Punto de Quiebre

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Jim se acomodó en la silla y bebió un poco de Vodka, el sabor era fuerte y eso fue algo que agradeció. McCoy estaba a su lado y lo observaba de forma analítica, eso de beber sin sentido era algo que ellos no aplicaban casi nunca y aunque esa fue su idea al principio ahora no parecía algo factible. Bones estaba esperando una explicación porque sabía que algo pasaba, después de todo él era una de las pocas personas que lo conocía bien.

Por ello decidió comenzar a hablar de cosas triviales para así poder llegar al punto importante de la conversación. Por ello comenzó a hablar de la próxima misión que tenía y aquello obviamente no entusiasmo a su amigo.

—Será un primer contacto —comentó Jim con alegría mientras bebía un poco de su vaso.

McCoy lo observaba con claro desacuerdo.

—Vaya, suena como algo completamente aburrido y delicado

Jim se alzó de hombros.

—Eres una fuente de diversión eterna, Bones —dijo sarcásticamente Jim.

—Estoy para ayudar, muchacho.

McCoy bebió todo el contenido de su vaso.

—No sé por qué te emociona Jim —continuó el médico—, hemos estado en espacio profundo años. ¿De cuántos primeros contactos te has encargado?

—Considero que tener un primer contacto sin que algo atente nuestras vidas sería algo bueno por una vez.

—¡Claro! Debemos emocionarnos por tener en nuestras manos una misión altamente delicada.

McCoy sirvió más trago.

—Creí que te alegraría —dijo Jim mientras sonreía—, saber que no pondré la primera directiva en riesgo por primera vez en muchos años.

—Pues no, lo que me causa alegría es tener la certeza de que nada pondrá en riesgo nuestras vidas o la de otros —dijo McCoy bebiendo un poco de su vaso—, la preocupación de que cumplas con la primera directiva no es mi principal problema, para eso está el duende en la nave.

Jim frunció los labios al escuchar la referencia a Spock, McCoy lo miró detenidamente y luego tomó el contenido que quedaba en su vaso.

—¿Qué sucede con Spock, Jim? —preguntó Bones a pesar de que sabía que probablemente sería arrastrado a ese drama obviamente existente entre sus oficiales de mando.

—Nada —respondió Jim rápidamente mientras jugaba con su vaso, McCoy entornó los ojos y llenó los vasos de ambos con la bebida.

—Soy médico Jim y estoy divorciado, sé cuándo la gente miente.

—¡No estoy mintiendo! No pasa nada.

—Esto es porque decidió irse sin decirte nada —dijo en un leve suspiro—, o ¿porque estás enamorado de él? Sé que te gustan los retos, pero no creo que un vulcano sea un buen objetivo romántico.

—La madre de Spock es humana —concluyó Jim—, eso demuestra que es difícil pero no imposible.

—Ella es una santa, Jim; si Spock es difícil siendo medio vulcano no puedo ni hacerme a la idea de lo complicado que debió ser su padre.

Jim sonrió, movió el vaso en sus manos, pero no bebió su contenido.

—No piensas decírselo —consultó McCoy después del breve silencio.

—¿Para qué? Spock es capaz de recitarme un ensayo completo de las razones por la cual los oficiales no deberían mantener una relación —Jim suspiró profundamente—, no estoy listo para que me rechace.

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