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El móvil sonó

- ¿Hola? -

-Jalitte ¿dónde estas?, me tenias preocupada-

-estoy...- mire alrededor – en una cafetería, estaba con mis amigas, pero ya voy a casa-

-esta bien, ¿sabes cómo volver? -

- si no te preocupes llego en diez minutos –

Llegue y cene con mi familia mientras en mi cabeza recorría ese camino una y otra vez, subí al mismo tiempo que mi hermana. Entre en la habitación y me cambié, había traído el uniforme blanco todo el día y solo quería ponerme algo más cómodo.

Dos días después no podía dejar de pensar en lo familiar de las calles, casi sin darme cuenta me puse unos leggins deportivos y una camiseta y encima una chamarra con capucha, todo mi conjunto era negro al igual que mis tenis de agujetas. Puse el seguro de la puerta y abrí la ventana, caminé unos pasos por el tejado intentando no hacer ruido, parecía como si lo hubiera hecho tantas veces que actuaba por inercia

-algunos hábitos no desaparecen ni volviendo a nacer- dijo mi hermana mirándome desde su ventana

-Yulianna- la mire sorprendida y casi pierdo el equilibrio- pensé que ya dormías

-recordaba como te escabullías en las noches y mira mi sorpresa al ver que lo volvías a hacer-

- ¿antes lo hacía? –

-Cada viernes y sábado-

- ¿a dónde iba- quizá mi hermana me conocía mejor de lo que yo pensaba

- ¿a dónde vas? – contraataco

- seguía una pista de mi memoria – dije bajando la vista – ¿me delataras?

- nunca lo hice y nunca lo hare- la miré con esperanza – no se exactamente a donde ibas, nunca me lo decías con exactitud, pero peleabas-

- ¿peleaba? -

- si ya sabes, con tus puños en medio de una multitud donde apostaban, me contaste muchas de tus peleas, pero quizá te ayude estar en el lugar-

-vaya, eso si no lo esperaba, ¿me cubres las espaldas? -

-siempre- dijo mientras me hacia un saludo militar, me aleje de la casa y seguí el camino que me dictaba (aunque suene cursi) el corazón, después de veinte minutos llegue a un bar, en la entrada había cadeneros demasiado altos y musculosos revisando a todos los que entraban un tipo antes de mi llevaba una navaja en los pantalones

- aquí no se permiten armas- le dijo el mayor mientras le arrebataba la navaja - de ningún tipo – lo dejaron pasar y seguían conmigo – quítate la capucha- la arroje hacia atrás y se me quedaron mirando, el mismo que parecía ser el de mas experiencia me dedico una sonrisa – pequeña lobo, has vuelto- sonreí, no sabia que decir -oh cierto la memoria, pero... ¿Cómo llegaste hasta aquí? -

-Recordé el camino, esperaba que ustedes ayudaran con el resto- el joven entro y salió en lo que el otro vigilante y yo hablábamos

- Lo haremos, sigue a Julio, yo me reuniré con ustedes en cuanto pueda- asentí, entonces el móvil sonó

- hola -

- ¿eso que escucho es música? -

- si...tengo que irme -

- ¿Por qué? -

- No puedo decírtelo - Nos habíamos adentrado al bar y el ruido no ayudaba, nos acercamos a la barra y el barman me miro sorprendido, se veía de más de treinta años, tenía una barba tupida y un aro de plata en la oreja derecha - vengo con el - grite por encima del ruido

- lo sé – dijo mientras me sonreía – bienvenida a casa-

- ¿a casa?, Luna ¿dónde estas?, iré por ti ahora mismo - había olvidado que seguía en la llamada con Isaac, quise darme de topes contra la pared

-es una historia muy graciosa- dije mientras me encaminaba a una puerta casi imperceptible detrás del barman – hoy empecé a recordar muchas cosas y mientras regresaba de la universidad algo me atraía y pues aquí estoy -

- ¿tu madre lo sabe? -

- eso es lo gracioso, me escape por la ventana –

- ¿que? –

- en mi defensa, al parecer antes lo hacía tambien –

- ¿Dónde estás? – repitió evidentemente irritado

- en un bar – dije casi como un susurro – se llama... el club de la pelea –

- sabes que ahí se celebran peleas clandestinas los fines de semana ¿verdad? –

- la cosa es... - no sabía como lo tomaría – yo soy una peleadora – pude escuchar claramente como se le caía el móvil y maldecía a la distancia, cogía el móvil de nuevo – voy para allá- no pude ni protestar antes de que me colgara

Baje unas escaleras, siguiendo a julio, al parecer era el unico que no me conocía

- ¿eres nuevo aquí julio? -

- llevo trabajando aquí solo un par de meses –

- ah ya veo –

- he escuchado muchas cosas sobre usted señorita –

- ¿en serio? ¿Cómo cuáles? -

- jamás se acobardo en una pelea, ni siquiera si sus contrincantes de doblaban edad, peso o estatura, jamás la han noqueado y ha ganado mas peleas que nadie en toda la historia del bar- me miro – es un honor al fin conocerla y espero algún día poder ver una de sus peleas-

- tal vez hoy tengas suerte – dije y su rostro reflejo emoción por un instante, abrió otra puerta y me dejo pasar, había música y olía a sudor, sangre y violencia, en el centro había un octágono y la gente se reunía alrededor gritando y coreando dos nombres distintos, había una especie de DJ en un palco narrando el evento. Julio me adelanto mientras yo seguía observando todo, subió al palco y se reunió con el DJ y otros hombres que lo acompañaban, evidentemente peleadores, todos ellos tenían camisas negras pero las de los peleadores ponía <<fight>> en letras rojas, le dijo algo al oído y el DJ apago la música

-paren la pelea, novatos- todo quedo en silencio, la molestia era evidente -hoy, ha regresado a casa la mejor peleadora de este club, denle la bienvenida a la pequeña lobooooooo- un reflector hizo evidente mi posición y todos voltearon a verme, aplaudían y aullaban, algunos se acercaban y me miraban como si no fuera real – vaya, ya había olvidado lo indefensa que te veías, pero no olvidamos lo peligrosa que eres!-

Un tipo tomo otro micrófono, bajo del palco, y se puso delante de mí, era alto y evidentemente fuerte de menton semicuadrado, cabello castaño con algunos risos y unos ojos verdes impresionantes 

- ¿Y qué? ¿viniste a pelear o tienes miedo pequeña? – dijo con un acento ruso, sus palabras golpearon mi orgullo y tendí mi mano hacia Julio, este me arrojo un micrófono y lo atrape al vuelo

- ¿entraras al octágono conmigo o solo te gusta hablar? – los gritos eufóricos de la gente lleno todo el espacio, me quite la capucha y me vende las manos, el hizo lo mismo, no sabía si realmente seria lo que esperaban o si solo haría el ridículo peleando contra un profesional, pero no me acobardaría seguiría adelante hasta el final. 

PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora