Equilibrio entre luz y oscuridad (Freddy/Fred x Lectora)

Save your life...

- ¡Enfermera! Ponganle oxígeno ¡La perdemos!

- ¡Neutralicen la herida!

- ¡La estamos perdiendo!

- ¡Directo al quirófano! ¡Esta chica necesita una cirugía!

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¿Qué sucederá si muero? Dime ¿Seguirás sonriendo aunque ya no esté?

Puedo escuchar a los enfermeros, intentando salvar mi vida. Pero ¿Y si no lo logran?

Si pierdo mi calor... ¿Me darás el tuyo?

Si pierdo la batalla ¿Volverás a amar?

Sólo prometeme... Qué si ya no estoy aquí...
Seguirás sonriendo.

Y aunque mi alma abandone este mundo, jamás dejaré de amarte...

Freddy...

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En la sala de espera de un hospital, se encontraba un chico de cabello castaño y ojos azules, lloraba desconsoladanente, todos en aquella sala lo miraban, pero nadie se le acercaba, nadie buscaba calmar su llanto, hasta que la puerta se abrió, dejando ver a una enfermera de cabello rojo.

-¿La familia de _____ Kuroi?- Preguntó la enfermera.

Sólo el castaño se levantó de su asiento, los padres de la chica no estaban enterados de la condición de su hija, nadie más lo sabía, aparte de él y el culpable de todo esto, quién ya había sido detenido por la policía por intento de homicidio, si es que la chica no moría, si ella moría, los cargos serían más densos, de intento de homicidio a homicidio en primer grado.

El castaño caminó hacia la enfermera, para saber cómo se encontraba su amada.

- La señorita Kuroi está estable por el momento, le realizamos una reconstrucción de tejido debido a que venía con el pulmón izquierdo perforado, estará internada aquí por una semana pero puede venir a verla cuando quiera.- Dijo seriamente la enfermera.

- ¿Puedo verla ahora?- Preguntó el castaño.

- Ahora mismo está dormida pero puede verla.- Respondió la enfermera.

El castaño fue a la habitación en la que se encontraba su amada, estaba dormida, justo como le dijeron, estaba conectada a una máquina de respiración artificial, al castaño se le partió el alma al ver a su amada en esta situación, se echó a llorar al borde de la camilla donde estaba _____.

- ¿¡Por qué me salvaste!? Si mueres no se que sería de mí...- Dijo el castaño entre lágrimas.

- Te salvé porque te amo, Freddy.- Dijo suavemente la voz de _____.

El castaño la miró desesperadamente, la azabache sólo le sonrió levemente, le costaba cada movimiento que hacía pero no podía evitar querer expresarle todo.

Al castaño no le salían las palabras, parecía estar viendo a un ángel, su ángel salvador, que ya por segunda vez lo salvaba, arriesgando su vida sin temer a la muerte.

El castaño sólo la abrazó, suavemente para evitar que le doliera.

- Pudiste haber muerto ¿Por que lo hiciste?- Preguntó el mayor entre lágrimas.

- Porque te amo, Freddy.- Respondió la menor con dulzura.

- Yo también te amo, _____.- Replicó el mayor.

- Yo también te amo, _____ aunque quizás tú no me ames a mí...- Dijo suavemente el azabache en la mente del castaño.

- Yo también te amo Fred, los amo a ambos.- Respondió la menor con una dulce sonrisa.

- ¿Cómo pudiste escucharlo?- Preguntó el mayor con miedo.

- No tengo la menor idea.- Respondió la menor.

-¿Debería estar asustado o feliz porque puedas escucharme?- Preguntó el azabache.

- También puedo verte, pero no lo veo como algo malo asique no hay porque alarmarse.- Respondió la menor con una sonrisa.

- Bueno, entonces todo está bien.- Dijo el azabache.

- Los dos son tan guapos.- Murmuró la menor.

Ambos chicos lograron escuchar lo que dijo la menor y eso causó un intenso sonrojo en ambos pero decidieron no decirle que si habían escuchado su pequeño comentario.

Una semana más tarde, a ______ le dieron de alta en el hospital, ese día el mayor fue a recogerla del hospital, la menor estaba emocionada por verlos pero se sorprendió cuando vio que el castaño tenía un ojo negro con la pupila blanca y el otro azul.

- Una... pequeña pregunta.- Dijo la menor.- ¿Qué sucede con sus ojos?

- Estamos compartiendo el control del cuerpo, ambos queríamos recibirte cuando salieras del hospital y está fue nuestra solución.- Respondieron apenados.

- Pues, me gusta, se ven muy lindos.- Replicó la menor.

-Entonces ¿Nos vamos?- Preguntaron con dulzura.

La menor asintió y tomó la mano del mayor, caminaron juntos a la casa de la menor, sus padres otra vez habían salido y le pidieron al castaño que cuidara de su hija.

Llegaron y el mayor cargó a la menor hasta su habitación, ambos se acostaron en la cama de la menor y se miraron, ambos sonrojados en completo silencio, se gustaban mucho, al punto de que esos momentos, en dónde no se decían nada con palabras, se lo decían todo simplemente con una mirada dulce.

Eran felices y nada podía arrebatarles esa felicidad.
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