III

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"Tus ojos esconden pasión y determinación inquebrantable. Un brillo que nadie es capaz de apagar."

La luz de la luna brillando alta en el cielo nocturno bañaba la ciudad en llamas. Los gritos se escuchaban altos en la silenciosa noche. Las gentes corriendo por las calles, desesperadas. Y él era uno más de ellos. Corriendo ansioso, espada en mano, en su busca.

¿Por qué no le siguió? Había tenido un mal presentimiento cuando le dijo que esa noche debía marcharse. ¿Por qué le hizo caso? ¿Por qué no insistió en ir con él? Ahora la ciudad estaba en llamas y Kyuhyun, desaparecido.

Una mujer con un bebé en brazos corría sin aliento en su dirección, lágrimas limpiando la mugre de sus mejillas como dos cicatrices del horror acontecido. Su vestido sucio y raído, sangre en uno de los brazos que sujetaba con fuerza al niño que también lloraba.

―¡Ahra! ―Siwon la reconoció al acercársele.

La mujer alzó el rostro, asustada ante el hombre armado frente a ella. Y rompió en llanto al reconocerlo.

―Si... Siwon...

Siwon detuvo su carrera y Ahra se echó a sus brazos, escondiendo su rostro en su pecho. Su cabello, sucio de mugre y ceniza, olía a humo y a sangre.

―Ahra, ¿dónde está Kyuhyun?

Ella alzó el rostro de su pecho y lo miró con ojos bañados en lágrimas. Jamás se había fijado en que los hermanos compartían tal idéntico rasgo. Mirar los almendrados ojos de la mujer era como estar mirando a los de su amante. La realización le fascinó y horrorizó a la vez. El anhelo por encontrar a Kyuhyun en la ciudad en llamas se acrecentó en su pecho, casi perforándolo.

―No lo sé ―negó―. Vino a casa esta noche en busca de mi marido, pero hace días que no regresa. El rey lo mandó a una misión fuera de la ciudad y no he vuelto a saber de él.

Un mal presentimiento estrujó su estómago. Una conversación, noches atrás, cruzó su cabeza como un relámpago en noche de tormenta. Repentino, intenso y brutal.

<<―Los soldados de palacio son soberbios, Siwon. No me vas a convencer de lo contrario ―Kyuhyun se estiró en la cama para coger una uva del frutero de la mesita.

Siwon acarició la espalda desnuda, expuesta frente a él antes de que el hombre regresara a su posición inicial y le tendiera la fruta. Él la atrapó entre sus labios y mordió ligeramente sus dedos en el proceso. Kyuhyun rio y retiró su mano para cubrir sus labios con los suyos. Siwon no se hizo de rogar ante la lengua acariciándolos y los separó para permitirle acceso. El joven guerrero gimió en su boca y recuperó la uva con su lengua.

―Creí que era para mí ―protestó Siwon.

Kyuhyun le sonrió y se estiró de nuevo para coger otra uva y tendérsela.

―Sé que no quieres creerlo porque te acaban de admitir en palacio, pero es así ―afirmó Kyuhyun mientras él masticaba―. Y todo es culpa del rey.

―¿Por qué dices eso?

―Porque es la verdad. Es un egocéntrico que gasta los recursos del pueblo para su propio beneficio.

―El rey ha hecho mucho por esta ciudad, Kyuhyun ―le recordó Siwon.

―¿Cuándo? ¿El primer año de su reinado? ¿Cuándo fue la última vez que miró por el bien de su pueblo?

―¿A qué viene ese odio de repente?

―No es odio ―negó―. Pero un reino es la gente que lo habita, no el rey que lo regenta.>>

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