El crujir de sus dientes, sonido irritante para mis oídos ensangrentados.
Pide que pare.
¡Para!
El que esté libre de pecado que reviente mi cabeza contra el suelo hasta que mi encéfalo grite de nervios y mi cráneo estalle de rabia.
Maldita furcia.
¡Para!
Escucha tus palabras paganas, la ramera del pueblo habla y sus cadenas arrastra.
¿Has de sufrir?
¡Para!
Me rogarás tres veces, a la tercera mis ojos te observarán y la furia de tu señor pondrá juicio sobre la cabeza de la traición.
¿Papá?
El fruto de tu ser y del mio no tendrán que sufrir más, coge la recortada, disfruta de los juegos artificiales.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Huérfana, huérfana, ¿que culpa tiene ella? La de cabellera rubia, la de inocencia en su infancia, la de juegos traviesos, la de los ojos azules, los ojos de su abuelo y la nariz de su mamá.
La del arma, mirando a su papá
¡BAMG!
Silencio.
Silencio.
Silencio.
La puerta del que dice tener la razón se abre, analizando el jardín del Edén, la fruta del conocimiento busca obtener.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
¡Rosa! ¡Rosa! ¡Rosa!
nuestro pecado,
sufrimiento de atormentados.
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Frutos Equivocados
Puisi.. .. .. end Una historia que te ahogara en lo profundo de el océano de sus ojos.