Bellísima

El Príncipe

Frío aroma a recuerdos, por mi ventana se filtra, la melancolía actuando como nicotina en ésta noche de llovizna, deseando sequía.

Bailo tímida y torpemente al son de la balada en mis recuerdos, soñando despierta, el aura de una realeza me observa bailar. Posiblemente ya mi mirada no cruza por su estimulada mente, remplazada por una mirada más viva, con más energía, nutrida por el bien de las cartas.

Me encierra la calidez de sus manos nobles en mi cuerpo de servidora, mientras mi alma es alimentada con sus palabras bien pensadas, bien estructuradas.

Dotes de un caballero con armadura lustrada.

La sombra del príncipe desprende un dulce aroma en guía de mis recuerdos, aún en soledad. El viento corroe una fría y reconfortante ventisca de ensoñación, un sueño encerrado en una burbuja que nunca se dio, y que al final, explotó.

Por eso escribo por primera y última sobre tu aroma.

La Diosa del amor jugó, lanzando su efímero hechizo en mi camino, su poder me otorgó, después de que su contraparte había destruido mi sendero.

Deseando en una vida continua la paz del futuro que en ésta se me ha prohibido. Destilo el aroma de los perdidos y corrompidos.

Se me ha deseado suerte cuando no ha tenido el turno, sólo el destino hizo su jugada, ¡El omnipotente destino, retando un alma desgarrada y envenenada, cuando sabe exactamente con cuál carta lo enfrentarás!

Poesía encontrada en momentos efímeros, un lado gozoso de la vida que en el camino se había perdido. El tiempo lo hará perdurar en éste poema escondido.

Que el destino ilumine tu camino con bien, príncipe.