"¿Estocolmo?... Já. Retorcido. Aquel hombre representaba su salvación y desgracia por igual. Solo hay dos tipos de dolor en el mundo; el dolor que somete y el dolor que te cambia... "
🥇Historia Ganadora de los Shipp' s Awards 2020 en la categoría d...
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Ese ser era precioso, sin duda que lo era, pero había algo retorcido que no cuadraba ante los ojos de JungKook. Y no, no había sido el golpe contra el cuerpo de ¿V? ¿Así se llamaba? Ni siquiera estaba seguro. Ni siquiera que ese matón del cual ya tenía grabado su nombre, sino el ensimismamiento que causo en él. Ese hombre es perfecto, pero su perfección contiene algo letal y eso era algo que el menor estaba dejando pasar fervientemente.
Ni siquiera le dio tiempo de pensar en nada más cuando ya lo tenía sujeto por el brazo que hasta le dolía, y lo arrastraba fuera de ese pútrido callejón maloliente. Aun cuando Kook se imaginó lo peor, y sí, lo peor era muerto. A tirones y sin siquiera algo de delicadeza, porque en V era una de las cosas que no existía. La delicadeza, la paciencia. Palabras desconocidas para él, en su vocabulario, en su accionar...
— ¡Suéltame, me estas lastimando! —Se quejó el morocho mientras intentaba zafarse del fuerte agarre del otro, enojado. Pero aquel sujeto era mucho más fuerte que él.
— Tu casa —Vociferó, y no, no preguntó, exigió la dirección, mientras miraba a todos lados como si alguien los estuviese vigilando o siguiendo. Eso ponía los vellos de punta a Kook quien caminaba rápido a la par del otro que lo seguía tironeado.
— Yo volveré sólo, ¡Déjame ya! —Exigió más que molesto y el que gritara acababa con la paciencia del mayor un poco más. — ¡Suéltame, déjame ya! —Exigió una vez más tironeándose y fue suficiente para que V parara en seco su caminar y tirara de él hasta ubicarlo muy pero muy cerca de su rostro. Sus avellanas y profundos ojos haciendo flaquear en miedo al menor, su rostro contorsionado en coraje y la vena yugular saltándose en su cuello.
— Escúchame bien, mocoso de mierda. Coopera conmigo y ese bastardo no te desmembrará esta misma noche. Porque de lo contrario, mi amigo, no serás capaz de ver la luz de mañana. No debiste meterte con él, ahora eres el siguiente... —Y esas últimas tres palabras se repitieron en su mente una y otra vez — Ahora, maldito maleducado, me vas a decir la maldita dirección de tu casa ¡Ahora mis... —Pero no terminó de decir cuando un golpe colateral lo apartó de JungKook lanzándolo un tanto lejos. El pelinegro se quedó perplejo al mirar como el psicópata ese, YugYeom derribó a V lejos de él. Este mismo pareció desubicado por el repentino golpe directo en su estómago que más a parte lo sofocó y eso dio tiempo a YugYeom de enderezarse ya que por el impacto quedó un tanto desubicado también. Pero en cuanto sus ojos cayeron en JungKook su tétrica sonrisa se ensanchó y de una sola vez metió su palma derecha dentro de su gabardina y sacó el maldito cuchillo, mismo que Kook estaba terminando por conocer últimamente. Los nervios subieron al cuerpo del menor y el miedo lo tomó preso, correr no era una solución, ni siquiera le daría tiempo cuando esa maldita arma se incrustara en su espalda apenas y se diera la vuelta para correr. No, en definitiva, no era opción. Pero ni siquiera se dio tiempo de pensar en sus posibilidades porque V ya se le había echado encima al hombre haciéndolo, primero que nada, soltar el arma blanca lejos de su alcance.
