Es sábado por la noche
y yo estoy de fiesta,
bebiendo,
haciendo como si estuviera pasándolo bien.
He salido del bar
en el que estaba con mis amigos,
ahogado por el humo
y la cantidad de gente.
Tengo frío.
Me he dejado el abrigo dentro,
pero no me apetece volver.
Y pienso: «¿Qué hago aquí?
Estaba mejor en casa
leyendo a Fante o a Bukowski».
Antes de que me pudiera alejar
de la puerta del bar,
un hombre me dice que le dé un piti.
«No sé qué me preguntas, tronco, pero no tengo cigarros».
Me dice que estoy mintiendo.
«No fumo,
aunque por tu cara no te lo creas.
Solo bebo hasta hartarme».
El pavo se va haciendo eses,
cagándose en mis muertos,
pero con la mierda que lleva,
que esté contento si llega a casa sin cagarse encima.
Yo también comienzo a andar.
Doy otro trago
y pienso en qué hacer con mi vida,
mientras veo cómo dos yonquis se pegan sin motivo.
Se acusan entre ellos de haber perdido la droga,
pero seguramente se la hayan acabado.
Sigo andando y veo a una mujer llorando,
histérica,
mientras su amiga la consuela.
Al parecer hoy no se ha tomado los antidepresivos.
La miro con lástima,
pensando que Freud le diría que está así por no tener falo.
Me cruzo con un grupo de borrachos.
Me miran mal.
Putos idiotas.
Aunque si no me han increpado
será que no tengo mucha mejor pinta que ellos.
Me meto en un callejón
y empiezo a mear,
confiando en que no me multen.
Una pareja está enrollándose
no muy lejos de mí.
La mujer mete su mano
dentro del pantalón del hombre
y este me sonríe,
como si fuese el hombre más feliz del mundo.
Puede que lo sea.
Le asiento con la cabeza
y cada uno sigue con lo suyo.
Mientras me la sujeto,
pienso en lo sucias que estarán mis manos.
A saber qué cojones he tocado
a lo largo de la noche.
Estaré satisfecho si no pillo ninguna enfermedad.
Mientras me imagino mi polla
cayéndose a pedazos,
me la sacudo y me la guardo.
He manchado mi pantalón con unas gotas de orina.
Bah, qué más dará,
nadie se va a fijar en mi paquete.
Y si lo hace, pues que lo haga.
Que recoja los trozos que se me vayan cayendo si le hace ilusión.
Vuelvo al bar y busco a mis amigos entre la multitud.
No entiendo cómo puede entrar tanta gente
en un bar tan pequeño.
Avanzo lentamente entre personas que cantan
como si se supieran las canciones.
Veo barbillas que se mueven
como si estuviesen viendo un partido de tenis.
Veo a otro con los ojos muy abiertos,
como si estuviese viendo a un fantasma.
Se nota que, cuando han ido al baño,
han bajado la tapa.
Veo a algunos bailando
como si fuesen fans del reggaetón,
aunque sin alcohol no lo tragan.
Veo a algunas tragando otras cosas
y no hablo de pollas.
Alguien me agarra del brazo.
Es un amigo mío.
Me dice que alegre mi cara,
que es sábado por la noche
y estamos de fiesta.
Le sonrío
y sigo bebiendo,
haciendo como si estuviera pasándolo bien.
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Un sábado cualquiera (COMPLETO)
Short StoryNo todo es diversión las noches de fiesta, también hay decisiones erróneas, ligues fallidos, exceso de alcohol y drogas, peleas, manoseos indeseados, machismo y tener que aguantar a imbéciles. Este libro se compone por diez textos de diferentes esti...