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En un mundo donde naces con una sinfonía, una dulce canción incompleta, que en cada persona, la nota lleva un color en específico, uno que representa totalmente a la persona a la que está ligada tu destino.
Cuando ambas sinfonías se unían y entremezclaban sus colores, se completaba la canción, una que los seguirá hasta el fin de los tiempos.
Era cierto que en ocasiones era fácil encontrar tu complemento, en otras no tanto. Había hasta personas que habían perdido la esperanza de encontrar a su destinado, cuya sinfonía completaría su melodía, los cuales, terminaban su vida de una triste manera; completamente gris y desafinada.
Aquellos, que nunca habían escuchado algún sonido, podrían guiarse con el color de las partituras. Mientras, los que nunca han visto un color, seguirían el dulce canto de su media naranja.
En este dulce mundo no había prejuicios, pues sabían que desde sus antepasados, la música era gloriosa, tanto así, que era considerada una especie de ente divino. Así que, al escuchar las dulces notas de una guitarra, ya podían sentir el amor en el aire.
La familia Álvarez tampoco era tan diferente, siendo una familia inculcada como en los viejos tiempos, donde la danza tenía un gran significado, casi tan grande como las sinfonías de las almas gemelas.
Raúl Álvarez Genes, era un joven muchacho de cabellos azabaches, mejillas regordetes y de fácil sonrojo, de estatura baja y un gran carisma. Él, el dulce Auron, era la joya de la familia Álvarez.
Una noble familia danzante, que con sus piruetas, ropajes y recitales habían enamorado a más de uno.
Quién viera al joven de ojos chocolate, caía rendido ante tan hermoso ser.
Sus pasos de bailes enamoraban a cualquier joven que pasaba por la plaza principal, donde con una sonrisa inocente, Raúl soltaba delicados pasos de danza clásica. Su risa y ingenuidad causaba ternura en las parejas mayores, admiración en los menores y amor en los jóvenes.
Su sinfonía, oh, su dulce sinfonía. Que, aunque aún incompleta, sonaba como una dulce melodía de ángeles. Cuando Raúl cantaba, un nuevo brillo se notaba.
Era como un sol.
Y cualquiera que lo miraba. . . Estaba perdido, pues el joven, con su característica amabilidad, rechazaba a cualquier noble que se le presentaba.
Oh, cuantos corazones no habrá roto nuestro pequeño sol.
Pero hay que entenderlo, después de todo, él sólo esperaba a su canción completa.
Raúl busca y busca, él está seguro que lo encontrará pronto, no pierde la esperanza.
Y, oh, mi pequeño sol.
Tienes razón, él pronto será cautivado por tu sonrisa.
Porque Rubén Doblas, pronto entrará en tu vida, pero no como lo imaginas.
El destino puede ser algo juguetón, ¿ pues qué mejor que conocer a tu sinfonía en la Academia Karmaland ? Donde las leyendas de estas almas cobraban vida.
Oh, torpe y coqueto Rubén, ¿ quién imaginaría que el galán más grande y famoso de España, caería rendido a los pies de tan dulce niño ?
¡ Pero, hey ! ¿ Quién dijo que las sinfonías se daban cuenta de la melodía que formaban tan fácilmente ? Como he dicho, al destino le gusta jugar, y él quiere disfrutar del drama que sabe vendrá por estos dos.
Que, tan jóvenes e inexpertos, obedecen a sus instintos y a sus más bajos deseos.
Rubius, Rubius. . . ¿ Estás listo para un poquitín de caos en tu vida ? Porque no creerás que el sol te la dejará fácil, ¿ verdad ?
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