Solo Déjate Llevar

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Shinichi quitó un puñado de cabello de su cara y metió su mano libre en su bolsillo mientras caminaba por la acera. El frío aire nocturno de Tokio rozó burlonamente contra sus mejillas y suspiró, su aliento era una nube de color blanco. Levantando la vista a medida que pasaba por debajo de un cuadrado de luz proyectado por la farola más cercana, Shinichi sonrió con silenciosa reverencia al cielo lleno de estrellas. Era una noche hermosa.

Una que se vio levemente empañada por el atraco anterior de Kid, en el cual Shinichi no había tenido éxito en llevar a Kid ante la justicia. La sonrisa se desvaneció inmediatamente de su rostro al pensar en el ladrón fantasma. Frunció el ceño, caminando un poco más rápido. Además el maldito ladrón estaba muy satisfecho con todo, casi podía ver la clásica sonrisa de suficiencia del hombre ahora, simplemente recordando el atraco. Shinichi apretó la mandíbula ante el pensamiento y el viento, el cual había comenzado a aumentar.

Estaba pasando la oscura embocadura de un callejón cuando escuchó el sonido de movimiento... un desplazamiento de tela contra tela, de zapato contra concreto. Un sonido peligroso

Su corazón comenzó a latir más fuerte en su pecho.

Deteniéndose en seco, Shinichi lanzó una mirada cautelosa sobre su hombro. Turbias sombras se derramaban como tinta sobre el concreto, ocultando de forma efectiva lo que había hecho el sonido. Miró por encima del hombro. La calle estaba completamente vacía, salvo por unos pocos automóviles deshabitados que bordeaban la acera, lo cual tenía sentido teniendo en cuenta que eran aproximadamente la una de la mañana.

Devolviendo su atención al callejón, Shinichi sopesó sus opciones. Podría ir al callejón para salvar a cualquier damisela en apuros que pudiera estar allí y posiblemente ser asaltado por molestarse con ello, o podría correr e intentar llegar a casa antes de verse obligado a confrontar a quien estaba allí.

La segunda opción era claramente la más lógica de las dos, y Shinichi estaba a punto de salir corriendo cuando escuchó un leve siseo, algo así como una tos y un ahogo mezclados.

Frunció el ceño, momentáneamente paralizado. Ese... no fue un sonido saludable.

¿Podría ser que la persona estaba herida...?

Ahora Shinichi no estaba seguro de qué hacer. Todavía sentía el pelo de su nuca erguido y la adrenalina bombeando por sus venas, pero no estaba en su naturaleza dejar a alguien potencialmente herido en un callejón en una helada noche de invierno.

Luchando consigo mismo, Shinichi casi se perdió el segundo sonido... un jadeo húmedo y ensangrentado que definitivamente no era cercano al mismo nivel.

Y eso lo decidió por él. Extendiendo la mano hacia su reloj de dardos tranquilizante (gracias a Dios que no había tenido que usarlo en el atraco y que lo había guardado incluso después de haber regresado), Shinichi se deslizo hacia adelante con cautela, escuchando los jadeos y arrastres cada vez más fuertes. Frunció el ceño. Para que la persona suene así, debe estar sufriendo algún tipo de herida abdominal u órganos dañados.

Dio otro paso adelante. La vaga y borrosa silueta de alguien desplomado contra la pared era visible en la oscuridad. Shinichi contó hasta uno, dos, tres, la sangre rugiendo más allá de sus oídos, y encendió la linterna de su reloj. Una luz dorada bañó a la persona, haciéndola hacer una mueca y cubrirse los ojos.

Shinichi casi se cae ante la vista.

Kaitou Kid estaba tendido en el suelo del callejón, con un clavel sangriento en su costado y dolor escrito en el rostro.

Kaitou Kid estaba tendido en el suelo del callejón, con un clavel sangriento en su costado y dolor escrito en el rostro

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