Cʜᴀᴘᴛᴇʀ Oɴᴇ

1.1K 109 13
                                    

—¿México? ¿Qué haces tirado ahí? ¡Levántate y ponte a trabajar, el rey quiere que le llevemos una manzana y tú dormido! —Un señor de aproximadamente 60 años de edad, con un poco de barba blanca y una calva se paró frente a él. Su aspecto parecía un poco...¿Raro?

—¿Qué año es...? —preguntó aún más confundido, dió una mirada rápida al rededor y pudo observar que todos vestían de forma diferente. Con vestidos parecidos a los victorianos y hombres que parecían cómo en cuentos de imperios y todo eso.

—¿Cómo que qué año es? ¡1916, cabeza hueca! —le lanzó una pera que había por ahí, molesto.

¡Hostias! —exclamó imitando a su papá adoptivo —Ya voy, Ya voy. Dame la manzana.

El hombre de barba sólo se limito a entregarle la manzana roja y se dió la vuelta —ten cuidado en el castillo, diles que es orden especial para el Rey.

¿Rey? ¿Re...¿ ¡Oh, cierto! Aún existía el imperio ruso, por lo que vio en las personas.

A simple vista podían apreciarse sus rostros, rostros que eran dignos de los dioses según México.

Camino lentamente hasta la puerta del castillo mientras miraba la manzana, se veía muy apetitosa y con el hambre que tenía...

Quizá no se de cuenta...debe de ser un menso y no verá nada.

—¿Señor, necesita algo? —una voz fuerte lo hizo sacar de sus pensamientos, pegando un pequeño bote sobre su lugar, levantó la vista y... sí, estaba frente al castillo del gran rey...¿Pero que rey? Ya no recordaba quién estaba en el trono, sus clases de historia universal no habían servido de mucho.

—Vengo a dejarle este encargo al Rey, es una orden especial—

—Adelante, Joven México —abrieron las puertas y México sonrió triunfante, caminando cómo toda una diva, ganándose algunas miradas raras que no le importaron en lo más mínimo.

Conforme pasaba y recorría el interior del castillo podía percatarse de bastantes arreglos que recordaba haber visto en sus años de estudio, cómo de reyes y eso, que realmente, no se le hizo nada raro.

Pero la pregunta era...¿Qué carajos hacía en un lugar cómo esos?
Recordaba haberse quitado la vida...pero...¿Aparecer en otro año?... Sólo podía significar una cosa... ¡Había renacido! O más bien, ¡Reencarnado!

—¿Tienes mi manzana, plebeyo? —una voz reconocida retumbó en sus espaldas, poniéndole los pelos de punta. Tembló un poco en su lugar y se giro sobre sus pies...

Era él, era Rusia pero más grande.

—¡RUSKY! —México no pudo aguantarse el grito que pegó, el eslavo frunció un poco su rostro y lo miró, sin más.

¿Perdón, te conozco? —dijo en un tono desinteresado, acercandose para tomar la manzana de sus manos y arrebatarsela —¡No! No me digas, no me importa, ahora vete.

Le dió la espalda y comenzó a caminar, lejos de él.

—¡Espera Rusia, soy México! —trató de correr hacia él, pero aparecieron del cielo dos guardias y lo detuvieron —¡Suéltame, puñetas! —pataeló a lo loco, sin lograr nada.

¡Llevenselo de aquí, no quiero verlo! —escuchó un grito a lo lejos, antes de ser jalado -literalmente- hasta la salida.

—Esperen, soy amigo de Rusia... Yo cuidé de él —se ponía de puntitas y trataba de ver al interior del castillo, por sí llegaba a aparecer aquel bello rey que tanto alocaba su corazón.

Rebelión RusMex 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora