achtzehn

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Vaitiare

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Vaitiare

¿En qué momento mi estúpido cerebro me dió la orden de besarlo?.

Me sentía tan bien en sus brazos, todo parecía sacado de una película romántica, nuestros labios sincronizados, ambos heridos, en medio de una inmensa y hermosa vegetación cerca al océano, pero no podía, aún sentía el dolor de su traición.

Julian era mi debilidad, siempre lo había sido, él es de esas personas que de solo verlo alteran todo tu alrededor, ahora entendía el "se siente tan bien pero a la vez tan mal", además tengo novio,¡Joder! ¡León!.

—Creo que debemos de seguir la ruta— dije separándome abruptamente.

Me reincorporé y traté de ponerme de pie, pero sus inmensas manos no me dejaron.

—Estamos bien así ¿No crees?.

Julian trató de besarme otra vez pero en esta ocasión no se lo permití.

— ¿Que te sucede? — inquirió.

— Tenemos que irnos, estamos heridos Julián.

— Vale.

Esta vez ambos nos pusimos de pie, y tratamos de caminar cuesta arriba para poder volver al camino que nos llevaría a la playa.

En todo el trayecto no lo miré, ni le dirigí la palabra, llámenme extra pero me sentía culpable.

— ¿Te arrepientes no?

Su pregunta me sacó de mi trance y fue como una estocada al corazón, la única manera de escapar de su pregunta era ignorándolo, así que lo hice.

— Por favor respóndeme.

No tenía palabras, ¿que podría decirle?, Sí, me arrepiento porque tengo novio y él no se merece esto, pero a la vez no porque te extraño.

Simplemente no podía responder, rezaba a todos los ángeles llegar a playa para separarme de él o que alguien se cruzara en mi camino para romper esta tensión.

— ¡Dios mío! — gritaron desde lejos.

— Mierda — se lamentó Julian.

Voltee hacia mi derecha y ahí venían Debany con Marco, agradecí en mi mente a todos los dioses por escucharme.

— ¿Que coño les pasó? — preguntó el rubio.

— ¿No es muy obvio? — bufó Draxler.

— ¿Por qué no llamaron tontos?.

— Yo dejé mi teléfono en la habitación — susurré mirando al suelo.

—¿Mi amor que te pasó?

Reconocí la voz de León que de un momento a otro había llegado.

— Estoy bien no es nada.

— ¿Cómo que no es nada?, Seguro fué este imbécil que te puso en peligro.

verzeih mir | julian draxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora