Alfa salvaje, omega terco.

Deuda de vida.

Los gritos de la multitud eran ensordecedores, eso o quizá era el puñetazo que acababa de recibir justo en la oreja... quizá era eso, gruñó, haciendo que su adversario diera un paso atrás, Rumlow ya trastabillaba sangrando del cuello, Steve aún podía saborear la sangre en sus colmillos, gruñó de nuevo al percibir el aroma de un omega asustado, sabía que eran las drogas que usaban para ponerlos a pelear, pero su instinto dominaba cada razón, fue directo a Rumlow y lo tiró al suelo, golpeándolo, destrozando la carne con las garras, antes de destrozarle la garganta, escuchó vítores, todo era rojo, después un dolor punzante y era arrastrado por las celdas, lo rociaron con agua helada con una manguera de presión, para después arrojarlo en su celda, agotado, con dolor y sangrando, otro dolor punzante para dejar al Doctor pasar a curarlo y después todo negro.

Despertar y repetir la coreografía, ruidos fuertes, luces, hormonas de omega, peleas, muerte, sangre y oscuridad; despertar, ruido, hormonas, pelea, muerte, oscuridad; esa era su vida como un Alfa de jaula, día tras día, hasta que años pasaban sin que él fuera consciente de lo que pasaba, a veces sus noches eran diferentes, a veces entraba a su celda un omega, oliendo delicioso y el instinto se encargaba de hacer que llenara su vientre con su semilla, después de unos días se llevaban a su omega, nunca volvía a saber de ellos o de sus cachorros, lo que le enloquecía, volviéndolo aún más salvaje en las peleas, pero a veces... de vez en cuando, estaba más lúcido, como en ese momento, en que mirando un charco sucio, recordaba a su madre, sus manos cálidas, los labios rojos en su frente, recordaba sus cumpleaños, a su mejor amigo y lloraba en silencio, preguntándose ¿qué había hecho un niño de catorce años, para merecer esto?

Thor entró a la oficina de Tony, enfurecido arrojando los papeles sobre su escritorio.

-sí, buenos días a ti también- dijo el joven apartando su café, eran jóvenes aún.

-esto es una mierda Tony, este mundo es una mierda en verdad- Decía Thor tirándose en el sofá de su oficina -Laufey no es nuestro único problema, no, no claro que no, ahora resulta que se quiere hacer de los ordeñadores, esas malditas bestias- dijo gruñendo y Tony se hizo más pequeño en su silla al escuchar vibrar los cristales.

-Pero es lo que pediste, te dije "no te va a gustar", ya no solo los omegas estamos en peligro, los alfas también, por cierto, hablando de alfas... ¿cómo va ese chico omega extrañamente enorme? Bruce ¿crees que pueda ir a charlar con él?- dijo entusiasmado, al parecer su recién rescate no solo había atraído a la asesina Romanov, sino también a su Loco amigo Tony.

-No, aún no, deja que sea más calmado, hay veces que no quiere salir ni a comer de ese sótano, hasta que Natasha se acerca dócil a dejar un plato en su puerta- decía Thor más calmado, cuando Hela entró con su traje negro y labios rojos, su silueta haciendo voltear a toda la oficina.

-Gruñiditos inepto, no llames la atención, ¿sabes que tu ira apesta? y a menos que quieras entrar hoy a la boca del lobo, no debes hacer que la adrenalina se eleve.

Hela se sentó al lado de su hermano prendiendo su cigarrillo y echando el humo a su cara.

-Bien iremos a ver, espero que no encontremos más cadáveres que personas que rescatar, y ponte los inhibidores o si no ...- dijo Thor y Hela se levantó.

-Jajaja si mataremos a varios, andando- dijo la mujer y miro a Tony que seguía bebiendo su café.

-Tu irás a la otra boca del lobo, ¿no es así? - dijo Hela preocupada.

Tony estaba igual parecía conejo asustado, la boca del lobo era el término menos grotesco del barrio bajo de peleas de alfa de jaula.

-Si... espero encontrarlo- dijo mirando una foto de un pequeño rubio flaco que parecía enfermizo, el expediente que Thor había arrojado a Tony, un peculiar Alfa que el moreno vio solo una vez, una sola vez cuando eran niños, había corrido del funeral de sus padres, Thor y Hela trataban de calmarlo y traerlo, pero él no quería saber nada de nadie, un carro lo golpeó y los tripulantes lo subieron a la cajuela, un secuestro: el heredero de una fortuna, un omega asustado y solo, un blanco fácil sin duda.