2. Diferencias inconmensurables

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― Bienvenidos al cutre hotel feliz... ―saludó el gato recepcionista con cara de poso amigos a una familia de tres que se acercaron tocando el timbre―. Soy Husk, ¿En qué les puedo ayudar?

El lobby del Hazbin Hotel tenía muy poco movimiento ese fin de semana, pero era un buen comienzo para después de ya pasado casi un mes de inauguración. Entre los nuevos huéspedes que llegaron en lo que va de día estaban un par de amigos de Angel Dust, unos mormones corruptos y varios vagabundos pidiendo asilo.

― Hola, ¿qué tal? ―le saludó el padre de la familia― Quisiera hospedarme junto a mi esposa e hija por un par de semanas para ver si así es posible llegar al paraíso.

― Muy bien... ¿Qué tipo de habitación desea? ―preguntó Husk al señor― Tenemos habitaciones de clase turista, clase obrera, clase esclava...

― ¿Una lujosa no tienen? ―interrumpió la esposa.

― Esa costará seis veces lo que vale una de segunda clase.

― No es problema, tenemos el dinero ―y el padre sacó una alforja gigante llena de monedas de oro azteca.

A Husk se le iluminaron los ojos, y haciéndose velozmente con la bolsa hizo el papeleo de la habitación de aquella familia muy emocionado.

― Disfruten su estadía en el Hazbin Hotel, el cielo los puede esperar... ― el gato recepcionista despidió contento a la familia, y contemplando su botín murmuró para sí―. ¡Joder! ¡Mira cuánta plata trajo consigo ese privilegiado! Jojojojojo... Con este dineral podré conseguir un Champagne de primera, junto con un pase al torneo maestro de Texas Hold'em...

Y me vas a convidar de esa champagne ¿No? ―le susurró una voz que parecía provenir de una radio antigua.

Alastor apareció junto con Vaggie atrapando a Husk junto a sus intenciones con las manos en la masa. La chica gris lo miraba con furia y el demonio de radio arqueó la ceja sin dejar de mostrar su inquietante sonrisa.

― Las ganancias del hotel van a la caja registradora, Husk ―le dijo amenazante Vaggie.

― Jejejeje... Pues claro que la iba a llevar allá―dijo este entre nervioso y frustrado―, primero iba a contar cuánto dinero hay aquí.

― Sí claro... ―murmuró Vaggie incrédula cruzando los brazos.

― ¿Cómo van los ingresos, amigos? ―llegó con paso radiante Charlie hacia donde estaban los demás.

La princesa vestía su habitual traje magenta mostrándose alegre y optimista en ese día. Alastor la saludó con un beso en la mano como todo un caballero, algo que irritó a Vaggie. Y Husk ni le prestó atención.

Princesa, conociendo los propósitos consumistas de nuestro artero recepcionista hemos de informarle mi leal compañera que ves aquí―el demonio de radio señaló con su bastón a Vaggie, quien le lanzó una mirada repulsiva― y yo, que lo atrapamos in fraganti queriendo quedarse con un gran botín en doblones de oro azteca, ¿Qué opina al respecto, su majestad?

― Tan bocazas como siempre ―se quejó Husk bebiendo de una botella cercana y dándoles la espalda.

Charlie observó a Husk, luego el saco de monedas, y por último a Alastor.

― ¿Y se perdió algo? ―fue lo que dijo.

― No, nada ―afirmó Vaggie después de hacerle revisar al gato los posibles lugares donde pudo haber escondido alguna moneda.

― Bueno, sigamos trabajando ―concluyó Charlie, y luego se dirigió a Husk―. Procura no dejarte tentar por la codicia, Husk. Recuerda que debes causar una buena impresión para el hotel.

Alastor Vs BlackHat; El verdadero combate de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora