidez, soy una romantica empedernida pero trato de disimularlo para no parecer más tonta de lo que creo que soy. Pero eso es lo de menos, hoy es el día, esta noche le dire lo que siento desde el primer momento en que lo vi, aquel día en que me casi muero asfixiada por quedar atrapada bajo las llamas de un tercer piso de un edificio en el centro, desde ese entonces  nuestra amistad se fue creciendo, pero a medido que eso sucedia, mi corazón también crecía conforme nuestra relación se fue haciendo más estrecha. 

Pido una cerveza a Hernie, bebo un trago y observo a las parejas bailar en el centro de la pista faltan quince minutos para que el anfitrión de la fiesta llegue, me muerdo el labio y siento que me sudan las manos.

-Nuestra paramedico se ve bonita esta noche.

Aquella voz masculina y grave llego a mi oído. Andy Casey.

-Casey-saludo haciendo un gesto con mi cabeza.

-Dime que esta noche no te vestiste así por mi-esboza una sonrisa de esas que le suele regalar a las chicas y que caen rendidas a sus pies.

-En tu sueños.

Andy se echa a reír, bebe un trago de su cerveza y no pierde el tiempo en ir a la pista de baile para sacar a la rubia que le ha echado el ojo desde hace quince minutos, su próxima conquista de la semana. Para ser un hombre de treinta y cinco años, Andy no estaba nada mal, pero mi corazón no apunta a el mujeriego del cuartel, sino...las puertas se abren y todo el mundo lanza un grito de euforia al recien llegado. Eddie sonrie con su habitual semblante de chico guapo uno a uno se le acercan para darle un abrazo de bienvenida, poco a poco yo me acerco de entre el resto de mis compañeros, sus ojos claros se clavan en mi en un segundo siento que mis piernas se aflojan y que estoy a punto de hiperventilar.

-Sophie-sujeta mi mano y estira de mi para estrecharme en un abrazo antes de levantarme del suelo.

Siento que estoy soñando.

-Hola guapo-lo saludo- bienvenido a casa-vuelvo a abrazarlo.

-Me hacías falta pequeña.

El corazón me da un vuelco.

-Estas preciosa.

-Tienes la suerte de que me halla arreglado así por ti.

-¡Vaya!, ¿enserio?, entonces me siento orgulloso-se lleva una mano a la altura de su corazón.

-¡Ed deja un poco a tu amiga y ven con nosotros!-le grita Spencer.

-Voy en un momento-alza la voz y me mira de nuevo pero esta vez su expresión cambia para volverse serio- Sophie, tengo que hablar contigo sobre un asunto que he venido trayendo desde hace tiempo.

-Oh oh, por tu cara puedo ver que es serio-le digo mirando a los ojos.

-Un poco si, pero es algo que necesito que sepas, si tienes tiempo más tarde...

-Descuida, ahora ve y divirtete-lo empujo.

Él sonrie antes de ir a la pista junto al resto de los hombres. 

Corazón de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora