Parte 4

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-Conque, Jenn, ¿eh?-musitó la joven, tratando de abrir conversación. En verdad, llevaba varios meses sin mantener una conversación coherente.

-En realidad me llamo Jennifer, pero, prefiero Jenn. O Jenni. Me suelen llamar así.

Dicho esto, ambas rieron suavemente y Jenn desabrochó el primer botón de la bata que vestía. Luego otro. Y otro. Así fue dejando ver un bonito pantalón vaquero en tonos claros y una camiseta azul oscura, que se ceñía a su cuerpo, acompasada con sus curvas.

-¿Tienes calor?

-Sh, esto puede costarme un despido, jajajaja. Ahora, sin bata, ya no soy la auxiliar Jennifer Dorado. Ahora soy Jenn, simplemente soy una persona normal. Y como soy una persona normal, podemos ser amigas. ¿Te hace?

-En realidad yo no tengo muchas amigas. Cuando empecé con... ya sabes, los cortes y demás, pasaron de ser amigas a esas hijas de puta que se reían de mí.

-Bueno, pero yo no soy igual.

-O sí. Eso no lo sé. No te conozco.

-Pero puedes hacerlo.

-¿Y si me estás mintiendo?

-Puedes estar segura de que eso no está pasando.

-Bien, entonces, propuesta aceptada.

-¿Amigas?

-Amigas.-dijeron con firmeza, dando un apretón de manos con la suavidad de un bebé-Pero ponte la bata, que como te pillen...

-Llevas razón, jajaja.

Ambas dos rieron.

Aria no lo podía creer. Estaba riendo. Estaba riéndose de verdad, sintiendo esa risa. De repente palideció y las carcajadas dejaron de resonar en la habitación.

-¿Qué...? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

-Sí, sí... tranquila.

Acto seguido un médico de aspecto desgastado irrumpió en la habitación.

-¿Eres Aria?

-Sí. ¿Qué me van a hacer?-murmuró, irritada.

-Oh, por Dios. Nada. Solo voy a tomarte la temperatura, la tensión y unas pruebas que tengo por aquí... Poca cosa.

Acto seguido el doctor comenzó a coger datos médicos de la joven. Cuando hubo acabado se dirigió a Aria:

-Tienes historial de niña traviesa.-bromeó.

-Sí, bueno... Me rompí una pierna hace un año más o menos, y el brazo con 10 años, creo.

-Bien, vamos a revisarlos...-tomó un brazo de la joven.-A ver que veamos este brazo...¿Esto qué es?

Ella solo empezó a llorar, sin atreverse a articular palabra. El médico abandonó la sala y dio paso a la madre. Ésta empezó a calmar a su hija, acariciándola el cabello y la cara mientras siseaba.

-Venga, mi amor. Ya está.

Eran las 14:25 y Aria recibió su comida.

Después de intentar varias veces en vano dejar parte de ella, cedió y comió la sopa y el pescado que le habían puesto. Y, de postre, una manzana roja. Ésta última se la comió con mucho gusto, pues, según decía, era una de sus comidas favoritas. 

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2016 ⏰

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