III

5.9K 356 25
                                    


-¿Dónde estabas?

Me congelo.

Siento que no puedo moverme. Hoy el día ha sido un desastre y ahora esto pasa.

Logro retroceder un poco antes que vuelva a hablar.

-¿Dónde estabas?- vuelve a preguntar. Abro mi boca pero no sale nada de ella.- No creo que hayas ido con Max.

-Emma, yo...-siento mi garganta cerrarse.

-Sube antes que él venga.- asiento aunque no vea y paso por su lado. Susurro una disculpa y corro hasta mi pequeña habitación.

No importa cuando cierro la puerta con un poco de fuerza, pongo el seguro de esta. Mis manos van a mi cabello y lo jalan mientras empiezo a caminar por toda la habitación con desesperación.

Soy tan estúpida, soy tan estúpida, soy tan estúpida.

Cierro mis ojos con fuerza. Acabo de arruinar todo, ahora ella le contara que no estaba aquí y tendré que decir la verdad de mi secreto. Max me matar si se entera...no puedo respirar.

Las lágrimas salen por si solas. La rabia que siento me hace sentir energía por todo mi cuerpo. Trato de hacer lo que me dijo la psicóloga para calmarme, no funciona.

Quiero gritar pero no puedo. Mis emociones se han disparado, no puedo controlarlas, me estoy volviendo loca.

Quiero salir para tratar de explicarle o decirle una mentira, pero Emma es una persona que no es fácil de engañar y sé que no me creerá, incluso ya debe de sospechar donde estaba porque yo a penas salgo a la tienda y es cuando uno de ellos me acompañan, ninguno de los dos me han visto querer salir sola y ahora ella me ve llegando justamente cuando le había dicho a Max que no podía...no puedo respirar.

Lo descubrirá.

Lo descubrirá.

Lo descubrirá.


















Apenas pude pegar un ojo.

La noche se había hecho muy larga. La ansiedad no me dejó descansar nada. Escucho la puerta como a las nueve de la noche avisando que Max había llegado. En ese momento pegue la oreja a la puerta cuando los escuché ir a su habitación, pero no me habían nombrado haciéndome sentir tranquila en cierto modo, porque que no hayan hablando en el pasillo no quiere decir que no hayan hablado en general.

No quería pararme de la cama.

La noche transcurrió en ver la hora una y otra vez, esperando que la mañana llegara y al mismo tiempo no. Miré al techo el resto de la noche y aunque no quisiera mi mente no dejaba de pensar en Michael.

No sé porque sentía que tenía que decirle lo que pasaba y al mismo tiempo quería culparle. Sentía que podía ser la única persona que me comprendería y al mismo tiempo me destruiría.

Niego ante tales pensamientos; mi cabeza daba vueltas innecesarias que me nublaban, no me hacía bien y aún así...no puedo evitarlo.

Miro el reloj una vez más, era hora de bajar para el desayuno, mi estómago estaba completamente cerrado pero tenía que enfrentar la realidad y esperar los gritos.

Me paro de la cama con determinación pero al mismo tiempo con miedo.

No me queda de otra.

ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora