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El placer de recordarle aún me deleita; fue hace tanto tiempo, que a pesar de ello siento que fue hace un par días. Aún puedo sentir sus manos recorrer mi cuerpo. El tiempo no me perdonó el recuerdo que guardo de su rostro que cada días es menos claro, pero no quiero olvidarle.

El día, 12 de agosto de 1965. El lugar, la gran casa color madera de John. El motivo, incierto e insignificante. El sujeto, Stuart Sutcliffe.

—Vamos mi amor, será divertido –mencionaba desde el tocador mientras me ponía rubor con una pequeña brocha--, es que acaso ¿no quieres ir con John?

—No, en absoluto, ¡hoy no quiero ir!

Me giré a mirarle molesta.

—Basta Paul –fruncí el ceño--, levántate ahora de la cama o de verdad me molestaré con esa actitud, ni que fuese un gran martirio, nunca quieres salir de esa casa y hoy, porque llevará a alguien más, no te apetece –me levanté del silloncito café--, no volveré a quedarme en tu casa si no te decides a ir con Cynthia y John ahora.

Paul rodó los ojos y bufó con desagrado, pero se levantó de la cama y cruzó para el baño, al menos lo había convencido con cierta falacia.

—¡Esto lo hago por ti! –gritó Paul molesto desde la regadera.

Me sonreí por su comentario y me compuse el vestido rosado que estaba sobre el sillón de la esquina.

Esa mañana teníamos planeado desayunar con los chicos; John había insistido con mucho detenimiento la importancia de esta merienda, yo no me negué, algo en mi estaba contento con la idea, y es que, para ese momento, no estaba muy segura de lo significativo que sería esa mañana para mi vida.

...

Llegamos Paul y yo a la residencia de Lennon, Cynthia caminó  a recibirnos. Le besé la mejilla contenta.

—¡Que novedad! --gritó John--. Así que el futuro señor y señora McCartney han llegado de nuevo juntitos –-mencionó John con una cerveza en mano y caminando justo donde nos encontrábamos Cynthia y yo--, es broma. ¿Cómo te va ___? 

Le sonreí en respuesta y lo saludé. John miró a Paul con estusiasmo, este último tenía una cara de incomodidad y frustración. Paul se mantenía fastidioso e incomprensible la mayor parte de la semana, y ese día no era la excepción.

—He traído tarta de zarzamora –me adelanté a mencionar antes de que John notará la actitud molesta de Paul--, estaba muy emocionada de venir esta mañana, haz dicho que es importante, ¿ésta vez ya me dirás por qué? –pregunté con un toque de curiosidad.

—Así es mi querida ___, hoy tenemos dos asuntos de suma importancia. Primero, quiero presentarte a alguien muy importante, un gran amigo mío que ha regresado de Hamburgo –dijo con una amplia sonrisa mientras tomaba a Cynthia del hombro.

—¿De quién hablan? ¿Será de mí? –dijo una voz que no me era familiar detrás de John.

Un chico pálido, con pequeños ojos claros que se escondían bajo unas gafas transparentes, flequillo que le cubría parte de la frente y con una altura menor a la de John saltó rápidamente y se acomodó a lado de Lennon. La primera impresión fue avasallante, tuve que controlarme y respirar con gran debilidad, este hombre me hizo temblar un momento; era guapísimo.

Recuperé el ánimo y le sonreí.

—En efecto; ___, él es mi amigo Stuart Sutcliffe; Stu, ella es ___ Truswell, la mejor amiga de Cynthia –presentó John.

Stuart me extendió la mano con una sonrisa tierna dibujada en su rostro. No noté cuando Paul se compuso a mi lado.

—Es un gusto –dije finalmente.

I'll Follow The Sun • Stuart, Paul y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora