Relación de confianza

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Mientras la chica miraba la pantalla de su teléfono celular, no pudo evitar sentirse tremendamente triste y sola. La cuenta de redes sociales de su hermana menor acababa de subir una fotografía de ella, junto a su padre y su primo, los tres habían salido de "paseo" al club hípico, en donde los Hyûga tenían acciones. Hanabi era una maravillosa jinete, había ganado muchas competencias y era toda una experta, era el orgullo de Hiashi Hyûga.

—Se ve tan linda cuando sonríe... —murmuró la joven, soltando el teléfono para cerrar sus ojos y acurrucarse en posición fetal sobre la cama.

No iba a llorar, no lo haría, pero tenía muchísimas ganas.

—Es mejor que duerma... —ni siquiera se había puesto el pijama aún, pero estaba tan cansada, que solamente quería dormir y no despertar hasta el día siguiente. Todavía debía averiguar quién había pagado su deuda en la universidad, pero ya tendría tiempo para todo eso.

Podía sentir que su cuerpo se iba relajando lentamente, estaba por entregarse a los brazos de Morfeo, pero el fuerte sonido de un porrazo le hizo abrir los ojos de golpe.

—¡Ahhh, maldita sea! —escuchó el grito de Naruto, así que se levantó como un resorte de la cama y abrió la puerta del cuarto, encontró al rubio tirado junto a la puerta de la habitación de él, parecía que se había tropezado con algo que estaba en el piso.

—¿Estás bien, Naruto-kun? —preguntó, acercándose a él para ayudarlo a levantarse.

Naruto se sentía totalmente adolorido, era como si tuviera todos los huesos quebrados, porque prácticamente así era. Estaba volviéndose loco al tener todo el cuerpo vendado y enyesado, ni siquiera podía bañarse como debía, porque le costaba un mundo y más.

—Hinata —dijo al verla llegar, parándose adolorido—. Iba a tratar de darme una ducha, pero me caí —explicó, logrando quedar de pie gracias a la ayuda de la ojiperla. Ambos miraron al suelo y notaron que había una extraña muñeca de cabello rubio, que usaba un vestido rosado—. ¿Eso es tuyo? —preguntó, señalando el objeto con el cual él se había tropezado.

Hinata también miró aquella muñeca, levantándola del piso con extrema curiosidad, incluso frunció el ceño, confundida.

—Jamás la había visto —respondió, pero olvidó rápidamente el tema al voltear a ver al rubio, quien caminaba adolorido hacia el baño—. E-espera, Naruto-kun —lo nombró, sonrojándose un poco—. ¿Necesitas ayuda?

—¿Eh? —Naruto no supo por qué, pero también se sonrojó, de sólo pensar en que Hinata le ayudara a tomar un baño, se sintió extramente muy avergonzado.

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La cena en el departamento de Gaara había estado deliciosa, Matsuri sabía que su novio tenía un excelente don para la cocina, pero habían sido pocas las ocasiones en las cuales había podido disfrutar de ello.

Dejó los cubiertos sobre la mesa y sonrió, cogiendo una servilleta para limpiarse la boca.

—Realmente eres bueno para todo, ¿no? —comentó, mirando con verdadero amor a su prometido, a veces no lograba entender la razón por la cual él se había fijado en ella, siendo Gaara un hombre que podría tener a la mujer que deseara, ¿por qué se conformaba con una chica tan común? Además, estaba su problema.

—No es tan difícil seguir una receta —dijo Gaara, esbozando una suave y casi invisible sonrisa. También se limpió con una servilleta, tomando las manos de su amada por encima de la mesa—. Matsuri, yo...

Ella se soltó de su agarre, se había puesto nerviosa sin razón aparente, así que intentó hacer conversación por su cuenta.

—N-no sabía que tú y Sasori-san eran primos —soltó de la nada, mirando en otra dirección, gesto que Gaara notó y no le gustó para nada, Matsuri solía hacer eso cuando quería evitar algún tema importante—. Creía que no tenías más familia aparte de tus hermanos.

Prófugo del AmorWhere stories live. Discover now