Capítulo 4

4K 471 62
                                    

Habían pasado años desde que Odín me dio la Llama Eterna, el tiempo se movió y sólo monumentos quedaron como prueba de las heroicas y colosales guerras. 

Luego de tantas guerras sólo quedaban un par de Reinos que no doblaban la rodilla ante Asgard, y sólo existen porque yo los considero indignas pérdidas de tiempo. No atacan, no nos ofenden y no tienen recursos, eso es suficiente para que les haga de la vista gorda.

El nombre de El Dios De La Muerte recorrió la galaxia completa como una pandemia, y más cuando me concentré especialmente en razas alienígenas ajenas a los siete reinos, cosa que era rara ya que nosotros siempre nos centrábamos en luchar entre nosotros ya que considerábamos indignos a los demás reinos.

Pero pónganse en mi posición. Odín no me deja llevar a la extinción a diferentes reinos, no me deja asesinar reyes, no me deja destruir planetas aliados a enemigos y las guerras frías entre los reinos son realmente aburridas.

Con las “Vacaciones” que le pedí a Odín decidí romper las ataduras que él me ponía, odio admitirlo, pero el viejo es mucho más fuerte que yo, de momento. Pero saliendo de las guerras frías y de las restricciones, me concentré en planetas menores, similares a Xandar, pero mucho más primitivos.

Logré tomar los recursos de los planetas, yo me encargaba de diezmar los planetas y Eitri se encargaba de minar los planetas, con sus maquinarias y demás tardamos un par de días en literalmente vaciar una galaxia completa.

Mi relación con los enanos era la más fuerte que cualquier otra que se haya dado entre otros reinos. Lentamente ellos me consideraban un igual a su Rey, Lentamente ellos aceptaban y adoptaban mis ideales, lentamente ellos se volvían parte de mi.

Pero bueno, dejándonos del pasado. Ahora me encontraba en una luna de un planeta… O la mitad de un planeta de hecho, me encontraba en un ataúd de magia negra que estaba enterrado en una especie de columna de magia negra.

Fenrir se encontraba a unos metros de la columna, él se encontraba en una cama improvisada hecha de magia negra. Usualmente su pelaje es tan suave que ahora le da sumamente igual si las camas están acolchadas o no.

Yo esperaba a que Eitri llegase, lo había citado hace un par de días, pero los comunicadores de este planeta son demasiado lentos, el mensaje tardaría en llegar días, así que decidí dormir un poco. Y con un poco me refiero a una semana. 

Pero, estoy viejo. Claro, Viejo humanamente hablando. Tenía cien años, cien años de destrucción, guerras y demás, y ahora sinceramente pienso que los Asgardianos tenemos una mente demasiado inmadura.

Y créanme, lo digo por experiencia propia. Tal vez los humanos maduran rápidamente porque su sistemática vida les obliga a hacerlo, además de que el conocimiento de su muerte les ayuda en algo, pero yo sigo siendo el mismo bastardo que cuando tenía diez años. 

Literalmente podría matar a cualquiera que se ponga frente a mí, no sentiría remordimiento alguno y lo más probable es que lo olvide en minutos. 

Pero además de eso, sí he desarrollado un conocimiento avanzado con respecto a la muerte, pero eso no quiere decir que por eso deje de hacer las mismas idioteces que hacía años atrás. 

Pero volviendo al presente. Me encontraba durmiendo, me encantaba dormir en las lunas de los planetas, el silencio y el frio escalofriantemente relajante era una combinación adictiva en mi opinión.

Pero en ese momento no estaba tan dormido, mi cuerpo estaba descansando, sí, pero estaba consciente de lo que me rodeaba obviamente. Por lo que fue cuestión de un microsegundo para que reaccione cuando escuché a Fenrir levantarse y caminar.

El Nuevo Dios De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora