Lágrimas perladas

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—¡Deja eso dónde lo he puesto! —exclamó el rubio al ver como la chica dueña de los ojos perlas tiraba hacia el exterior del departamento su maleta. Estaba tan furioso. ¡¿Pero quién demonios se creía que era ella?!

—¡Ya se lo he dicho, esta es mi casa! —le gritó la chica. Hinata no solía perder fácilmente los estribos; sin embargo, esta situación no era una en donde ella pudiera mantener la calma. ¿Qué debía hacer cuando había una persona que decía tener propiedad sobre el departamento que ella había comprado?

—A ver —Naruto trató de arreglar las cosas por las buenas, aunque le daba demasiada rabia ver a la mujer que lo había atropellado, pues ella ni siquiera había pagado por su crimen—. Vamos a solucionar este problema en este instante, voy a llamar al anterior dueño para que nos diga a quién le vendió el departamento, así te podrás ir tranquilamente y sin que las cosas pasen a mayores.

Hinata frunció el ceño al oírle, ella podía ser muy tímida y amable, pero no era ninguna tonta cuando alguien trataba de atacarla u ofenderla.

—Ya verá que él le dirá que me lo vendió a mí —aseguró.

Naruto le miró escéptico, al tiempo que marcaba el número del anterior dueño. Se llevó el teléfono al oído y escuchó el tono de marcado con impaciencia. El sonido se repetía una y otra vez, pero nadie contestaba.

—Voy a tratar de nuevo —dijo el rubio, repitiendo el procedimiento anterior, pero esta vez, oyó la contestadora automática, que le decía que el teléfono no estaba disponible—. Qué extraño, no contesta.

—¿Es así? —la ojiperla le miró—. Lo intentaré yo entonces, también tengo su número —la chica sacó su celular y marcó el número, pero sucedió exactamente lo mismo que cuando Naruto lo había hecho. Hinata bajó la mirada y alejó el celular de su oído—. No contesta —dijo—. ¿Cree usted que hayamos sido estafados?

Naruto frunció el ceño.

—¿Habrá más personas con las llaves de este departamento? —apretó los puños—. Con razón costó tan barato —masculló.

Hinata bajó la mirada, pensando en cuál podría ser la mejor solución para este problema, porque una cosa era segura: habían sido estafados.

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Los ojos de Gaara no lograban despegarse de la pantalla de su ordenador ni por un solo segundo. Sus latidos se encontraban acelerados y su piel estaba un poco perlada por el sudor. Mientras revisaba algunas cosas en internet, repentinamente había dado click a un link que lo direccionó a una página triple X y no pudo resistir la tentación de echar una miradita a esos videos.

Ahora mismo observaba atentamente las imágenes que ahí se mostraban, deseando una y mil veces hacer eso mismo junto a Matsuri.

—¿Gaara? —escuchó la voz de su novia, quien golpeaba suavemente la puerta de su oficina.

Con la rapidez de un rayo, Gaara quitó de la computadora todo lo que pudiera incriminarlo y disimuló muy bien su estado de agitación, para luego carraspear levemente y dar el pase a la castaña.

—Adelante —dijo con su voz seria de siempre.

Matsuri entró sonriendo a la oficina. Se veía tan linda ante los ojos de Gaara. Ella siempre tenía esa sonrisa tan deslumbrante y el brillo de dulzura en sus ojos. Gaara no podía soportar el hecho de no poder tener a esa mujer entre sus brazos. Él siempre había tenido todo lo que quería, pero ¿por qué no podía tenerla a ella?

—¿Hay algún problema? —preguntó el chico, tratando de alejar todos esos pensamientos estúpidos de su mente.

—No —le respondió Matsuri, quién de pronto se sonrojó un poco—. Venía a pedirte permiso para salir. Verás... hoy es la prueba para el vestido de novia y quiero terminar ese asunto cuanto antes —lo miró—. Todo debe ser perfecto ese día.

Prófugo del AmorWhere stories live. Discover now