IV

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"Seguiré luchando hasta el día en que vuelva a ver tu sonrisa"


Era duro saber que estaba solo.

Era duro regresar cada día a un piso ocupado por un desconocido.

Era duro ver la mirada perdida en sus ojos.

Era duro ver sus esfuerzos por fingir ser algo que no era.

Lejos quedaba ya aquel hombre luchador y fiero que peleaba día sí y día también casi con crueldad para defender su autonomía y definición.

El Kyuhyun del hospital no era su Kyuhyun. Pero el Kyuhyun de su apartamento tampoco lo era.

―Ya estoy en casa ―Siwon abrió la puerta del piso y dejó las llaves en el pequeño mueble del recibidor antes de descalzarse y entrar al salón.

Kyuhyun estaba sentado en el asiento de la ventana del salón, el marco sobresalía del edificio dejando un hueco que el menor se encargó de llenar de cojines y convertirlo así en su rincón de lectura. Siwon sonrió al verlo allí, por un momento, recuerdos asaltaron su mente, recuerdos de veces pasadas en las que Kyuhyun retiraba la mirada de su libro y le saludaba con una hermosa sonrisa para darle la bienvenida. Sin embargo, en ese momento, el Kyuhyun de la ventana miraba por ella, con la vista perdida en algún lugar de la calle y un olvidado libro sobre sus piernas. El sol del atardecer arrancaba destellos dorados a su castaño cabello.

―¿Kyuhyun? ―Siwon llamó de nuevo su atención dejando su maletín encima del sofá antes de deshacerse de su americana.

―Oh, ya estás aquí ―lo saludó retirando la mirada de la ventana―. Bienvenido.

Siwon le sonrió, intentando ignorar aquel pinchazo en el corazón al ver su triste y vacía mirada. Kyuhyun lo miraba sin verlo, demasiado perdido en sus pensamientos. Se acercó a la ventana y se apoyó en el respaldo de una butaca para quedar frente a él.

―¿Cómo te ha ido el día? ¿Qué tal con tus padres?

―Mi madre se ha echado a llorar ―resumió Kyuhyun―. Supongo que el que tu hijo no te reconozca tiene ese efecto.

Los padres de Kyuhyun habían ido a visitarlo varias veces al hospital y ya sabían a qué se enfrentaban con la amnesia de Kyuhyun, pero supuso que darse cuenta de que no se trataba de algo pasajero, había sido demasiado para la mujer.

―Dale tiempo ―le recomendó Siwon―. Tiene que hacerse a la idea.

Kyuhyun asintió, distraídamente.

―¿Sabías que tengo dos sobrinos? ―le preguntó.

―Sí, lo sé ―admitió Siwon―. Tu hermana tuvo a los gemelos el año pasado. Son una ricura.

―Me han traído una foto ―señaló bajando la vista a su libro y cogiendo una fotografía que había guardado en su interior antes de tendérsela.

Siwon observó la fotografía. En ella, Ahra sostenía a los dos niños regordetes en brazos en la cama del hospital. No pudo evitar sonreír ante los recuerdos que se agolpaban en su mente al ver la fotografía.

―Esta fotografía la hiciste tú ―le explicó―. Es del mismo día en que nacieron ―los niños tenían ahora ya casi un año, estaban mucho más mayores que en aquella fotografía, pero Siwon supuso que su madre le había llevado aquella fotografía más antigua con la esperanza de que su hijo pudiera reconocerla.

Kyuhyun recuperó la fotografía y la observó con más interés. Se le empezaron a formar arrugas en la frente al fruncir el entrecejo. Siwon sabía que Kyuhyun estaba tratando de recordar, un gesto que el menor hacía con más frecuencia de la que él mismo creía.

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