¿Monotonía?

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En un tiempo que no quiero recordar había dos hombres que habitualmente iban a una taberna a beber. Ambos se saludaban cordialmente y, tras pedir sus primeras bebidas, se sentaban en la misma mesa a hablar. Cada uno de ellos exponía sus conflictos, opiniones y vivencias, esto les hacía muy felices. Tarde tras tarde se encontraban y disfrutaban de la compañía del otro después de haber ido a trabajar. Los minutos se les pasaban rápido, las bebidas iban fluyendo y a veces volvían a casa a media noche, o incluso después. Un tercero se sumó a su plan y se dio cuenta de que ninguno de aquellos hombres escuchaba lo que el otro hablaba. Cada uno decía lo que le parecía y el otro contestaba de forma incoherente con sus propios asuntos, desde luego no tenían una conversación. No interactuaban en algo común, únicamente respetaban el turno de palabra para decir aquello que querían, o necesitaban. Nunca discutían, pues como no se escuchaban nunca tenían conflicto alguno, pero tampoco ponían nada en común para poder tener soluciones en sus problemas o entender determinadas circunstancias. Un día uno de ellos faltó a la quedada y el tercer integrante habló con él asistente sobre la situación que vivía con el otro. La contestación fue: "Yo sé cómo es, no escucha nada de lo que digo, pero al menos me deja hablar". Durante la semana siguiente faltó este mismo y el tercero trató de hablar con el otro para mejorar la situación, sin embargo, de poco sirvió porque recibió la siguiente respuesta: "Ya, ya sé que no me presta atención, pero él es así, al menos con él tengo compañía durante toda la tarde". Además de esto ambos llegaron a admitir al tercero su insatisfacción por la situación y por hacer siempre el mismo plan, pero no se atrevían a decir o hacer nada para cambiarlo. Pasaron algunas semanas más y el tercero empezó a faltar a las quedadas algunos días, al cabo de un tiempo dejó de asistir, porque sentía que dedicar todas sus tardes, y parte de sus noches, a aquellas quedadas era monótono y había otros muchos planes que poder hacer. No quería sentirse prisionero de aquellos hombres o de aquel lugar, así que durante un tiempo en su casa empezó a pensar nuevas cosas que hacer cuando tuviese dinero o días libres fuera del trabajo.

Habían pasado años y el tercer hombre ya había viajado, había conocido a personas nuevas y había vivido aventuras. Un día fue al lugar donde solía verse con los otros dos, quería saber cómo estaban y si había mejorado la situación entre ambos y si ya habían aprendido a comunicarse. Allí los encontró, "en el lugar de siempre", se sentó junto a ellos, tenía muchas cosas nuevas que decir, pero no tuvo ocasión. Aquellos dos seguían hablando sin escuchar al otro de los mismos temas, a veces incluían algún cambio, pero significativo. Ambos se habían vuelto más maleducados y sus ansias por hablar provocaban que en muchos momentos lo hicieran a la vez. El tercer hombre decidió irse, pues no entendía ni podía soportar aquella situación, mientras los otros dos no dieron importancia a aquel hecho y continuaron como si nada hubiese pasado, ni si quiera tuvieron tiempo para despedirse.

Al cabo de un tiempo, el tercer hombre había ascendido en el trabajo y tenía una casa, unas riquezas y una familia y amigos con los que compartir todo aquello, mientras los otros dos seguían viviendo en pisos de alquiler, con poco dinero, porque la mayoría de su dinero lo habían gastado bebiendo por las tardes, con el mismo trabajo y los mismos hábitos. Bueno, en realidad estaban peor, pues uno de ellos tenía cirrosis por haber bebido tanto a lo largo de todos esos años y el otro padecía diversos trastornos mentales, a pesar de esos problemas y otros tantos no cambiaron para nada su vida y eso les llevó a un final trágico.


De este cuento aprendemos que muchas veces convertimos en rutina hábitos que no son buenos para nuestra salud; que debemos aprender a escuchar a los demás, porque eso es enriquecedor; y que, si algo no nos gusta, no debemos conformarnos, debemos ser valientes y decirlo o tratar de cambiar.

De este cuento aprendemos que muchas veces convertimos en rutina hábitos que no son buenos para nuestra salud; que debemos aprender a escuchar a los demás, porque eso es enriquecedor; y que, si algo no nos gusta, no debemos conformarnos, debemos s...

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