Hace mucho mucho tiempo atrás, en un periodo de tiempo y lugar incierto, se imponía ante los demás, el reino de Jawzahr. Sus dominios alcanzaban tal magnitud que se necesitaban de varios meses para recorrerlos, prosperidad y seguridad era lo que lo diferenciaba de los demás; a la cabeza se encontraba el rey Edzard, pocos los han visto en persona y corrían rumores por todo el reino sobre su apariencia: "dicen que la persona que lo ve a los ojos muere al instante", "dicen que en las batallas gana sin desenvainar la espada", "mide dos metros", "tiene un dragón como mascota", "nunca se le ha rebelado nadie, que se sepa..", "es tan hermoso como peligroso", y tantos mas como la imaginación pueda crear.
Ademas de lo antes dicho, la característica principal del reino de Jawzahr es que se encuentra en un invierno eterno, la vegetación de muy poca variedad, si es que no estaban secas, ya que nada sobrevive a temperaturas tan bajas, siendo necesario que los habitantes deban encontrar maneras de continuar con las siembras y el ganado para lograr sobrevivir al clima extremo.
En contraste con el paisaje triste y grisáceo del reino, desde la puerta principal del castillo, se logra ver una muy pequeña zona en donde pareciera que se encuentra un "oasis" en medio de la nieve, una primavera eterna. Numerosas veces han intentado entrar ya que creen que el ser que vive dentro los puede ayudar a terminar con el invierno, pero la espesa vegetación se los impide y forma motivo de mas rumores, aunque menos, para los habitantes: se dice que en el centro vive un hada, una ninfa, una sirena, una criatura hermosa que no se deja ver ni menos tocar; creen que si sale de ese pequeño bosque el frío la "marchita". Al igual que con el rey, la curiosidad roza el miedo, por lo que nadie se atreve a permanecer mucho tiempo cerca, las construcciones y el movimiento de personas se encuentra detrás del "oasis" y del castillo, dejando al primero casi perdido entre los campos cubiertos de nieve.
Cierto día, se encontraron bajo tan grande tormenta de nieve que no se podía ver mas allá de la mano extendida, se perdieron cosechas, ganado, se destruyeron casas y gran parte del reino quedo bajo una gran capa de nieve, esto fue la gota que rebalso el vaso. Eligieron representantes de las distintas regiones para que se presenten ante el rey a pedirle que haga algo al respecto, que busque soluciones.
Cuando estaban comenzando a subir los escalones de la puerta principal, al grupo enfurecido de hombres se les acercaron dos guardias armados:
-Queremos ver al rey.
-Nadie ve al rey (responde el guardia).
-Si de verdad se preocupa por el pueblo debe escucharnos, perdimos todo, todo ha quedado bajo la nieve. ¡Queremos una solución, cualquiera.!
-Le pasaré el mensaje al rey, pero les debo pedir que vuelvan a sus casas y esperen la respuesta.
Luego de insistir un poco mas y sin lograr respuesta mayor, se retiran, pero no sin antes demostrar su descontento.
(Dentro del Castillo)
-Mi señor, tengo un mensaje para usted de parte de su pueblo, "hemos perdido gran parte, por no decir todas, nuestras posesiones, la tormenta se ha llevado todo lo que pudo, pedimos un solución".
-Dile a los jefes que vengan de inmediato a la sala de reuniones (responde con voz pesada el rey)
En menos de 10 minutos los cinco jefes se hallaban en dicha sala, esperando a la llegada del rey. Se sentía la tensión en el aire. -El rey ha llegado- anuncia el guardia de la puerta e instantáneamente los presentes se ponen de pie. Por el umbral de la puerta hace presencia Edzard, mas joven de lo que cualquiera hubiera imaginado, el hombre mas alto del reino le llegaba a los hombros, su cuerpo trabajado parecía fuerte como el hierro y como si fuera tallado el mármol por ángeles, piel blanca como la nieve que caía fuera al igual que su cabello largo y sedoso y por ultimo sus ojos, daban la impresión de ser dos perlas de color celeste pálido que no dejaban dudas de quien estaba al mando.
-Preparen sus caballos y sus hombres, nos vamos al Oasis- Anuncia Edzard.
-Su majestad, ya lo hemos intentado, al igual que nuestros padres y nuestros abuelos, solo lograremos agotar fuerzas que bien nos hacen falta para lidiar con lo que dejo la tormenta-
-No era una pregunta, si tenemos que usar la fuerza o quemar todo, que así sea-
Sin el valor de responderle, cumplieron lo ordenado, y en menos de lo que canta un gallo salieron las tropas hacia el Oasis.
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Opuestos complementarios
FantasiDesde tiempos lejanos hasta el presente, dos criaturas "humanas" se necesitan mutuamente para sobrevivir, aunque en un principio no lo saben. Acompaña a estos dos personajes a un viaje a través de problemas cotidianos (y no tan cotidianos), lleno...